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El arte de trastocar la realidad

El gobierno de la 4T, en México, ha corrompido los significados del lenguaje político y el lenguaje mismo hasta extremos inimaginables.

Solo así -por el lugar que ocupan el arte de confundir y la distorsión hoy- se puede explicar que los “ideólogos” y dirigentes de la 4T confundan populismo y democracia, “conservadurismo” con pensamiento diferente y que crean que representan lo nuevo, cuando el grueso de sus enfoques y acciones conducen al país a la peor regresión histórica que se recuerde.

Cuando el lenguaje pierde un cierto nivel de abstracción respecto a lo que nombra y se vuelve vehículo de argumentos de poder que remplazan argumentos de conocimiento, la vida pública resiente un empobrecimiento de sus significados y la sociedad debe prepararse para una época de oscuridad.

Por tomar un solo ejemplo, hace unos días el gobierno federal publicó, por medio de la SENER, un Decreto cuya materia debió ser objeto de deliberación nacional, en el que -so pretexto de que se está aseando la casa- se establecen lineamientos que restringen y prohíben la inversión nacional y extranjera en proyectos de generación de energías limpias y renovables, que en los hechos vuelven a concentrar el monopolio de la generación de energía eléctrica en la CFE, hoy en manos del impoluto Manuel Bartlett.

Lo curioso es que unas horas después -no se sabe si por ignorancia o cinismo- al intentar definir la línea fundamental de su gobierno, López Obrador propone que el suyo sea visto como el modelo “del todo nuevo”, como si entre los sesenta del siglo pasado y los veinte del actual la historia se hubiera detenido.

Lo que queda claro, tras la publicación de aquel decreto, son varias cosas. Por un lado, que la idea de contener el cambio climático global mediante la producción y uso de energías renovables y limpias -pese al compromiso firmado por México de generarlas en un 35 por ciento y de operar la transición hacia energías limpias- no es una prioridad en el actual gobierno.

Por otra parte, pese a que México será una de las economías más golpeadas de Latinoamérica por la crisis y postcrisis del Covid-19, el gobierno de la 4T no parece entender que daña la imagen del país como destino de inversión, cuando después de cancelar el NAIM de Texcoco, la instalación de la cervecera Constellation Brand en Mexicali y las rondas petroleras que habrían resucitado a PEMEX, hoy decreta medidas de restricción y prohibición a toda forma de inversión en la generación de energías limpias y renovables, como son la eólica, la solar, los aerogeneradores de electricidad, la hidráulica, etcétera.

Como resultado de este equívoco presidencial, se están frenando inversiones ya hechas y se procede a cancelar otras que ya estaban en curso, como el caso de la trasnacional Tesla, que tras la publicación del Decreto en el DOF descarta a México en la construcción de su próxima planta.

Además de bloquear flujos de inversión estratégicos para México, lo cual se resiente ya en los cierres de empresas, la caída del empleo, la contracción del PIB y la falta de crecimiento productivo, el gobierno de López Obrador sigue empeñado en profundizar su desencuentro y conflicto con el sector empresarial, que es el único que realmente podría levantar las cifras de empleo en el país, aceitar y dinamizar el mercado interno y reactivar la economía.

A la ignorancia supina en materia económica, al fervor ideológico sin tregua y a los desórdenes mentales que pueden objetivamente atribuirse al presidente, debe el México real la época de zozobra e incertidumbre que comienza a vivir.

Un gobierno regido por el “ego enfermo” de un hombre, que hace de la negación del otro un catecismo de vida y de la pelea con casi todos un baluarte ideológico, no amerita una aproximación interpretativa de la ciencia política ni un examen originado en la filosofía de la historia, sino una valoración probablemente fundada en los protocolos de estudio de la personalidad.

Los populismos contemporáneos que han logrado aislar a sus países del mundo y además asfixiarlos desde adentro, no tienen la mejor historia ni la mejor política, y difícilmente pueden afirmar que su economía sea una sucursal del paraíso en la tierra.

México, de la mano de un presidente que vive encapsulado en otra realidad, está próximo a convertirse en un referente del antiparaíso. Aún estamos a tiempo de enderezar nuestra propia historia.


Pisapapeles

Escribió Octavio Paz, en “El arco y la lira”: “Cuando el lenguaje se corrompe, las sociedades se pierden y se prostituyen”.

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