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Desconfianza ante el poder

Voy a narrar algo que tiene características de sunami. Y todavía se desconocen sus consecuencias. Su nom de guerre es “Panamá Papers’’. Todo comenzó hace un año, cuando el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación se puso en contacto con los socios de Armando.info, Ewald Scharfenberg, Alfredo Meza y Joseph Polizuk, especializados en temas de investigación. Luego se sumaron otros periodistas.

¿De qué se trataba? Dos reporteros del periódico alemán Süddeutsch Zeitung, Bastian Obermayer y Frederik Obermaier, tenían una bomba atómica en sus manos: 11.5 millones de documentos filtrados de un bufete de abogados de Panamá,  Mossack Fonseca, “relativo a empresas creadas en paraísos fiscales para legitimar capitales de dudosa procedencia, o para evadir impuestos’’. Un material tan extenso y complejo que requería de una cuadrilla de reporteros entrenados por Lisbeth Salander, la heroína disfuncional de Larson.

Las dimensiones de este proyecto se pierden de vista: 370 periodistas, 78 países, 11.5 millones de documentos, para empezar. Se trata de la mayor filtración de la historia sobre cuentas opacas en todo el mundo, con nombres tan relevantes como el jugador de fútbol del club Barcelona, Leonel Messi; el Premio Nobel de literatura peruano, Mario Vargas Llosa; y el presidente de Argentina, Mauricio Macri; por citar tres latinoamericanos poderosos.

Las reacciones no se han hecho esperar. El gobierno de Panamá se apresuró en producir un video promocional para maquillar una fama muy bien ganada. Algunos implicados han buscado la manera de minimizar la gravedad de aparecer en una lista que quema, junto a narcotraficantes y burócratas chavistas que han robado hasta la comida del loro. Todos de una manera u otra hacen lobby para ser borrados de una lista que señala blanqueo de dinero corrupto y evasión de impuestos.

El aparato comunicacional de Nicolás Maduro acusó a los periodistas de “manipular los hechos’’, por no haber incluido a quienes pertenecen a la oposición. Maromas de humo necesarias para evadir el problema de fondo: la corrupción bestial que hiere de muerte a un gobierno sin legitimidad.

Alfredo Meza ha sido uno de los periodistas que ha trabajado en “Panamá Papers’’, el caso venezolano, y ha sido entrevistado en diferentes medios. La conversación más relevante la tuvo con Hugo Prieto en Prodavinci, donde rozó un tema álgido. ¿Por qué no fueron llamados los grandes medios de comunicación por el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación para desarrollar esta investigación? Buena pregunta.

En la respuesta que da Alfredo Meza en Prodavinci hay dos verdades. Es cierto que no llamaron a los grandes medios porque tanto los ciudadanos como muchos periodistas desconfían de los intereses que mediatizan las verdades en esos periódicos, revistas, canales y emisoras. Existen redacciones donde no se puede hablar de quienes arruinaron al país en la crisis eléctrica. Allí la corrupción se protege.

La otra verdad no resulta menos contundente: explica que en Venezuela nació un nuevo periodismo. Se mueve en portales de internet. Lo practican jóvenes arriesgados, que trabajan desde sus casas o desde la mesa anónima de un café. Y se están preparando, como lo hizo Mandela, para tomar el poder un día y hacer lo que es necesario para cambiar las cosas.

El viejo periodismo es un dromedario, que sabe que está muerto, en unas redacciones melancólicas que se van quedando sin gente, sin alma y sin dinero, por culpa de quienes no entendieron que había que cambiar.

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