La mayoría de los países latinoamericanos han transitado por un camino de males proporcionado por el nuevo siglo. Hasta el siglo 20, Latinoamérica nunca tuvo mucha importancia en el plano mundial. A principios del siglo 21, América Latina veía aumentar su poder político conjuntamente con el desarrollo de las ideas liberales y democráticas. A partir de este momento muchos nuevos gobiernos latinoamericanos se han apoyado en movimientos sociales e izquierdistas creando un gran cambio en el panorama político.
Las enseñanzas y experiencias de importantes figuras nacionales y escritores de América Latina tienen una extensa tradición de influencia en la formación de sociedades y modelos políticos y económicos. Tanto como las ideas y pensamientos de José Martí como los de García Márquez han influenciado ideas colectivas que hoy dominan la política del nuevo siglo. Como dice Enrique Krauze, en América Latina los poetas (en este caso, los escritores, pensadores y héroes históricos) son profetas. ¿Será posible que la literatura moldeó la sociedad de este siglo?
Martí siempre fue un mártir al hablar de la independencia, sobre todo si se trataba de Cuba. Creía que Hispanoamérica solo podía ser gobernada por alguien que la conociera y no por un libro yanqui (ya dándole significado a la palabra) o europeo. Para Martí era imprescindible resolver el problema sobre los caudillos cuyo objetivo es el poder y no la libertad. Esta libertad podía ser conseguida a través de la república. Una república que abriera espacios para los pueblos indígenas y las masas pobres.
La mayoría de los países latinoamericanos han sufrido por tratar de establecer su identidad nacional. Rodó claramente expresó en Ariel una gran creencia en el nacionalismo hispanoamericano. El autor también creía en la educación como fuente principal para alcanzar la altura ideológica. Rodó veía en Latinoamérica un liberalismo moderado donde se conseguía tolerancia por la religión y reformas sociales.
Hasta el propio Gabriel García Márquez creía más en el realismo del socialismo que en su propio realismo mágico. “Gabo”, como lo llamaban sus amigos, seguro tuvo mucho en común con los pensamientos de Martí y mucho en que diferenciarse de los de Orwell. Orwell creía que cualquier escritor que apoyara el totalitarismo, se destruía a sí mismo. Por otro lado, García Márquez no veía nada malo en la poca libertad de expresión que había en Cuba por el simple hecho que consideraba que los escritores podrían tomar eso como una pausa. Quien sabe si los frecuentes cambios de gobierno e instabilidad y desorganización de Macondo fueron más que un mero reflejo de las situaciones políticas de Latinoamérica. La locura cómo la revolución son temas principales en esta novela que tampoco se escapaba de la realidad de las dictaduras en Nicaragua, Panama y Cuba en 1965.
¿Que país en el siglo 21 no ha querido buscar la libertad sobre Estados Unidos y promover la unión del Sur? Más bien, es el tema principal de nuestros días. Podríamos tomar cualquier país en Latinoamérica y sería caso para los pensamientos de estos autores que no vivieron más allá del siglo 20. El ALBA, MERCOSUR y el CELAC no son más que medios para la búsqueda de la independencia y la identidad hispana. El impulsivo propósito de conseguir la consolidación de los pueblos de Latinoamérica se asocia con gobiernos socialistas o socialdemócratas que desean asegurar la unificación económica regional y el bienestar social de los pueblos.
En la realidad las reformas sociales puestas en marcha para ayudar a las mayorías pobres, casi nunca han sacado a los más desfavorecidos del hoyo negro en el cual están condenados, sino que, en la mayoría de las veces, han ayudado a incrementar el populismo de unos lideres políticos. Ese caudillo latinoamericano que consigue el amor del pueblo pero no tiene sino ojos para el poder. Cosa que lo deja cegado y lo descarrila de buscar una real democracia.
Es por esto y por mucho más que no creo que la democracia real (como es definida en estos tiempos) consiga la luz al final del túnel en ningún momento cercano. Al menos no a mis ojos ni a los de muchos autores. Y ni nombremos las ideas de revolución y socialismo establecidas por algunos importantes poetas. Al leerlos pudiéramos descubrir en sus escritos la descripción de las formaciones políticas de Venezuela o Bolivia, sin casi darnos cuenta.