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Adriana Cabrera

Del realismo mágico al realismo frio

¡Con cuantas cosas no se está de acuerdo! ¿Cuáles son los principios y cuales son las bases? ¿Por qué es importante no siempre obedecer? ¿cómo distinguir las aptitudes que se pueden cuestionar a viva voz y cuáles se deben hacer por escrito para dejar constancia? Cuando los hijos nacen uno se rinde a la evidencia que los periodos de transición hacen parte del cotidiano. Es como vivir en un vagón que no se mueve, cuando lo que se desea es estar sentado, tranquilo, quieto, en un vagón que nos muestre paisajes inimaginables.

¿Cómo le explicaría yo a mi abuela el mundo en el que vivo yo hoy? Es el primer mundo abuela, vivir en un país civilizado, donde todos los servicios necesarios para cualquier persona funcionan y la sociedad es toda una gran maquinaria en pro de que funcionen muchísimas cosas más. Inclusive las que uno nunca imaginó. Ella que era a mitad minusválida hubiera encontrado alivio en tantos lugares. Aceras bajas, buses con escalinatas adaptadas y sillas especiales para personas como ella, paraderos fijos y seguros, hasta con silla, y un reloj que anuncia el tiempo de espera del transporte con la descripción minuciosa de cada parada y por supuesto el destino y la procedencia. Bibliotecas libres y públicas, ludotecas libres para los pequeños y sus cuidadores, banquetas en las avenidas para reposarse a mitad del camino, ascensores para el metro, los centros comerciales, los museos, los cines, los baños, inodoros especiales en todas partes, lo único es que teléfonos públicos ya no hay.

Ahora lo público es el internet. Entre otras tantas cosas, también hay paradojas. Ir a comprar un simple trozo de carne a un super mercado es todo un cuestionamiento. Las sociedades industrializadas al máximo se han propuesto aligerar el tiempo de trabajo doméstico para que se trabaje más y se descanse menos, aunque la idea que transportan es para que se descanse un máximo y así se rinda más en el trabajo. Si vieras que hasta el arroz lo venden precocido y los granos y hay diferentes tipos de cereales, completos o ligeros pero seguro todos con aditivos. Toda una sociedad de esclavitud moderna. Un sistema hecho para que se tenga la impresión que se descansa más al no tener que pasar largas horas preparándose la comida en casa. Ese tipo de sociedad propone platos preparados de todos los tipos, orígenes y maneras. Las estanterías viven repletas de platos preparados a bajos precios, imbatibles. Entonces ahora el desafío es encontrar comida sana. Sin pesticida, aditivos, contenidos alterados, que alteran el sabor y te vuelven adicto a ellos y te enferman o te intoxican al cabo de un tiempo, sin olvidar que lo que alteran es tu organismo físico y no hay vuelta atrás. Las ciencias, la química, el comercio trabajan a fondo juntas en ese tema, para un máximo provecho, el tema es económico por donde se le mire. Toda una cadena de explotación y de consumo que parece un periodo de transición del humano como utensilio de un gran mercado. Un mercado que no es el nuestro y en el que no ganamos nada, pero en el que se hace uso de nosotros, así, abiertamente, sin siquiera consultarnos.

Entonces como en toda sociedad que se quiere moderna la oposición existe. Bueno al menos eso nos hacen creer. Le llaman “lo bio”, es decir, lo que aparentemente no fue cultivado o criado con tantos agentes químicos y/o manipulado o regado tantas veces con pesticida, (¿sabías que a las manzanas a lo largo de su crecimiento y hasta la puesta en el mercado las riegan más 18 veces con pesticidas potentes para tener manzanas más gordas, más coloridas y de sabor más atrayente? También se sabe que inclusive los agricultores han tenido enfermedades terribles por lo mismo que ellos riegan en lo que plantan, pero se trata de rentabilidad y el lobby de esos productos es tan fuerte que aun así continúan vendiendo y hasta tienen adeptos. A penas con esto se podría pensar que tanta organización lleva a la locura y hasta al suicidio colectivo. Ya no se puede hablar con las oruguitas que visitan los campos de legumbres, porque las ven como enemigos y las matan sin compasión. Ellos no ven que eso hace parte de la casa en la que vivimos y que si matamos algo de ella se instala un desequilibrio, y a partir de ahí todo se degenera. Es una sociedad muy civilizada, tal vez hace parte de esas que por ser tan civilizadas corren a su perdida, como lo oímos en los cuentos que nos leías, y yo que me vine a buscar aquí dizque una mejor vida, pero aquí no saben que es la vida por que la destruyen y en su lugar instalan cosas prefabricadas que son facticias. Como el internet, si vieras, todo un mundo facticio, inverosímil, sin ningún paisaje real que sea inimaginable.

Entonces me digo que a pesar de las decenas de años que un ser humano pueda tener, el rostro siempre mostrará de donde es originario, la sangre continuará circulando con sus genes y el cuerpo y la mente cargarán y procesarán a partir de las primeras ideas que le permitieron comprender el mundo que lo rodea.

Entonces ¿cuáles serán esas primeras ideas que se construye un niño en un mundo facticio? Una fotógrafa mexicana reivindicó hace poco el hecho que apodar nuestra cultura, como adoran hacer los franceses con cada parte del mundo para reconocerlo, de realismo mágico es otra manera de situarnos entre los restos del colonialismo y con el desprecio hacia otra raza que no tiene nada que ver con la de ellos, superiores.

Algo hay de verdad y tras treinta años de coexistir en una sociedad que se autodenomina como estudiosos de la ciencia de la diversidad cultural, en los que una rama de pensadores se enfoca en el conjunto de las creaciones de todo tipo de los grupos sociales humanos, buscando incluir con igual jerarquía las expresiones espirituales de la actividad humana y las formas materiales, encuentro que, de ellos mismos no existe tal expresión espiritual que pueda servir para un estudio reciproco.

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