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Crisis del Ébola: ¿Por qué mueren más mujeres?

Victor Lacken/IFRC ©
Victor Lacken/IFRC ©

“Cuando las emergencias de enfermedades infecciosas tienen lugar, podemos apreciar quiénes tienen el poder y quiénes no”, dice el epidemiólogo Wafaa El Sadr de la Universidad de Columbia. A pesar de la dureza de dichos planteamientos, no podemos dejar de lado la verdad detrás de éstos. En especial cuando se trata del rol que tiene el género en el acceso a los servicios básicos de salud.

Al día de hoy, con más de 20,000 personas infectadas por el virus del Ébola en África Occidental, el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) calcula que más del 60% de las víctimas mortales, han sido mujeres. Un porcentaje que el mismo organismo argumenta, puede ser mucho más alto. En Liberia solamente, más del 75% de las víctimas infectadas o mortales por el virus, son del sexo femenino según cifras oficiales del Ministerio de Salud del país africano. Cifras que se repiten en Guinea y Sierra Leona, así como otros países, según UNICEF.

La transmisión del virus por contacto directo con líquidos corporales infectados como la sangre, la saliva, el sudor, la orina, el vómito de animales o humanos vivos o sin vida, así como la cura aún por encontrarse, agudiza las razones por las cuales en las últimas semanas el virus se ha expandido con tanta rapidez.

Las mujeres, al ser las cuidadoras directas de las víctimas infectadas ya sea por su rol familiar, así como por las ideas tradicionalistas de muchas de las comunidades en África Occidental, que han impedido que profesionales de la salud sean quienes velen por los enfermos, corren el riesgo de convertirse de manera inmediata también en víctimas del virus. Panorama que radicalmente cambia cuando se trata de que los hombres sirvan como cuidadores no sólo de sus mujeres, sino de sus propios hijos u otros miembros de la comunidad.

No existe una consciencia integral ni tanto de parte de las víctimas como de las propias mujeres. Si un familiar ha sido infectado, las mujeres son y serán las primeras en sacrificarse, a pesar de que en numerosos casos, se puede contar con la infraestructura médica para una atención profesional y adecuada a las víctimas. Aunado a ello, existe una resistencia cultural por la cual muchas de las personas que han sido infectadas, rechazan la asistencia médica externa, que se visualiza, violenta sus tradiciones culturales en torno a la salud.

Los temores de Martha Anker, una estadista sobre enfermedades y crisis para la Organización Mundial de la Salud (OMS), quien en 2011 escribió un reporte sobre la importancia de considerar los factores del género en enfermedades transmisibles como el Ébola, se han finalmente materializado: las mujeres sufrirán más en situaciones de emergencia y por ende, su muerte será la consecuencia.

Pero no sólo el Ébola es la enfermedad que deja ver la desigualdad de género en situaciones de crisis relacionadas a la salud. Las mujeres también son víctimas mayoritarias de enfermedades como el VIH/SIDA, el H1N1, la influenza y el E.Coli. Para los expertos en la salud, son pocas las investigaciones, los acercamientos y la adopción de políticas públicas adecuadas que consideren el género en situaciones de emergencia.

La ausencia de la perspectiva de género en la salud pública importa, sobre todo durante situaciones precarias. Las diferencias culturales, así como las particularidades de ambos sexos deben ser parte fundamental de los estudios científicos, así como por supuesto del diseño, implementación y evaluación de políticas en este rubro. Es decir, la perspectiva de género debe ser considerada en todas las facetas de la salud pública, incluidas las situaciones de emergencia como la que hoy golpea al continente africano.

Pero no sólo se trata de la atención integral de las mujeres víctimas de enfermedades transmisibles, se trata del rol de éstas como profesionales de la salud, ya que muchas de las personas en campo atendiendo y arriesgando sus vidas por las víctimas, son mujeres. Asimismo, deben formar parte integral de las discusiones políticas de alto nivel, formales e informales, que conciernen el cese a la expansión de enfermedades como el Ébola y otras.

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