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Dopamina, esencial para el funcionamiento intelectual, físico y emocional

La dopamina es uno de los 12 neurotransmisores esenciales para el correcto funcionamiento intelectual, físico y emocional y es vital para la conexión del sistema nervioso central. Entre los químicos esenciales es el más importante, parte integral del sistema catecolaminérgico necesario para los mamíferos ya que participa en diversas funciones: las motoras, la emotividad, la afectividad y la de la comunicación neuroendocrina; gracias a este químico la presión arterial, y la frecuencia cardiaca se mantienen en niveles óptimos. Se produce de manera natural, actúa como mensajero, transmite señales entre las neuronas regularmente.

Sin embargo, también la producen en los laboratorios farmacéuticos. Es muy común entre los deportistas decir “está dopado”. Algunos la ingieren para aumentar el rendimiento en las competencias y nos enteramos cuando les toca hacer pruebas de laboratorio y al salir positivos son descalificados.

La dopamina se eleva y se vuelve adictiva en los deportes de riesgo. Escalar, hacer surfing, buceo, tirarse en paracaídas, participar en las carreras de automovilismo, en el boxeo y en todos los deportes de competencia, eleva la dopamina para facilitar la acción a niveles que puede volverse adictiva.

Los problemas se presentan cuando el organismo produce poca dopamina, disfunción que causa enfermedades como el Parkinson y la esquizofrenia. La dopamina se eleva con el enamoramiento, esas mariposas que sentimos en el cuerpo son la dopamina que circula cuando estamos enamorados. No dura muchos años, pero es una de las etapas más placenteras en los seres humanos, el químico es la clave para promover los procesos de seducción, el deseo y la sexualidad.

No siempre se elige una buena relación y puede haber consecuencias, pero este proceso se puede repetir varias veces en nuestra vida y no hay edad para dejarnos llevar por esa elección que hace el cerebro de manera inconsciente. El enamoramiento comparte un síntoma con la esquizofrenia “estar fuera de la realidad”.

Hoy en día con los cerebros acelerados por tantos estímulos muchos tienen dificultades para sentir placer, el problema surge cuando buscan de manera desesperada situaciones para compensarla. Prueban intimidad con varias parejas, asumen sustancias psicoactivas y se dedican a la ludopatía quedando atrapados en adicciones.

Los síntomas de un nivel bajo de dopamina son la falta de motivación, dificultad para sentir placer, alteración del sueño, tristeza, sentimientos de culpa, fatiga, falta de memoria y dificultad para concentrarse, comportamientos impulsivos y conductas autodestructivas como: morderse las uñas, cortarse con un objeto punzo cortante, jalarse el cabello, quemarse la piel, privarse de alimentarse y de dormir.

La dopamina se libera cuando realizamos conductas placenteras, nos mueve a actuar y se libera de manera previa para alcanzar el bien o evitar un mal. El mesencéfalo es el área encargada de producir la mayor cantidad de dopamina, se lleva a cabo en las neuronas que se conectan al cuerpo estriado.

No es necesario practicar un deporte de riesgo para elevar la dopamina, un cerebro tranquilo lleva a cabo sus funciones, controla la emoción, realiza mejores planteamientos, no se altera con facilidad, domina las emociones como el miedo, la ansiedad, y sabe manejar el estrés. La actividad de la corteza prefrontal se localiza en los detalles y en la solución de problemas.

En tiempos de presión social, en la incertidumbre, en la tristeza sin manejo adecuado, en el enojo permanente que no se soluciona disminuye esa capacidad. Por costumbre somos expertos en rumiar los problemas y vivir en el pasado. Los procesos neuronales disminuyen significativamente la atención que divaga entre un 30 y 70% cuando estamos dentro de un problema. Son las preocupaciones, las obsesiones, el miedo y el estrés los que nos llevan a darle vueltas a los problemas.

Las hormonas del estrés la adrenalina y el cortisol activan la función de varios órganos, aceleran el corazón, incrementan la frecuencia respiratoria, incrementan la pérdida de líquidos y disminuyen la motilidad del intestino.

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