La poesía es un arte que refleja la transitividad del ser en función del tiempo, del espacio y de una realidad, aparentemente, inteligible; por ende, no es descabellado reconocer el despliegue estilístico que en la contemporaneidad, y, así, proporcionalmente, en cada uno de los momentos de la literatura universal, que se estima en tal o cual obra. En tal consideración, la tendencia neobarroca es una de esas corresponsabilidades que la palabra tiene con la historia, reconociendo que, si bien con el verbo se puede transformar un precepto, «transformar» también suscita la reconstrucción, la deconstrucción y la construcción de determinado concepto: el barroco es uno de estos, a través de sus variables «neobarroco» y «neobarroso», nacidos entre los años sesenta y noventa, sobre
todo en la poesía rioplatense, antillana y centroamericana, en los cuales se da una permutación del pathos, ahora subyugado al logos, pues «la literatura renuncia a su nivel denotativo» (Sarduy, 1972, p. 168); es decir, hay una exploración en la magnificencia de la lengua por encima de la necesidad de hacerse comprender. Este trazado estético, incluso, revela marcas identitarias que ya lo suscriben como americano, si se repasa lo mencionado por Dobry (2009, p. 3): «se está reflexionando acerca del Barroco como el arte propiamente americano y se está formulando la doctrina de un neobarroco que será, sobre todo en poesía, el movimiento nuclear —y panamericano— hasta mediados de los ochenta».
Esta tendencia, para la cual coinciden varios estudiosos en atribuir como detonante La expresión americana en 1957 del poeta cubano José Lezama Lima, compromete que la retórica, al parecer, surge como monarca ante la poética; sin embargo, poetas como Ernesto Cardenal conllevan a repensar ese estigma de lo estrafalario y plantea un principio de inmensidad en la palabra, como refiere Fernández Retamar (2010, p. 34) «La poesía de Ernesto ofrece una visión tierna, ácida o maravillada de las cosas», y este es el caso de Epigramas (1961). Si se piensa en la condición cosmopolita en los poetas neobarrocos, puede pensarse que, dentro de la preocupación por asuntos sociales, es decir, la fijación en un fondo más que en una elaboración compleja en el lenguaje, Cardenal toma un espacio distinto al de su origen, Estados Unidos, y entiende, por medio de su poema en requiéscat «Oración por Marilyn Monroe» (1962) el eje simbólico de su crítica: «expulsando a los mercaderes de la 20th – Fox que hicieron de Tu casa de oración una cueva de ladrones» (Cardenal, 2010, p. 104).
Estos versos muestran el carácter paródico e irónico que expone en la imagen de Monroe el epicentro y, además, plantea una función intertextual con el texto bíblico, como se ve en los Salmos y en los cuales recrea escenas y escenarios propios de este referente, los cuales dejan entrever un atisbo claro de su ideología, como en su «Salmo 150» (1964): «Alabad al Señor en el cosmo Su santuario de un radio de 100.000 millones de años luz» (Cardenal 2010, p. 103). Estos versos muestran un antecedente que vivifica una facultad experimental de trastocar los distintos momentos a partir de la Iglesia como elemento místico que ha demarcado la Historia: «¿Cómo barroquizar una iglesia?; llenarla de ángeles en vuelo, glorias, hipnóticas, remolinos de nubes en extática levitación, falsas columnas» (Perlongher, 1991, p. 3). De tal manera, se reconoce cómo la aparente ociosidad se ostenta como un camino que se traza hasta llegar a la esencia y exponer una forma entre muchas de revelar: «Cardenal hace de la poesía y la profecía una sola misión, una manera de integrar el arte y el evangelio» (Derusha, 2010, p. 35).
Al perderte yo a ti tú y yo hemos perdido: yo porque tú eras lo que yo más amaba y tú porque yo era el que te amaba más. Pero de nosotros dos tú pierdes más que yo: porque yo podré amar a otras como te amaba a ti pero a ti no te amarán como te amaba yo (Cardenal, 2010, p. 49).
Estos versos de tono sentencioso que hacen parte de Epigramas manifiestan lo que Sarduy (1972) señala como «Condensación» para referirse a esa característica neobarroca donde se fusionan varios elementos con alguna intención estética, generalmente, desde un nivel fonético y relevan una aplicación de la intratextualidad: «hacer surgir el sentido allí donde precisamente todo convoca al juego puro, al azar fonético, es decir, al sin-sentido» (p. 173). Sin embargo, en el resto de los epigramas hay un nombre femenino, Claudia, que, explícitamente, hace entender que este aparente juego de eufonías donde abundan las anáforas, las aliteraciones, el oxímoron y el hipérbaton tienen una consonancia tal que logra una armónicamente lograda compenetración entre el fondo y la forma. Podría analizarse, por tanto, que lo mencionado por Sarduy (1972, p. 182): «En el erotismo, la artificialidad, lo cultural, se manifiesta con el objeto perdido», se nota en Cardenal y, si bien mantiene dichos tonos neobarrocos, el mencionado objeto no está tan perdido después de todo como puede verse en un epigrama posterior, en el cual se manifiesta un agravio por los aparentemente infructuosos versos: «Sabed que yo los hice para una como vosotras y que fue en vano» (Cardenal, 2010, p. 53).
En definitiva, se podría registrar el nombre de Cardenal como poeta neobarroco, si es de referirse a rasgos; sin embargo, ese matiz de falsedad, extravagancia, anacronismo y ociosidad que se le atribuye a dicha corriente son retadas por la causa espiritual, amorosa o política de este poeta nicaragüense. Por tanto, sería ocioso limitar la magnificencia de esta poética dentro de un posible neobarroso, que, de todos modos se queda corto, o dentro un apresurado objetivismo, pues, en definitiva, hay algo más allá de la categoría, ¿por qué no llamarlo el ejercicio o conmoción del deleite estético?
Bibliografía
Cardenal, E. (2010). Poesía. Quito: Libresa.
Derusha, W. (2010). «Algunos juicios críticos». Recuperado en: Cardenal, E. (2010). Poesía. Quito: Libresa, p. 35.
Dobry, E. (2009). «Barroco y modernidad: de Maravall a Lezama Lima». Orbis Tertius – vol. 14 no. 15. ISSN 1851-7811, págs. 1-7. Recuperado en: Dobry, E. (2017). Materiales para el curso de Poesía contemporánea en Hispanoamérica: raíces y tendencias. Barcelona: UNIBA.
Fernández Retamar, R. (2010). «Algunos juicios críticos». Recuperado en: Cardenal, E. (2010). Poesía. Quito: Libresa, p. 34.
Perlongher, N. (1991). «Introducción a Caribe tranplatino, poesía neobarroca cubana y rioplatense». Recuperado en: Dobry, E. (2017). Materiales para el curso de Poesía contemporánea en Hispanoamérica: raíces y tendencias. Barcelona: UNIBA.
Sarduy, S. (1972). «Barroco y neobarroco». En: Fernández Moreno, C. (coord.), (1984). América Latina en su literatura. México D.F., Siglo XXI, p. 167-184.