– Maestra, mi mamá le va a preguntar cómo me porté…
– ¿Y tú quieres que le diga la verdad?
– No.
– ¿Quieres que le diga una mentira, entonces?
– Sí. Quiero que le diga que me porté bien…
Se acerca la mamá…
– ¿Como se porta la niña?, pregunta…
– Dígale la verdad, maestra… urge la niña.
La maestra mira a la niña de decidida precocidad, antes de decirle a la madre… la verdad:
– Ella se porta muy bien. Una niña que sabe lo que quiere, se porta como debe.
Esa niña tiene 6 años y muchas ganas de vida plena.
– ¿Cuál es la fruta más rica de tu país?
– Maestra, lo que más extraño de Honduras, no es fruta, es mi abuelita. Porque mi abuelita es lo que yo más quiero. Siempre me celebraba mi cumpleaños. Mi mamá le daba el dinero, pero ella era la que me compraba el vestido y me compró una corona cuando cumplí cuatro años. Y siempre usa falda y camisas de colores.
Esa nieta tiene 7 años de dulzura hecha de cariños de abuela.
– Lo peor de emigrar es que tengo que dormir con mi abuela. Porque ella no se baña.
Con 11 años bien robustos e inconformes pasos, camino a New Orleans.
– Cuéntame una mentira.
– Fui al mercado y le compré unas uvas a la señora de las frutas. Y ella me dijo que las uvas estaban envenenadas.
Una niña de 7 años que no se comió las uvas.
– Yo no quiero compartir mi historia porque no me gusta.
Una niña en el cuerpo de una mujer de 16 años.
– Yo me voy para el norte porque mi mamá me mandó a pedir. Pero ella no me quiere.
– Si te mandó a pedir es porque te quiere.
– Yo nunca he vivido con ella, y no me importa, porque yo tampoco la quiero a ella.
Un niño con 11 años a cuestas.
– ¿Y tu papá viaja con ustedes?
– No.
– ¿Por qué?
– Porque a mi papá lo mataron hace cinco años, delante de nosotros.
Un joven de 15 años muy bien puestos.
– ¿Cuál es la comida que más te gusta de tu país?
– ….
– … puede ser la comida más sabrosa que prepara tu mamá…
– …
– … algo dulce, o salado…
– … Pizza… Mac Donalds.
Un niño de ojos pequeños y mirada grande de 11 años.