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Cultura y Comida (Nutrición)

Me encanta la comida y todo lo relacionado a ella; me intriga la agricultura, me encanta cocinar y de las cosas que más disfruto es comer. La comida no es sólo necesaria para sobrevivir, es para mí una de las más grandes expresiones culturales e históricas, un momento de intercambio y convivencia, de identidad y especialmente un espacio para las relaciones sociales.

Cada plato cuenta una historia, la historia de un país; su geografía, su gente, su pasado y presente. No es posible separar quienes somos de lo que comemos, ni de la forma en la que comemos, la comida nos define. Esta estrecha relación con la comida puede ser un obstáculo a la hora de introducir nuevos alimentos o de adaptarnos a un nuevo país; horarios, platos fuertes, oferta de alimentos, accesibilidad son todos factores a los que debemos adaptarnos y afectan nuestra dieta.

Las arepas son milenarias en la historia gastronómica de Venezuela y venezolano que no come arepa no es de ahí. A pesar de compartir la arepa como concepto con otros países, cada uno tiene su propia interpretación y forma de comerla, eso pasa con casi todo; el ramen, el perro caliente, la pizza, la pasta y mil platos más. Mi misión este año es hacer un tour gastronómico en NY (y no hablo de ir a Boulud) sino de explorar los recovecos de la ciudad donde cocinan comida de casa y de país, en su forma tradicional o al menos lo más apegada a ello que se pueda. Una de las razones de hacer esto es conocer mejor lo que come la gente y cómo ciertos alimentos saludables y populares actualmente se podrían integrar a platos tradicionales. No es sólo un ejercicio culinario sino uno de inclusión social y salud pública.

Si conocemos bien lo que otros comen y su importancia cultural podemos integrar alimentos más sanos sin quebrar su identidad. Una arepa a la que se le agregue un poco de afrecho, es más saludable que una arepa regular pero sigue siendo una arepa. Un ramen que incluya más vegetales de la zona puede ser más alimenticio que sólo con cochino y noodles. Todo se puede variar sin dejar de ser inclusivos y respetuosos con los platos de otros. Podemos modificar la pizza y hacerla con coliflor, o poner semillas de chía a la avena, quitarle azúcar a la marquesa o come plátano al horno y no frito.

No soy nutricionista, soy socióloga con una Maestría en Sustentabilidad y el Ambiente, así que no recomiendo seguir todos mis consejos de dieta, mi intención es manifestar la importancia de la comida en nuestra identidad cultural y cómo podemos mejorar nuestros hábitos alimenticios a través de la educación gastronómica sin cambiar nuestras raíces. Si aprendemos de dónde vienen las zanahorias, entendemos sus propiedades, y teniendo formas creativas de comerlas, es más probable que las incluyamos en nuestra dieta, a solo comerlas porque alguien nos dijo que es saludable.

En Nueva York hay un problema bastante grave relacionado a la cultura, la buena alimentación y las opciones disponibles de frutas y vegetales. Las zonas con mayor volumen de familias con bajos recursos son también las más diversas y además son áreas con la menor cantidad de automercados por lo que son considerados food deserts. Debido al difícil acceso a la comida y bajos recursos muchas organizaciones y mercados han intentado repartir comida a un menor costo pero se han encontrado con la barrera cultural. Muchas familias no aceptan muchos de los vegetales porque no los saben cocinar y no los saben integrar con sus platos tradicionales, esto genera comida desperdiciada. La demanda y oferta no están coordinadas y si bien no es posible cultivar mangos al norte del estado de Nueva York si es posible enseñar a las comunidades a integrar el kale o los parsnips (chirivía) a sus platos, manteniendo su identidad cultural. Todo está en la educación gastronómica por ponerle un nombre.

Es muy difícil que un niño coma brócoli en el colegio si jamás lo comió en su casa, pero si aprende de donde viene, conoce a quienes lo cultivan y se involucra en su proceso aumentan las posibilidades de que desee comerlo y demande a sus padres integrarlo en su dieta, aun más si hay alguna forma divertida de comerlo.

Si queremos disminuir los niveles de desnutrición o de obesidad no basta con indicar qué alimentos son más saludables que otros, hay que educar e informar acerca de cómo se pueden introducir en nuestros platos típicos esos que comemos todo los días y que sienta a la familia en una misma mesa. La comida es un medio de intercambio cultural, de expresión cultural, de unión y puede llegar a ser un medio de inclusión social y mejoramiento de la salud pública.

Las clases de cocina no deberían ser sólo para los foodies y la agricultura no es sólo para los granjeros, debería serían conocimiento universal.

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