“No dejes
que
nos coma el diablo amor,
que se trague tu calor,
que eructe mi dolor”
Caifanes
La muerte en el poema es un efecto más del lenguaje. Así la poesía batalla con ella, dándole vida en el poema para erradicar el silencio de la página en blanco. El poeta compone música, si es rock mejor, con los huesos de la muerte que son del color de la página en blanco:
“Perdóname si beso el viento”, dijo el Kit Kat
a través de sus labios Y el viento fue el último
en despedir al forastero cuando Suzanne murió
Ted por fin pudo comprender que no era
una metáfora: ella alcanzó el otro extremo
de la cuerda (que empezó a dibujar de niña)
para alejarse de donde la vida no estaba la vida
(ESCENA 44: PULP)
Maurizio a los diez años respondió que quería ser poeta, no sabía qué significaba ser un compositor de palabras y sueños, todavía no escribía, pero miraba y leía. Reconoció desde muy temprano rostros fundamentales de la poesía peruana contemporánea. Sus familiares eran amigos de extraordinarios escritores. Además el hecho de crecer en un hogar donde se hablaba más de una lengua: italiano, croata y español, había creado en la conciencia del individuo una condición particular para comprender y capturar la reflexividad y plasticidad del lenguaje:
under this light
the writing
opens
ed è subito será
(ESCENA 42: PATHETIC CONCERT)
Yo en cambio a los diez años no sabía nada de poesía, pero sí de oraciones, mitos y esoterismo. Es así que este 2015 me encuentro ante un viejo conocido gracias a Maurizio: el judío errante. ¿Quién es el judío errante? ¿Es aquel hombre que le negó el agua a Jesús en su camino al Gólgota? ¿Es aquel hombre castigado a vagar por el mundo, condenado a recorrer todas las tierras hasta que toquen las campanas del juicio final? Probablemente. A veces me imaginaba al judío errante siendo juzgado: “¿Por qué no le diste agua al Salvador, al hijo del hombre que quitó el pecado del mundo, judío errante, judío sin nombre?. Me imaginaba a mí mismo como el judío errante respondiendo al juez del evento más esperado por los católicos: “Porque no quise pe”. Me reía mucho cuando pensaba en eso. Suponía que el judío sería perdonado porque iba a hacer reír a todos los asistentes de tan magno acontecimiento. Pienso que la risa es salvadora, cura, como la danza o la música. La risa vence a la muerte como la escritura poética. La poesía también debería hacer reír. No hay mucha poesía que haga reír lamentablemente.
El mito del judío errante refleja la lucha de la misma poesía desde sus comienzos condenada a no morir y perseverar en la vida. La poesía es la continua negociación con la muerte que es el silencio y siempre regresa renovada, recreándose a sí misma para luego envejecer y empezar de nuevo un ciclo glotón, es que la poesía es devoradora, se traga todo a su paso, luego se recicla hasta hacerse polvo. Entonces allí en ese desierto de repeticiones y desgastes, como le ocurrió a la poesía conversacional en su momento, el poeta como buen baqueano que es debe enrumbar hacia otros territorios inexplorados, nuevos territorios por conquistar. Una de las versiones de la leyenda del judío errante indica que cuando parece que está a punto de morir, ya muy viejo, viejísimo, hace su aparición uno de los arcángeles y lo hace renacer a la fuerza, lo hace ser joven de nuevo para que tenga la fuerza suficiente para cumplir con la severidad de su castigo y vagar por los cinco continentes, por los siete mares del mundo conocido y encontrarse con esos otros inmortales trotamundos: Caín, el Conde de Saint Germain, el holandés errante o el Preste Juan. La poesía de Maurizio Medo no busca envejecer sino permanecer novel como una buena canción de The Ramones: “Hey ho, let’s go! hey ho, let’s go! Hey ho, let’s go! hey ho, let’s go!”. La poesía de Maurizio Medo es transtemporal como el judío errante hecha de flashbaks y flashforwards. Envejecer en su lenguaje es lo peor que le puede pasar a un poeta y los poetas lo saben, eso es lo que temen más que la misma muerte, un señor muy viejo con unas alas enormes:
Dime, novel, si “la poesía está casi ciega
como una cámara” quiso decir el viejo Jack
O si desde allí adivinas el vuelo de los dodos
que nunca vemos porque ellos sueñan solo
sueños que conciernen a sí mismos Dime si
ese no es el método para hacer que, invisible
se levante hasta constituir un infinito,
(ESCENA 45: DIME NOVEL)
Maurizio Medo regresa recargado con Dime Novel (2015), su última aventura poética. Según el autor el libro recrea el mito del judío errante: “Dime novel es mi interpretación parcial a través de una novela gráfica, escrita en español, inglés y yiddish, sobre el mito del judío errante. Los idiomas fluyen en ríos paralelos”. El lector no se haya frente a un libro de poemas, pero tampoco frente a un libro de poesía simplemente. Dime Novel (2015) hace suyo los experimentos de las vanguardias latinoamericanas. Libros como 5 metros de poemas (1928) de Carlos Oquendo de Amat saltaban como en el juego de la rayuela los convencionalismos poéticos para viajar por el mundo de los significantes transnacionales y luego regresar, saltando también, para preguntarse después del largo y fructífero trayecto por la identidad del ser latinoamericano, de ser peruano, tal como ocurre con el último libro de Medo:
Para adelantar al pasado los peruanos desarrollamos
una resistencia muy particular: debemos correr
una perpetua maratón hasta alcanzar el presente
(ESCENA 35: WOODLAWN CEMETERY)
Como se ha indicado, el libro de Medo recuerda hasta cierto punto el experimentalismo de 5 metros de poemas (1928) de Carlos Oquendo de Amat, libro que refleja el efecto contundente que tuvo el arte cinematográfico cosmopolita para los poetas de los años veinte del siglo pasado tanto en el trabajo y reconocimiento de la imagen en movimiento en el papel en blanco como para la transición o montaje entre los poemas. Como sucede con Dime Novel (2015), el libro de Oquendo expresa la pregunta por el ser peruano y latinoamericano: “Aldeanita de seda / ataré mi corazón / como una cinta a tus trenzas”(“Aldeanita”). Habría que precisar que la estética heterogénea de lo “glocal” — global en dialéctica con lo local — término acuñado por Medo, ya se encuentra en la misma vanguardia nacional de hace casi noventa años. En Dime Novel (2015) los poetas se convierten en personajes insertados en el (des) orden del lenguaje, base de la mejor poesía. Perseveran así a la muerte, el silencio y el olvido, al ser traducidos y transportados a la misma textualidad del lenguaje poético:
—Nunca oí decir en New York tantas veces la
palabra Pekín, ¿es una ciudad
o una situación? — preguntó
Winter se la pasa en vela distinguiendo cururos en
las sabanas de la noche para llegar a la mañana
y volver a preguntarse si él es el lugar de
la nostalgia o si esta ocurre
a través de él
(ESCENA 34: PECULIER)
Medo además indica que su poesía no es de biblioteca, no se restringe por lo tanto a ser mero producto de una lectura condicionada y prefijada de lo literario y lo popular, sino que dialoga con el rock, el cine, la imagen, la pintura, la fotografía o el ícono. Estos recursos no son sólo un detalle cosmético en su creación sino que se tornan imprescindibles para entender un arte que está hecho de distintos géneros y bebe de la hibridad:
And you want to travel blind
And you know that she will trust you
Lo adivinó justo cuando me asaltó la imagen
de dos monstruos que lloraban al vadear el río
por el miedo de tener que decirse solo adiós
(ESCENA 30: AHEAD LAST)
(MÚSICA DE LEONARD COHEN)
Pero Dime Novel (2015) no es meramente la aventura del judío errante multilingüe, transgenérico. La poesía no se encuentra sólo en la palabra escrita. La palabra escrita es también producto del montaje de imágenes que provienen de distintos lenguajes como el cinematográfico o el fotográfico porque la poesía también se escribe en el aire. Pero esta negociación para la continua recreación del lenguaje escrito ya se halla en esa decisión del mono cósmico por organizar los cielos con nombres e historias de dioses, héroes y monstruos. El libro de Maurizio Medo recurre a la antigua tradición renacentista del emblema: el texto que dialoga con una imagen. El emblema nació del azar, en un gesto económico que seducía la continua curiosidad de interpretación del hombre, la continua curiosidad para encontrar significado a las imágenes. En este sentido no importa que el texto no tenga vínculo alguno con la imagen, el hombre por su misma naturaleza se encarga de crear significado, el mismo que siempre se escurre como el judío errante cuyo verbo favorito es “recordar” como ocurre con este libro de Medo. Un libro, por cierto, hecho de recuerdos. Total, el lenguaje es fruto de una arbitraria convención y desde entonces ha organizado la vida humana:
Como sea
Aquella noche soñé con mamá
Era un haya y, ante ella, Yocasta, afligida,
confesaba: “i’d rather go blind”
(¿no era esa la frase de aquella canción?)
(ESCENA 33: NIGHTMARE)
Dime Novel (2015) es lo nuevo de un poeta de otros tiempos y que se renueva constantemente imponiéndose nuevos retos, rechazando los halagos, arriesgando hacia nuevos territorios, para hundirse y no correrse del caos, experimentando con ese magma que significa ser humano: hijo y producto de todos los horrores y las alegrías. Pero del caos, el judío errante que es el poeta crea un orden novedoso y con final abierto. Un orden con múltiples interpretaciones y que es enemigo del silencio, de todos los silencios. De esta manera también nos encontramos frente a una composición musical que crea armonía de la desarmonía y viceversa. Aparecerá próximamente en inglés en los Estados Unidos y en español en diferentes ciudades de Latinoamérica. Va a ser un gran acontecimiento para la poesía latinoamericana como lo fue Manicomio (2005).