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Donald Trump: El Gran Impostor

Victor Lustig (1890 –1947) fue un hábil estafador (con artista) austro-húngaro, conocido en Europa y los Estados Unidos a principios del siglo XX. Desde niño mostró un encanto e imaginación inusuales y usó su talento de manera única durante su vida. Aprovechando el dominio de varios idiomas, engañaba a pasajeros de transatlánticos que navegaban entre París y Nueva York, haciéndoles creer que tenía una máquina para hacer dinero y la vendía al precio exorbitante de U$S 30.000. La máquina producía en las primeras 12 horas sólo dos billetes de U$S 100 y, cuando los compradores se daban cuenta de la estafa, Lustig había desaparecido.

Pero su hazaña más notable, todavía no había ocurrido. Después de leer en un periódico un artículo que trataba sobre los problemas que tenía París para mantener la Torre Eiffel, Lustig adoptó la personalidad de un alto funcionario del gobierno y envió a un grupo de seis comerciantes de chatarra una invitación para discutir la posibilidad de vender la Torre Eiffel por chatarra. Uno de los comerciantes compró la torre y Lustig se fugó a Viena con una maleta llena de dinero en efectivo. El traficante se sintió tan humillado que decidió no denunciarlo a la policía. Así fue como Lustig se convirtió en uno de los impostores más notables de la historia. Hasta ahora.

Hace unos días, la presidenta demócrata de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, criticó enérgicamente el ataque totalmente equivocado e inapropiado que el presidente Donald Trump había escrito en Twitter contra un conocido diplomático estadounidense durante los procedimientos de juicio político: . “No debería arrojar insultos de manera tan frívola. Pero eso es lo que hace. Creo que parte de esto es su propia inseguridad como impostor. Creo que él sabe muy bien que está en ese cargo muy por encima de su cabeza, por lo que tiene que disminuir a todos los demás».

Quizás sin darse cuenta, Pelosi se refería al «Síndrome de Impostor», un patrón psicológico de comportamiento en el que los individuos dudan de sus logros y tienen un persistente temor interno de ser expuestos como «fraudes». Este fenómeno fue descrito por primera vez por la Dra. Pauline R. Clance y la Dra. Suzanne A. Imes en 1978. Las personas con este comportamiento a menudo atribuyen su éxito a su creencia de que son más inteligentes que el resto de la gente, un hecho expresado repetidamente por el presidente Trump en público o a través de Twitter (su arma preferida).

Los investigadoras encontraron que algunas personas que experimentan este fenómeno sufren de baja autoconfianza. Una forma de superar esto es disminuir a todos los demás, a menudo ni siquiera respetando el protocolo diplomático. Después de que la primer ministra danesa, Metten Frederiksen, rechazara una propuesta presentada por la administración Trump para comprar Groenlandia, calificándola de «absurda», Trump la calificó de «desagradable», su insulto preferido para las mujeres en la política.

Trump no tiene reparos en hablar de sus logros, ya sean reales o percibidos. Al discutir la guerra comercial con China, declaró: «Esta es una guerra comercial que debería haber tenido lugar hace años … alguien tenía que hacerlo. Yo soy el Elegido». Algunas personas especularon irónicamente que aprendió estas palabras después de leer» Ozymandias», el clásico poema de Percy Bysshe Shelley que contiene la frase: «¡Mi nombre es Ozymandias, rey de reyes!» (se sabe que Trump es un pésimo lector). Del mismo modo, luego de su decisión de retirar a las tropas estadounidenses del norte de Siria, tuiteó: “Como dije antes, y solo para reiterar, si Turquía hace algo que yo, en mi gran e inigualable sabiduría, considero estar fuera de los límites, la destruiré y destruiré totalmente la economía de Turquía (¡lo he hecho antes!).»

Varios profesionales especializados  en  salud mental han considerado la grandiosidad y el desprecio de los hechos por parte de Trump como parte del «trastorno de personalidad narcisista» que impulsa el comportamiento del presidente. Esto se explica en cierta medida por sus sentimientos de inseguridad como impostor. Victor Lustig, que hasta ahora era uno de los impostores más conocidos de la historia, ha tomado el segundo lugar, y Nancy Pelosi debería recibir crédito por esto.

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