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De Caligari a Hitler

 

Historia Psicológica del Cine Alemán Siegfried Kracauer

Ediciones Paidós Iberica, 1981.

Nunca los libros son interesantes, o no, si hacen relación a un hecho determinado, a una historia determinada. Los libros, como los verdaderos lectores, hallan la forma de traspasar el límite que una cultura intenta imponer, sobre la cual intenta basar su conocimiento del mundo. Pero tanto el libro como el lector se disponen para el azar, para el encuentro fortuito e insólito: se inclina por ello más a la excitabilidad o irritabilidad como la llamaba Novalis, que hacia el campo baldío del criticismo. Un libro como el de Kracauer, no es una historia del cine, sino la relación critica de unos hechos; de lo que hacen por influencia, lo mismo que por confluencia, para establecer los caminos que el cine, como formación de una tradición, propone, instaura. Lo que hace Kracauer es indicarnos una nueva e inmensa posibilidad, en la manera de pensar el cine, el cine como problema, aún quizá un poco más allá de la que hace, de manera por lo demás brillante, Deleuze, al intentar contemplar el cine desde la perspectiva del saber filosófico, o en la misma intención de Barthes, por darle una connotación similar desde el punto de vista de la semiótica, obviamente presentándola con la especial fuerza o capacidad del sentido poético, que por momentos, aparecen desdoblados en la obra bartehesiana. Kracauer, explica que: “… este libro no se ocupa de establecer una imagen del carácter nacional, supuestamente proyectado por encima de la historia, sino que trata de la fisonomía psicológica de un pueblo en un momento determinado…”. Hacer una historia basada en el cine, no el cine basado en la historia; un cine que incita a realizar un acercamiento distinto, explorando cualquier nivel de la realidad, buscando un nuevo conducto hacia ella, para no convertirse en copia, en la mala copia, en la cual, en efecto, muchas veces ha quedado atrapado el cine. Desde ese punto de vista, no será un factor revulsivo ni emancipador, sino condenado al simple consumismo.

Kracauer anota que “las películas de una nación reflejan su mentalidad de forma más directa que otros medios artísticos” y aduce, con mucha claridad, que “las películas nunca son el resultado de una obra individual” y que ellas “se dirigen e interesan a la multitud anónima”.

La reflexión crítica e histórica que hace Kracauer, es la de una comprobación como la de un recuerdo, en la cual intenta acentuar el carácter, que capta en cada una de las películas que ve, en la importancia que tienen hacia el futuro, en su conexión con varios, en muchos casos, disímiles aspectos, precisando que es ahí donde radica la importancia del papel que desempeñó el cine en la Alemania prehitleriana, introduce pues la reflexión sobre la “mentalidad colectiva en la “dimensión consciente”. No es Kracauer un freudiano, en la concepción del cine que presenta, sometido a un ordenamiento de ideas, basado en un sinnúmero de especulaciones, que forzadamente puedan ser aplicadas al tema que trata; un lector como él inserta una forma de acercamiento menos condicionado a un pensar, y es de la separación de la cual, en efecto, resultan obras importantes.

Es al mismo tiempo, un recorrido por el cine de E. W. Murnau, Karl Dreyer, Carl Mayer, G. W. Pabst o Erich von Stroheim; allí mismo se provoca una relación del cine y el teatro, la intervención de lo teatral, a través del interés o de la inclinación que por el cine expresaron siempre un Max Reinhardt, un Piscator e incluido el mismo Brecht. Una relación que se realiza con claridad poética en una obra moderna como ‘“Marat-Sade” de Peter Brook. Un libro para los apasionados por el cine, que lo consideran no un oficio, sino una forma de inventar más realidad, de aplicarse a enfocar una parte aún desconocida e impredecible, como lo concebía el poeta Robert Desnos: Como un medio para trascender la realidad (sin trascendencia) y alcanzar y poseer la realidad provocada por el trato con el inconsciente, o de la densidad concentrada de lo surreal.

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