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Despejar la mente en primavera

Estamos agobiados, preocupados, sentimos tristeza y frustración por la guerra de Rusia contra Ucrania. Hay también mucha incertidumbre, no sabemos qué es lo que sigue en este conflicto.

La sobrecarga noticiosa genera ansiedad, muchos no identifican qué es real y qué es noticia falsa entre todo lo que está publicando Rusia para confundir y justificar la destrucción. “Está muy lejos de América” -dicen algunos-. Sin embargo no importa que la guerra se esté desarrollando al otro lado del mundo. Ver la destrucción de un país, la muerte de personas inocentes, la separación de las familia genera dolor y preocupación.

Es una pena que los lideres se enfermen tanto de poder como para llegar al grado de psicopatía; pierden los sentimientos de compasión y de culpa por los seres humanos. Son tiempos de viajes al espacio pagados por millonarios gracias a la tecnología, pero en los cuales también vemos la degradación de los seres humanos a causa de líderes enfermos de poder y ambición.

Sin embargo, tampoco dejo de observar a esas personas y a las organizaciones que buscan la manera de ayudarlos arriesgándose para llevarles alimentos, ropa, medicinas, para facilitarles medios que les permitan salir del país y ponerse a salvo.

Otra realidad preocupante es que no se quiera declarar el fin de la pandemia. Tenemos que remar mucho en aguas turbulentas: los fallecimientos, el duelo, la inflación, la pérdida de empleo, el encarecimiento de los productos y los bajos salarios son pan de cada día.

En una encuesta llevada a cabo en E.U. para la Asociación Estadounidense de Psicología, las tres mayores fuentes de estrés en la población en este momento son: la guerra de Rusia contra Ucrania, los problemas de la cadena de suministro y la inflación. El panorama no está nada agradable, pero nos conviene aprovechar la llegada de la primavera para hacer un recuento de los daños y volvernos a conectar con las personas y las cosas que nos brindan propósito y alegría.

El 20 de marzo fue el Día de la Felicidad según la ONU. En esa tónica celebramos en un taller que llevé a cabo. Hicimos una introspección de una situación que nos hace feliz y la escribimos en un papel y la pegamos en la pared. Cuando fuimos a comer a un restaurante invitamos a los comensales a unirse a cantar la canción de la “felicidad” (autor el Pirulí). Fue algo que nos recargó las pilas y el efecto nos duró varios días. Es una manera de contagiar la felicidad. Valores como la solidaridad, la empatía con los que nos rodean, resultan una gran vitamina.

En estos tiempos necesitamos contagiar la actitud mental positiva y no dejarnos llevar por el miedo, el pesimismo, la ansiedad que disminuyen las defensas, causan déficit de atención, inseguridad y pérdida de confianza en nosotros mismos. Aquí les dejo algunas recomendaciones para despejar la mente y renovarnos al ritmo de la primavera:

*La atención plena, estar atentos al presente, disfrutar con los sentidos: ver, sentir, escuchar y saborear los manjares de la naturaleza y las manos que los preparan. El autocuidado, la alimentación, el sueño y practicar ejercicio.

*Examina tu pasado, ordena tu presente; revisa como inviertes el tiempo, la energía y las finanzas. Se pierde mucho tiempo en las redes sociales, date cuenta si vale la pena. Puedes estar gastando el tiempo en cosas equivocadas. Si no sabes lo que quieres nunca estarás satisfecho con lo que tienes y donde trabajas.

*Reduce la sobrecarga de información, revisa el consumo de noticias. ¿Qué estarías haciendo en lugar de ver TikTok, Instagram, Facebook?

*Limpia, pon en orden tu espacio. El desorden impide el pensamiento, tiene un efecto distorsionador que repercute en las emociones y en la productividad.

*Reconecta con las personas. Somos seres sociales, necesitamos el contacto con otras personas. Los abrazos elevan la hormona oxitocina, también lo hacen los vínculos afectivos con otras personas, un abrazo, un masaje, una comida deliciosa, una conversación agradable, bailar, cantar.

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