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El Agua y la Energía: Retos Ineludibles para la Comunidad Internacional

Jola Martysz ©

El agua es un elemento vital para la vida, así como un factor determinante para la consecución de metas globales en torno al desarrollo sostenible. El agua es necesaria para la producción de alimentos y la energía; sin ella, la humanidad no podría sostenerse. El acceso al agua significa acceso a otros componentes de la vida, tales como la salud, la educación, la movilidad, etc. El agua es la fuente de la vida, merecedora de una urgente concientización global no sólo para su cuidado, sino para su justa distribución.

Los suministros de agua se agotan a raíz de que la demanda incrementa anualmente. El agua dulce y la energía, son actores esenciales que demandarán grandes y complejos cambios estructurales, sobre todo para los países en vías de desarrollo. El acceso al agua y a la energía, juega un papel invaluable en el desarrollo y la erradicación de la pobreza. Desgraciadamente, el acceso a estos recursos en la mayoría de ocasiones se encuentra determinado por factores socioeconómicos.

La energía y el agua son interdependientes. La generación y la transmisión de la energía, requiere del uso de recursos hídricos, particularmente la energía hidroeléctrica, nuclear y térmica. Se estima que aproximadamente el 8% de la generación de energía a nivel internacional se utiliza para extraer, tratar y transportar agua a consumidores.

A nivel mundial, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) calcula que alrededor de 768 millones de personas siguen sin acceso a una fuente mejorada de suministro del agua. Unos 2,5 mil millones permanecen sin acceso a saneamiento con mejoras y más de 1,3 mil millones todavía carecen de acceso a electricidad. Se estima asimismo que 2,6 mil millones aún utilizan combustibles sólidos como la biomasa para actividades domésticas.

Esto nos dice que la demanda internacional por el agua aumentará cerca de un 55% para el año 2050, como resultado de la creciente demanda en la producción, la generación de energía térmica, así como por el consumo doméstico. Es decir, la disponibilidad de agua dulce traerá como resultado que más de un 40% de la población mundial enfrente grandes problemas hídricos para el año 2050. La evidencia además apunta que las reservas de aguas subterráneas se encuentran en un momento crítico, ya que un 20% de los acuíferos sufren sobreexplotación a nivel mundial. La capacidad de los ecosistemas se encuentra afectada por el deterioro global de los humedales.

En 20 años, la demanda mundial de energía aumentará en más de un tercio, particularmente en los países asiáticos y el Medio Oriente. La migración de las zonas rurales a las grandes ciudades, influirá significativamente en esta demanda, la cual llegará a tener un aumento de hasta un 70%. Pero no sólo es una cuestión de demanda, influyen otros factores determinantes, entre los que se encuentra la sobreexplotación de los ecosistemas, que en muchas ocasiones, tienen graves impactos ambientales negativos sobre los recursos hídricos. Aunado a ello, se encuentra la creciente demanda de alimentos, así como el suministro acelerado de energía, en un mundo más globalizado que se sumerge en la tecnología.

La demanda de los recursos hídricos aumenta los retos de los productores de energía que basan su consumo en el agua, especialmente en la agricultura o los servicios de agua potable. Es decir, existe un punto crítico de competencia entre sectores encargados de la gestión hídrica y energética. Las complejas interacciones entre los recursos, se debe distinguir que es casi imposible el manejo sostenible, si los esfuerzos se realizan de forma aislada.

Los tomadores de decisiones deben comprender que la sostenibilidad es el componente más importante para el diseño, la implementación y la evaluación de políticas públicas. Bajo el esquema de la sostenibilidad, puede existir una mejoría de cooperación intersectorial que permita dar pasos importantes en temas como la concientización sobre el rol que el agua y la energía juegan en la vida internacional; los diálogos políticos que deben velar por la justa distribución de los recursos; medir los impactos sociales económicos y culturales que tiene el buen manejo de los recursos; así como identificar que el agua y la energía son ejes claves para el alcance del desarrollo de los Estados.

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