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Doble moral social

Desde hace varios años vengo trabajando con proyectos sociales en diferentes escalas, países y tipos. Estando en este ambiente, me he dado cuenta que existe una doble moral social.

El primer aspecto que llama mi atención es el uso de proyectos sociales para fines políticos. Trabajar con comunidades vulnerables te brinda una plataforma de contactos, llegada a la gente, compromiso con la comunidad y la posibilidad de mostrar con acciones lo que pudiese ser una posible gestión política. Dentro de todo, me parece la menos deshonesta de las prácticas políticas, al menos se cumple con la inversión social, generación de impacto y el riesgo de corrupción es relativamente bajo.

El segundo punto, es la contradicción social. Digamos que como proyecto social buscamos resolver una problemática X que afecta una comunidad, sin embargo, el equipo se compone por chicos de clase media-alta con muchos contactos en sectores claves para conseguir fondos y la metodología desarrollada como proyecto permite que estos voluntarios desarrollen liderazgo, habilidades blandas y puedan tener una experiencia en campo. Por lo general la problemática social es aliviada hasta cierto punto, mas el resultado es escaso y el mayor beneficio es que los voluntarios y coordinadores logran desarrollar destrezas altamente valoradas en el mundo laboral.

El punto anterior me lleva a hablar de la doble moral del voluntario. Hace un par de meses leí un artículo en el Huffington Post que hablaba precisamente de eso, llamado The Problem With Little White Girls, Boys and Voluntourism  (El problema con las niñitas y niñitos blancos y el voluntariado) en donde se explica que muchos chicos de buenas escuelas o universidades van a hacer voluntariados en donde ni siquiera cumplen con las habilidades y conocimientos necesarios para eso. Incluso muchos lo hacen porque es bonito tener una foto con un niño negro en Zambia.

Este tipo de acciones más bien van en detrimento de la comunidad, ya que el voluntario sin capacidades irrumpe en la dinámica social de determinada comunidad, creyendo que puede ser médico, profesor y obrero cuando en verdad es un estudiante de quinto semestre de estudios políticos. Recomendación: evaluar bien nuestras capacidades antes de inscribirnos en un programa de voluntariado. Como dice el artículo: “Es sólo a través de la comprensión de los problemas que enfrentan las comunidades, y el continuo desarrollo de las habilidades dentro de esa comunidad, que se crearán soluciones a largo plazo”.

Otro punto, es la subjetividad en la asignación de fondos. La mayoría de las veces los factores de decisión para asignar fondos a un determinado proyecto radican en qué tan mercadeable puede ser el proyecto, grandes números de impacto social en corto plazo y cual interfiere menos con el gobierno. Esto deja por fuera muchos proyectos de derechos humanos y de creación de capacidades. Los gobiernos, a través de programas de cooperación, buscan un acercamiento con el gobierno receptor, por ello se terminan eligiendo proyectos del propio gobierno, por más mediocres que sean, pero que a la larga puedan traer algún tipo de concesión económica en otros rubros (empresas extractivas, petroleras, mineras, etcétera). Desde mi punto de vista, esto deslegitima la causa y si bien por un lado se está “ayudando”, por el otro se está generando más daño.

El quinto y último punto es el sobre-aprovechamiento de las causas sociales por las propias organizaciones. Conseguir fondos para proyectos sociales en América Latina, África o Asia no es tan difícil. La necesidad es muy tangible y el impacto que se puede generar es muy grande. Sin embargo, muchos de los fondos destinados para proyectos en estos lugares se gastan en pagar ostentosos viajes y oficinas para los directivos de la organización, pagar altísimos sueldos en Estados Unidos o Europa mientras que se subcontrata personal operativo en el lugar del proyecto pagándole un sueldo miserable porque “trabajas para una ONG” y es sobre-entendido que el sueldo es bajo y que se hace por amor al arte.

Aunque soy fiel creyente de que se deben aumentar la inversión social, también soy su mayor crítica porque sé y creo que se puede hacer un trabajo mejor.

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