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El cumpleaños 28: El experimento social

 

El experimento

Soy de esas personas que de verdad aman cumplir años, pero hay algo que me ha quitado Facebook, que es el poder emocionarme cuando alguien me felicita, por una sencilla razón: Él no sólo hace la labor de recordarle a los “amigos” (un término que la red social usa de manera muy amplia) que cumples años, sino que les facilita el felicitar al cumpleañero. Personalmente, no suelo felicitar a todas las personas que tengo agregadas, porque creo que los cumpleaños son algo especial, no un evento recordado por un bot con el cual cumplo por quedar bien.

Para este año decidí hacer algo particular: Ocultar la fecha de mi cumpleaños de mi perfil, así el bot no podría enviar las notificaciones y ver cuántas personas recordaban la fecha. Más allá, quería probar que de alguna manera hemos confiado tanto en Facebook y sus homónimos, que nos hemos vuelto un poco menos hábiles en la interacción social más directa. Lo siento por el que se sienta aludido, pero no creo que escribir un par de líneas clichés en el muro de alguien cuente como felicitación de cumpleaños.

 

Las expectativas

Una vez oculta la fecha, lo cual hice tres semanas antes de mi cumpleaños, comencé a plantearme los dos posibles escenarios y ver cómo me podría sentir con ellos.

El primero era que sólo las personas que mantienen contacto diario conmigo se acordasen, y que mucha gente que considero importante con la que no hablo frecuentemente se le olvidase. Creí que sería un poco triste, pero era un riesgo que debí correr si quería probar todo esto. El segundo era donde no sólo la gente que veo o con la que hablo a diario se acordaban, sino que los demás también.

 

El resultado

Llegado el día, no me quedó más que esperar qué pasaba. Para mi sorpresa, las personas que esperaba se acordaron y recibí algunas llamadas inesperadas, pero a algunas otras se les olvidó.

Como conclusión, creo que las redes sociales nos han vuelto un poco torpes con el contacto personal a la usanza antigua. La forma de comunicarnos ha cambiado mucho más rápido de lo que el ritmo de la evolución humana permite adaptarse. Creemos que hemos podido asimilar todos los cambios que han sucedido en los últimos 20 años, pero la realidad es que esto es ilógico. En esta época la manera de comunicarnos ha cambiado más de lo que lo hizo en los primeros 900 años del milenio pasado.

La tendencia de la tecnología es emular el contacto humano: webcams, notas de voz, llamadas… Pero, ¿Es posible abarcarlo todo? Hasta ahora no. Podemos ver y escuchar a alguien por Skype o Facetime pero hay momentos en lo que eso no es suficiente. Aparentemente, estamos atrapados en este émbolo comunicacional y tecnológico que nos empuja a una forma de contactar al otro que quizás no llegue a ser suficiente.

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