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El concepto del miedo en el cine (Parte III)

La lista de cintas cuyo motor principal es el miedo es inmensa y variada; tanto como lo son las perturbaciones psicológicas y los terrores a los que nos enfrentamos todos los días. Sin embargo, en fechas recientes el fenómeno del miedo ha sufrido una extraña metamorfosis. Por principio, vemos como cada vez se recurre más al reciclaje de ideas, incluso los mismos directores reutilizan locaciones, historias y hasta fantasmas, erosionando lo que al inicio podía considerarse original.

Así sufrimos el escenario de las sagas eternas como La maldición (Ju-on, Takashi Shimizu, 2000), y más recientemente la interminable Paranormal Activity (Oren Peli, 2007), que si bien logró otorgarle una nueva perspectiva al cine de fantasmas gracias al uso del falso documental como herramienta primigenia (elemento ya usado antes de ésta); con cinco películas presentadas y dos más por venir, no solamente ha dejado de sorprender y asustar, sino que provoca risa (y no de la buena) tan sólo pensar quién será el siguiente poseído, ¿el perro tal vez?; no sería sorprendente ver «Paranormal activity the dog´s dimension» próximamente. Aunado a ello, ya todos sabemos cómo terminan: alguien será lanzado contra la cámara.

Desde luego la producción de las mil secuelas obedece por completo a la ley de la oferta y la demanda: siguen siendo producidas porque el público las sigue consumiendo, tal como las telenovelas de Televisa. Mas, otro efecto se produce dentro de esta misteriosa metamorfosis que el miedo sufre en la época actual, hoy en día hacemos frente, irónicamente, a un hecho aterrador: cada vez es más complicado asustar a la gente. Los fantasmas con teléfonos móviles a su disposición y los cambios climáticos extremos han dejado de aterrar al público, tal como los monstruos de antaño perdieron su brillo para las generaciones posteriores a su creación.

Existe un factor que evita que el miedo nos aprese al ver este tipo de cintas: el cerebro nos indica que no son reales y gracias a ello podemos disfrutar de asesinatos, maremotos, fantasmas vengativos, torturas y un sin número de atrocidades que juzgamos como incorrectas en la vida real, pero que mientras vemos en las pantallas nos parecen de los más normal.

Otro componente es que la realidad se ha tornado más agresiva que la ficción y ahora los noticieros dan más miedo que cualquier cosa que pase en las películas. Cierto es que probablemente las atrocidades se cometieron siempre, pero las redes sociales y la creciente globalización nos acercan a las realidades más distantes y ajenas a las que antes podíamos permanecer ciegos. A excepción de los fantasmas, vampiros, alienígenas y monstruos, todo lo demás se ha vuelto cotidiano.

Ahora el verdadero miedo es que ya no existan guiones que provoquen terror o que, por el contrario, seamos tan insensibles que ya nada nos genere miedo.

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