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Después de Maduro qué

“El que tenga ojos que vea; el que tenga oídos que escuche”. Esta parábola atribuida a Jesús por Mateo la repetía Hugo Chávez con frecuencia para referirse a la aceptación que en el pueblo tenía su liderazgo y sus actos.

Hoy se la recordamos a Nicolás Maduro y a su entorno porque parece que “con los oídos oyen pesadamente. Y han cerrado sus ojos”.

No quieren escuchar la voz de ese pueblo que tantas veces mencionan y que con sus actos y palabras dicen ¡Basta!.

Lo dijo con la asistencia masiva el 6 de diciembre de 2015 a las elecciones para la Asamblea Nacional; lo dijo cuando respondió firmando para convocar el Referendo Revocatorio y lo está diciendo ahora que le piden validar los partidos políticos.

Este último proceso, que comenzó el 4 de marzo, se ha desarrollado con normalidad y entusiasmo. Primero Justicia demostró que tiene una maquinaria como la de Acción Democrática en su mejor época: trasladó a los simpatizantes y los instruyó sobre lo que debían hacer. Voluntad Popular manejó de manera asertiva el sentimiento de solidaridad que despierta Leopoldo López y su familia. Posteriormente, quienes validaron el partido recibieron un mensaje de agradecimiento. Y AD se movió como en sus momentos de gloria.

En la mayoría de los casos ha sido evidente el retraso en el proceso por falta de captahuellas.

La asistencia multitudinaria a ese nuevo obstáculo impuesto por el Consejo Nacional Electoral repite el mensaje: ¡Basta!

Y es que los venezolanos que quedamos en esta parte del planeta estamos cansados de recorrer farmacias para escuchar “No hay ningún antibiótico para adultos”. Estamos hartos de escuchar al pediatra decir que no hay vacuna contra el neumococo. Estamos hasta la coronilla de hacer cola para comprar pan, papel higiénico, azúcar, desodorante…

Sobran las rabias que pueden ser capitalizadas para un cambio… pero qué vendría después. No basta con prometer la salida de Nicolás Maduro de la Presidencia.

Maduro y su entorno no dan muestras de aceptar medirse en unas elecciones libres y transparentes. Y para colmo, hay grupos civiles armados que funcionan como fuerza paramilitar apoyando al gobierno.

Es necesario y urgente que los partidos políticos presenten un proyecto factible de gobierno mostrando fortalezas y debilidades a superar; tiempos para alcanzar las metas y recursos. Tal como se hace en las grandes empresas y que además sea discutido con los socios que somos todos los venezolanos. En eso nos acompaña la mirada internacional que, ojalá, evite enfrentamientos con saldos lamentables como ha ocurrido en otros países en situaciones similares.

“…muchos profetas y justos desearon ver lo que véis, y no lo vieron; y oír lo que oís, y no lo oyeron”. Así termina la parábola del sembrador.

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