Somos una revista independiente que sobrevive gracias a tu apoyo. ¿Quieres ser parte de este proyecto? ¡Bríndanos un café al mes!
gabriel jaime caro

– El Club – de Pablo Larraín de Chile

Un filme como para hablar de religión, los curitas criminales, avejentados, que son declarados así por los tribunales eclesiásticos. Y la monjita. Un asomo más de la gran Inquisición Católica del siglo XX.

¡Puff!  El Club, de Pablo Larraín, es una película oscura, como para verla solo en teatros. En la Internet no se alcanzan a adivinar esos planos con desenfoque, allí en aquella playa donde solo se ven las caídas de la tarde y un perro saltando; resulta aburrida. No señor, se hizo para soñar en las salas de cine, para darle un puesto de categoría al cine chileno, que parece no desentonar, contando con buenos guionistas como Daniel Villalobos, Guillermo Calderón y el mismo Larraín (El Club).

Fue Gran Premio del jurado en Berlin 2015, Oso de Plata. Desde Amores Perros no ganaba tantos premios una película de América Latina. No se coló al Oscar por ese tema tan oscuro, oscurantismo de nuevo tipo, sobre la pedofilia de los curas y sus retiros, los crímenes cantados en grupo y ese Dios panteísta que todo lo ve y todo lo perdona.

Sorprenden las escenas en que Sandokan, el único que no es cura, canta sus amoríos con el cura recién llegado al club, que termina suicidándose. Y esas descripciones del sexo, del semen de los santos, su experiencia y su drogadicción; crítico y patético identificador. Lo mismo la monja, interpretada por la actriz Antonia Zegers, que llega hasta el paroxismo en este filme. Yo le daría el Oscar a El Club por ser un tema tan difícil, que siempre ha estado prohibido por la Inquisición disfrazada de justicia y de complicidad. Más que todo, por el impacto de esta recreación cinematográfica de algo que nos apasiona.

Tiene mucho del cine de Carlos Saura y no de Alejandro Jodorowsky, In memoriam, que con su último filme, La danza de la realidad (2014) complicó la estética de ese otro cine menos surrealista en las escenas y  con mucho más humor en el lenguaje que, en última instancia, es la semiótica. Un cine realista envuelto en el pecado, unas ganas inmensas de seguir a Dios con el demonio en carne y hueso.

Raúl Ruiz, el gran maestro de la puesta en escena del cine histórico estaría muy complacido con Larraín que, con este quinto filme, catapulta sus otros cuatro trabajos: Fuga (2006), Tony Manero, Post Morten, No (2012), su cuarto largometraje, con Gael García Bernal, sobre el plebiscito de 1988 contra la reelección indefinida de Augusto Pinochet en la presidencia.

Hay un selecto grupo de actores: Alfredo Castro, el dueño del perro galgo que gana competencias; Jaime Vadeil, Marcelo Alonso como el padre García, una vuelta de tuerca a la inquisición disfrazada de amor de Dios; Roberto Farias, Alejandro GoicNo vemos la quinta esencia de la iglesia, pero si las huellas peguetudas que te siguen y te crean el caos erótico y el consabido perdón por la iniciación homosexual. Cualquiera viviría, en esa casa, las experiencia sadomasoquista con una Justine y un Luis XVI irresistible. Hay que aprenderse los salmos cantados y llegar al derroche de la maldad con códigos muy reservados para este tipo de sacerdocio.

Una señora de Argentina, en la sala, me dijo que era mucho mejor película El Clán de Pablo Trapero. Otra más del tarot. Un tema insospechado como todo lo del Sur.

Fueron, son, 4 o 5 películas de América Latina que, en este último año, han pegado en el gusto, el culto. Son desde ya obras maestras. Están las dos mencionadas, más  El abrazo de la serpiente, del colombiano Ciro Guerra (nominada a mejor filme extranjero en los Oscares);  Ixcamul, de Jairo Bustamente, de Guatemala y La tierra y la sombra, de César Acevedo, Colombia, Cámara de oro en Cannes 2015 por su ópera prima.

II

Será que este año por fin veremos, en las carteleras comerciales de la USA, varias películas de Latinoamérica y saldremos del olvido injustificado en el que nos tienen los productores, dado que en cadenas como Netflix el cine en español tiene una gran audiencia y es variada: Chile, Argentina, Colombia, Chile, México, etc. Al menos, de las mencionadas, tres despegan en cartelera en este 16 de febrero  previo al Óscar.  Como una posición de conciencia, estos países de nuestra América han declarado que el cine es el arte más importante, el gran reto de la imagen.

Hey you,
¿nos brindas un café?