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Derecha… ¿Qué derecha?

Desde la llegada del gobierno revolucionario, la nomenklatura chavista usa el término «derecha» para acusar a la disidencia sin importar su tinte ideológico. Es, en efecto, un término usado peyorativamente para descalificar sin ofrecer argumentos. Es una herencia de sus mentores y acaso, ejército de ocupación al que le han regalado el país: el régimen cubano.

Los voceros de la dictadura con aspiraciones comunistas señalan genéricamente a los opositores como «la derecha». Sé bien que hay en esa neolengua revolucionaria – de la cual forma parte esta acusación demodé – la firme intención de «crear una nueva historia», de «redefinir al ciudadano» para transformarlo en el Nuevo Hombre, en el «buen revolucionario». No obstante, si nos atenemos al discurso y las políticas aplicadas por los gobiernos venezolanos a partir de 1958, podemos afirmar que aquí no han existido partidos de derecha verdaderamente importantes.

Los modernos partidos políticos venezolanos surgieron después de la muerte del general Gómez. Con el dictador murieron también las organizaciones decimonónicas, las cuales fueron, en todo caso, meras plataformas para los caudillos que a lo largo de la segunda mitad del siglo antepasado sumieron al país en una cruenta lucha intestina. En los últimos años de vida del inveterado dictador, la juventud ilustrada que pretendía emerger en la vida política militaba mayoritariamente en la izquierda. Hombres como Rómulo Betancourt, Raúl Leoni, Jóvito Villalba, Mario Briceño Iragorry se acercaban a lo que entonces se reconocía como progresista y que tenían en la Revolución Bolchevique su inspiración. Solo los jefes de montoneras que aún sobrevivían a la dictadura gomecista se identificaban con la derecha (el conservadurismo), pero por su estirpe, viciada  por el caudillismo, el clientelismo y las guerras civiles, su oferta ideológica generaba recelo en el liderazgo emergente, que asemejó las políticas conservadoras con ese status quo corrupto. 

AD, URD y Copei nacieron como partidos de izquierda. Rómulo Betancourt militó de joven en la causa socialista y solo después de constatar cuan poco ganado estaba el pueblo venezolano para el socialismo, hace de su partido, uno policlasista y progresista, y, por qué negarlo, el gran protagonista que sin dudas fue, al menos hasta 1999. Se apartaba Betancourt del socialismo clásico y se acercaba al pensamiento del renegado Carlos Kautzky, que luego sería la base de la robusta Socialdemocracia europea y de Acción Democrática. Con URD ocurre lo mismo, aunque ubicándose más a la izquierda que AD. Copei se inscribe dentro de la Democracia Cristiana y esta es una corriente eminentemente de izquierda. Aún más que la socialdemocracia. No hablemos del PCV, el otro de los partidos tradicionales venezolanos, que milita abiertamente en la doctrina marxista.

Son estos cuatro partidos los que realmente sobreviven a la Revolución de Octubre o como le llaman en estos días, el Trienio Adeco, y los que en 1958 vuelven al protagonismo político. El PDV, que fue poderoso mientras la élite gomecista siguió siendo «el Gran Elector», no llegó a consolidarse como una fuerza política importante que representara a la derecha. Cayó después del golpe de Estado que depuso al único presidente verdaderamente liberal que ha tenido Venezuela: el general Isaías Medina. La clase política dominante durante el reinado de Gómez finalmente perdió el poder con el quiebre institucional del 18 de octubre de 1945, y con ellos, y Arturo Uslar como su principal vocero, también cayó en desgracia el modelo el modelo liberal.

A la caída de Pérez Jiménez, cuyo verdadero partido eran las Fuerzas Armadas, toman el testigo las cuatro organizaciones tradicionales: AD, URD, Copei y el PCV, de los cuales surgieron nuevas agrupaciones con mayor o menor protagonismo pero, sin dudas, sin la fuerza popular que AD y Copei obtuvieron en ese período. Pero no cabe duda de ello, todos, tanto los originales como sus posteriores derivaciones, congeniaron con corrientes inscritas en la izquierda. Y son esos partidos los que dominaron el escenario político hasta 1998 y que hoy, pese a las aspiraciones hegemónicas del Psuv, siguen haciendo proselitismo político.

Los partidos más jóvenes, como el MIR, el MAS, el MEP, la Causa R, son escisiones de aquellos. El MIR y el MEP lo son de AD. El MAS es un derivado del PCV, como esa fugaz agrupación en torno a Caldera, Convergencia, lo fue de Copei. La Causa R también es una fuerza que procede de un grupo disidente del PCV, fundado por Alfredo Maneiro en 1971. Más recientemente, partidos como Un Nuevo Tiempo y Voluntad Popular, responden a la concepción moderna de los partidos políticos, que anteponen programas pragmáticos a los lineamientos filosóficos, pero se definen como socialdemócratas. Primero Justicia se inscribe como una organización de centro, pero, al igual que las otras, se erige más como una plataforma pragmática. Tal vez podría calificarse como verdadera «derecha» a Vente Venezuela y a su líder, María Corina Machado. Sin embargo, su participación en el escenario político venezolano carece de relevancia por ahora. No dudo yo, por esa preferencia nacional hacia las corrientes de izquierda.

En Venezuela no hay pues, partidos de derecha. No hay, de hecho, una derecha fuerte capaz de alternar el poder con la izquierda, como sí en Europa. Aunque con más partidos, ocurre más o menos lo mismo que en Estados Unidos, solo que allá los dos partidos mayoritarios se inscriben en la derecha. Si hiciéramos una infografía de los partidos venezolanos, la mayoría se ubicaría en la centro-izquierda e izquierda (comparables al PSOE, el Partido Socialista Francés o la Socialdemocracia alemana), Vente Venezuela en la centro-derecha (semejante al PP español), y ninguno se compararía con el de la ultraderechista Marine Le Pen. El PSUV, que reúne vicios del partido Nazi y del fascismo con los del socialismo extremo, parece inscribirse como un partido comunista (extrema izquierda), en el extremo opuesto al pensamiento de Le Pen.

Vociferan necedades pues, quienes hablan de una derecha en Venezuela. Casi todos los líderes venezolanos han militado y militan en la izquierda. Claro, son ellos demócratas y por ello, detractores del socialismo clásico, cuya cohabitación con los principios democráticos resulta contraria a su esencia.

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