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Día Internacional de la Mujer Trabajadora

Las jóvenes de hoy no conocen la tarea tan ardua de las mujeres a lo largo del siglo para que gocen los derechos que hoy tienen,, como el derecho al voto. Lo que hoy celebramos inició en 1857, un grupo de obreras textiles salieron a las calles de Nueva York a protestar por las míseras condiciones en las que trabajaban, explotadas como esclavas. Fue hasta 1910, durante la Segunda Conferencia Internacional de Mujeres celebrada en Dinamarca que declararon el 8 de marzo como Día Internacional de la Mujer Trabajadora. La lucha no ha terminado, seguimos ganando terreno en un mundo de hombres, preparándonos para obtener mejores salarios, por ser respetadas, disfrutar el derecho de una vida sexual y reproductiva, incluso algunas por el derecho al aborto. Compartimos un fondo común de reacciones y representaciones innatas del mundo, llamada inconsciente colectivo. Este dispositivo de la conciencia regula un fondo común de modelos de conducta llamados arquetipos, entre los que se encuentra “que la mujer es enemigo de otra mujer”, esta representación nos vuelve desconfiadas y no permite hacer grupo para llegar a cargos importantes, lo que se llama el síndrome del cangrejo en el balde, ninguna avanza porque las demás la jalan. Es un hecho, el 50 por ciento de la población en nuestro país es femenina, pero la cultura machista sigue subestimando el talento de las mujeres, muy a pesar de que el 44 por ciento de mujeres aportan en la economía nacional. Vamos olvidando el machismo de Aristóteles que afirmaba: “la naturaleza solo hace mujeres cuando no puede hacer hombres. La mujer por lo tanto es un hombre inferior”. Bajo este esquema misógino la humanidad ya se hubiera extinguido. No hay campo laboral que una mujer no pueda realizar, incluso en carreras universitarias las mujeres elevan en número a los varones, Con la pena, son muchas las que escasamente saben leer y escribir, pero otras sin oportunidades son ejemplo de superación y constancia, se realizan a través de sus hijos, ejemplo de emprendedoras. Pero también preocupan esas mujeres que solo utilizan su vientre para tener hijos y los gobiernos no han podido darles las herramientas para que también utilicen su cerebro y se superen. No me olvido de mis luchas, en la adolescencia quería ser hombre, por los privilegios que gozaban y los abusos que sufrimos a causa de la ignorancia y el machismo. Los hombres ejercían su libertad al contrario de nosotras que hasta teníamos que cuidar la virginidad como un tesoro. Pero no le voy a cobrar la factura al gremio masculino, soy madre de varones a los que he educado en equidad, con valores: respeto, independencia y autonomía, para que no vean a la mujer como servicio doméstico. Hombres y mujeres necesitamos sumar, crecer juntos, cooperar, no competir entre géneros, la mujer no es víctima y el hombre villano. Es bueno entender que hombres y mujeres no somos iguales, no somos diferentes, somos complementarios y todo evoluciona, hasta los roles de pareja. Si queremos avanzar, no tratemos a la mujer como víctima, la que carece de autoestima, necesita ayuda para salir adelante. Tenemos que escuchar para aprender, sembrar para nutrir, formar redes de apoyo, unidas cosechar para multiplicar nuestra misión como mujeres nutricias

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