Las fotos que muestran a unos policías franceses obligando a una mujer musulmana a quitarse parte de su ropa en una playa de Niza, mientras las mujeres en bikinis o topless de alrededor, sólo miran, recorrieron el mundo generando todo tipo de reacciones.
Y no es para menos, la imagen es ciertamente inquietante, produce sentimientos encontrados, te pone a pensar al revés y te obliga a revisar lo que piensas.
Aunque en sentido contrario, esa foto en las playas de Niza recuerda aquella antigua fotografía de Betty Fringle siendo medida por un policía, Smokey Buchanan para más señas, en West Palm Beach, cuando trataba de constatar que la bañista no estaba mostrando más de lo permitido. En Niza, los policías que eran varios, estaban preocupados porque la mujer estaba por el contrario, mostrando menos de lo permitido.
A pesar de que la burka siempre me ha ocasionado un rechazo similar al que me ocasionan los 18 millones de niñas menores de 18 años que se casan anualmente con hombres adultos con anuencia de padres y jueces; o las 125 millones de mujeres y niñas que son víctimas de la ablación en 29 países de Asia y Africa, con justificación religiosa y en consecuencia de practicas culturales ancestrales incluidas… ver a los policías en la faena de desvestir a una mujer en la Costa Azul, me conecta con la misma sensación de maltrato, uso y abuso que siento al ver la imagen de vaginas y nalgas adolescentes de más de veinte metros, meneándose entre amigas, apenas cubiertas por una pantaletica que es lo que el anuncio de Times Square pretende vender… Los extremos se juntan.
Francia, que tiene una de las mayores poblaciones musulmanas en Europa, fue el primer país en prohibir la burka y cualquier otra vestimentaria religiosa, en las escuelas públicas. Poco después de los ataques terroristas en Niza, se aprobó la ley de prohibición del burkini en las playas de la región, a razón de que la prenda de alguna manera impide los derechos fundamentales de la mujer en la república de la libertad, la igualdad y la fraternidad.
Vale decir que el burkini es un traje de baño especialmente diseñado en Australia, arena del bikini más desenfrenado, para las mujeres de modestia musulmana que se cubren de pies a cabeza para bañarse en el mar.
Esta medida de prohibición generó más que una molestia, un escándalo nacional e indignación internacional, de forma que el Consejo de Estado anuló recientemente la prohibición del burkini en las playas del sur de Francia. La tradicional laicidad francesa en favor de las libertades fundamentales de ir y venir, libertad de conciencia y libertad personal, fueron el asidero legal de la victoria del burkini.
Es de notar que el mismo espíritu de libertad, fraternidad e igualdad, que anima las leyes francesas, sirvió para lo uno y para lo otro, para prohibir y para permitir lo mismo.
El primer ministro francés piensa que los burkini son una forma de esclavización y que el estado francés tiene como obligación la emancipación de las mujeres musulmanas, no sólo de las garras de su religión, sino también, por extensión, de ellas mismas.
Y aquí llegamos a la cuestión de si las mujeres musulmanas se ponen la burka y el burkini es porque quieren, que es su derecho y su cultura, digna de respeto y que lo que habría que corregir es la lascivia de los machos dominantes que les hacen sentir la necesidad de taparse. Lo que las ubica a ellas en situación de más libertad que las mujeres occidentales puestas en la obligación de mostrarse.
Es tentador estar de acuerdo. Pero sigue siendo difícil.
Desde el consejo regional de Provenza-Alpes-Costa Azul, donde se aprobó la prohibición del burkini, se argumenta …el espacio público es un lugar donde todos, sin discriminación, pueden ser ciudadanos libres. El uso de un traje que cubre totalmente el cuerpo para ir a una playa no se corresponde con nuestra visión de la convivencia, en particular con respecto a la igualdad entre hombres y mujeres.
Sí, de acuerdo… pero que sean hombres, además de otra cultura, los que opinan y deciden…
Mientras tanto, los líderes musulmanes franceses, defensores de los derechos humanos, hombres también, celebraron la decisión de levantar la prohibición, con el argumento de que la moción anti-burkini muestra la velada islamofobia institucionalizada en Francia: …es una gran victoria para los derechos humanos en Francia. Que afirma las libertades fundamentales. Y es también es una victoria política.
¿Cachicamo trabajando pa’lapa?
Cuando se refiere a que el ejercicio de las libertades religiosas tiene repercusiones en el ámbito político, vuelven a mi mente los ataques a Charlie Hebdo y el camión en la Promenade des Anglais… Otros tantos piensan que la prohibición del burkini fue una medida tomada en reacción a esos ataques.
Sarkozy va aun más lejos cuando dice que el burkini es una provocación, porque manifiesta la adhesión a una religión en un momento en que Francia es blanco de los ataques terroristas.
¿Y las mujeres que venden discos mostrando más que cantando… no son una provocación? No es que tenga nada en contra de la señora Bruni pero lo que es bueno pa’l pavo es bueno pa’la pava.
Llegados a este punto, no es difícil pensar que la prohibición de la burka da argumento de agitación a favor de los islamistas más radicales. Pero tampoco hay que olvidar que en Europa también pululan islamófobos, ultraderechistas y fascistas. Para más complejidad del tema.
¿Y las antiguamente tan aguerridas feministas francesas… no tienen nada que decir? No sé interpretar su silencio o su falta de eficiencia en dejar oír su voz. En tiempos de burkas, matrimonios infantiles, ablaciones y vibrantes pantaletas adolescentes de 20 metros, contradecir es más que una responsabilidad.
Comunicadores prudentes por su parte, han decidido poner sus espacios de opinión a la disposición de mujeres musulmanas, y alguna información de primera mano, de la parte interesada digamos, ha empezado a circular: aparentemente son muchas más las que no se quieren poner el burka que las que se lo ponen porque quieren. Y entre las que no lo usan, son muchas las que sin embargo siguen creyendo en la religión que alienta su uso… ¿No sería justo permitir a las mujeres musulmanas que residen en Europa, que decidan, con la responsabilidad de facilitar la expresión de su opinión de forma libre y protegida de coerción?
Confieso que a pesar de lo dicho en un sentido y en otro, cuando veo alguna mujer en burka pasar, se me arruga el corazón… y el entendimiento también. Pero me contengo de militancias, ante la complejidad del tema. En una foto de dos amigas muertas de la risa mientras se bañan en el mar, una en burkini y la otra en muy breve bikini, fue donde encontré algún aliento: la tolerancia femenina ha sido terreno fértil para mucho sometimiento, es verdad, pero también es inteligencia aplicada a la vida, y por eso es esa tolerancia las que nos muestra el camino para el mejor vivir que es convivir.