Somos una revista independiente que sobrevive gracias a tu apoyo. ¿Quieres ser parte de este proyecto? ¡Bríndanos un café al mes!

Drive my car

Fetiche total. Obsesión. Una suerte de karma. Los carros son una de mis grandes pasiones. Aprendí a manejar a los 13 años de edad, con un Ford Fairlane 500, color beige, automático, que era de mi papá. Un par de años después, aprendí a manejar carros sincrónicos, con un Fiat Tucán, color blanco, que era de quien fue mi primera novia. Mi mamá tenía un Chevrolet Malibú, de 1978, color gris, que también fue testigo de mis primeras juergas juveniles.

Más o menos entre el año 2006, y el año 2008, trabajé a destajo como reportero para la página web, especializada en autos, Motor Awards. Allí, por ejemplo, cubrí a medianoche los piques que se hacen en la Autopista Francisco Fajardo, a nivel de Los Ruices, directamente al lado de la planta de Empresas Polar. Hice un perfil delicioso del presidente de Daimler Chrysler, y una entrevista imaginaria con los personajes de la película Cars, de Disney Pixar.

En 2008, la marca china, fabricante de computadores, Lenovo, me invitó a Sao Paolo (Brasil) a presenciar las carreras de la Fórmula 1. Me alojé en un hotel boutique, a un par de cuadras de la Avenida Paulista, en plena zona financiera, y comí hasta la saciedad, en uno de los mejores restaurantes de carnes de la ciudad. De las carreras entendí poco; dicen que ha sido la final más emocionante hasta ahora, pero yo sólo veía un vaso de cerveza helada, y unas machas de colores, que pasaban como rayos frente a mis narices. Tengo mejor recuerdo del sauna, y del jacuzzi, del hotel Royal Jardins.

Un coche del futuro

Tengo entendido que el origen de los carros, tal como los conocemos hoy en día, se remonta a la época de los carruajes, tirados a caballo. Ya en pleno siglo XX, surgirían marcas como Ford, con su célebre modelo T. Y a partir de los años 80’s, digamos, se comienzan a ver diseños más arriesgados. Un auto es una pieza de diseño, un objeto del deseo. Basta con sólo ver el Mercedes Benz F 015, que acaba de ser lanzado este año, en el marco del CES. Amazing. Un coche traído del futuro.

Una amiga muy querida, solía tener sexo en su coche; pero andando. La cosa es así: la chica debe ir sentada sobre el piloto, de espaldas al parabrisas. El carro debe ser sincrónico, y la idea es ir a toda velocidad. La locación era la Cota Mil, una vía alterna que bordea Caracas, y que serpentea la falda del cerro El Ávila. También en la Cota Mil, los marihuaneros encienden un porro dentro del coche, y cierran los vidrios, con el fin de crear una especie de narco cabina. Caracas da para todo.

Sir Paul McCartney ha dicho que una de las cosas que más le divierten, es escuchar música en el coche, con los vidrios arriba. A mi me robaron el reproductor, así que uso una Palm Zire One, que conecto a un Xmini, y asunto resuelto. Mi carro es un Toyota Starlet de 1983, color arena, y que mantengo en muy buenas condiciones. El tráfico de Caracas es infernal, pero a mi me encantar manejar en esta ciudad.

The Beatles hicieron esa memorable rola, de la placa Rubber Soul, llamada Drive My Car. Y el mismo McCartney tiene un álbum, más o menos reciente, que se llama Driving Rain. Lo compuso inspirado en cierta noche en que le tocó conducir por horas bajo la lluvia.

Existe el mito de que El Venerable, José Gregorio Hernández, murió arrollado por el único carro que había en Caracas, en 1919. Eso es mentira. El coche que arrolló a José Gregorio, era un Hudson Essex, color negro; no era el único que había en la ciudad, ya existía al menos un centenar de carros en Caracas.

Ni bueno, ni malo

El escritor venezolano, Luis Britto García, de tendencia oficialista –por cierto-, me dijo en torno a este suceso de la muerte de El Venerable, que José Gregorio había sido arrollado, por lo que él consideraba “el primer invento maldito de la modernidad”: el auto. En mi opinión, un coche no es ni bueno, ni malo; es una cosa, que depende del uso que los seres humanos le demos.

Es sorprendente el avasallante universo que componen las medidas de seguridad, que entraña un auto, y todo lo que se refiera a tráfico vehicular. La periodista venezolana, Milagros Socorro, editó con la Fundación Seguros Caracas, el libro Cada tragedia en la vía tiene un día después, una investigación sobre los coletazos que deja en la familia de una persona, un accidente de tránsito.

En ese libro, Socorro recoge –por ejemplo- el testimonio de un especialista que le enfatizó la importancia de usar el cinturón de seguridad. Algunas personas dicen que es un arma de doble filo, porque se puede quedar uno atascado en el cinturón. No. Salva vidas, en más de 90% de los casos. Uno no debe mover el coche un centímetro, si no se ha ajustado bien el cinturón de seguridad.

A veces, lo mejor que tienen los carros, es dejarlos bien estacionados. Dicen que un país rico no es aquel donde todo el mundo tiene carro, sino donde los ricos usan el transporte público. Europa es un buen ejemplo de ello. Los carros pueden ser una gran bendición, y también todo lo contrario. Trata de usar tu carro, y evita que tu carro te use a ti.

Hey you,
¿nos brindas un café?