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De sunset y happy birthday

El castellano aquella lengua romance que se generó en Castilla, España, de allí su nombre, es sin duda una de las lenguas más bonitas, complejas y golpeadas con nuestra insensatez y menosprecio.

A pesar de ser un idioma tan agradable al oído a diferencia del alemán, el mandarín u otros idiomas que tienen sonidos más fuertes, guturales y que tienden a ser hablados en tonos de voz más altos parece que para quienes tenemos el castellano como idioma nativo, no nos es suficiente.

Como quien nos ha dado todo para ser felices y se lo rechazamos. Veo cierto racismo hacia nuestra propia lengua y pareciera ser necesario incorporarle palabras en inglés para hacerlo menos burdo y agregarle más clase.

Siempre me parecieron graciosas las críticas de los españoles a los latinos en cuanto al idioma. Críticas muy válidas por cierto, aunque muchos latinos se lo tomen a mal y vean cierto patrón de colonialismo en sus críticas.

Tenía un amigo que siempre me decía “¿Por qué los latinos dicen OK? digan de acuerdo, está bien… No digan bye, digan adiós, hasta luego” y tenía razón en lo que me decía. Tenemos una lengua riquísima en figuras gramaticales y expresiones que no todos los países logran desarrollar y que nosotros despreciamos por adaptarnos a expresiones más simples y que nos acerquen a un ideal de cultura más apreciado, como pudiese ser la norteamericana. De allí la cantidad de expresiones que hemos adoptado de ellos en nuestro lenguaje.

Esta suerte de mezcolanza nos ha traído a un fenómeno con un nombre que denota la mezcla entre ambas lenguas: spanglish. En algún momento me parecía gracioso, pero después me di cuenta de lo atroz que suena decir “te call you pa’tras”, “¿vemos unas movies y pedimos popcorn y ice cream?” o más cruel e inhumano todavía es la versión en spanglish de Don Quijote. Pobre Cervantes debe estarse revolcando en su tumba con el ultrajo a su grandiosa obra que es símbolo de nuestra lengua a nivel mundial.

Poco a poco he ido valorando y defendiendo más mi idioma, puliéndolo y enseñando a otros a hacerlo. Sin duda un factor importante para incorporar mayores cambios fue el haberme mudado de Venezuela a Perú.

Cuando llegué aquí empecé a hablar un castellano mucho más neutro, dejando atrás mis coloquialismos y mis groserías, que tanto decimos los venezolanos, evitando caer en ofensas indeseadas o malinterpretaciones.

Recordé con cierta añoranza aquellos años en donde el venezolano se daba el lujo de decir que teníamos uno de los castellanos mejor hablados de la región, el más neutro y con acento agradable, siendo Venezuela uno de los países en donde se hacían muchas de las traducciones a películas extranjeras. Ahora no, porque hasta eso se ha dañado.

Ahora países como Perú, Colombia y Ecuador llevan esta batuta. La verdad es que he sentido que aquí en Perú valoran mucho más la lengua castellana, han hecho mejores esfuerzos por mantenerla más pura y hablarla de una manera más correcta.

Lo único que tengo que reprocharles a los peruanos es que al atardecer lo cambiaron por el sunset, siendo una palabra tan bonita y al cumpleaños feliz le agregaron como segundo coro el “happy birthday to you” a pesar de que no haya ni un solo inglés sentado en la mesa. Aún sigo buscando, sin éxito, una explicación a estos arrebatos de nuestra lengua.

«¡Qué buen idioma el mío, qué buena lengua heredamos de los conquistadores torvos (…) Se lo llevaron todo y… nos dejaron las palabras» – Pablo Neruda

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