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Cuanto tienes cuanto vales

Somos 5 generaciones, desde los Baby boomers, quienes estamos conviviendo en la era moderna. Los que crecimos en el autoritarismo de los años cincuenta, recordamos que la culpa y el respeto hacia la autoridad dominaban nuestra manera de comportarnos. El temor a Dios, a los padres y a la culpa de la conciencia moral tan punitiva, eran frenos que regulaban nuestras vidas, constantemente nos recordaban que el séptimo mandamiento era no robar o que, al morir, iríamos a pagar los errores en el infierno.

El respeto a la autoridad era absoluto no era posible salirnos de las reglas, las implícitas y las explícitas, de vez en cuando lo hacíamos a escondidas y nos castigábamos solitos. Los padres sancionaban de manera severa a los hijos hasta cuando cometían de manera inocente un robo. Lucy me cuenta que, robaba un huevo de las gallinas de su vecina, porque el huevo era el pago para ver la televisión a unas cuadras de su casa. Cando la mamá se dio cuenta, la llevó con la vecina a ofrecerle disculpas, la castigó horas de rodillas y la puso a barrer para resarcir lo robado. A Pepe no se le olvida que, cuando se robó unos mangos, su papá, en castigo, le puso las manos en el comal caliente. Le pregunté si estaba resentido y me respondió, que merecía el castigo. Con el temor de la culpa, el castigo y el miedo a pagar en el infierno, no quedaba de otra que ser honesto, obediente y respetar los bienes ajenos. Desde la aparición de los derechos humanos los castigos que imponían las viejas creencias nos parecen crueles e inhumanos. Del autoritarismo pasamos a la permisividad, las generaciones presentes, han perdido el respeto a la autoridad, no le temen a nada, los valores se volvieron laxos. Incluso se quejan, no se dan cuenta que a pesar de las crisis económicas gozan de más privilegios que sus padres o abuelos. Inmersos en el materialismo, la permisividad y el consumismo, comprar y acumular se volvieron adicciones. ¡Qué diferencia con los niños, en Japón!, primero aprenden sus responsabilidades y luego sus derechos. En México con las actuales generaciones nos fuimos al extremo, en el sistema escolar primero les enseñan sus derechos, y no está mal, pero, no quieren aceptar responsabilidades. La cultura permisiva, sienta las bases para la corrupción, todo se permite: faltar al respeto, tomar lo que no es suyo y hasta romper las reglas de los sistemas establecidos.

“Cuanto tienes, cuanto vales” se volvió una máxima. “Carros vemos, deudas no sabemos” no importa comprar un celular, un auto, computadora y hasta medicamentos, en el “mercado negro” producto del robo, lo presumen como un logro. Lo importante es estar al día en cuanto a objetos se refiere. Tampoco importa vivir para trabajar o esconderse para no pagar las deudas, lo que importa es el consumo. Es una vergüenza estar en el primer lugar en cuanto a corrupción en el ranking mundial. ¡Ya basta! Necesitamos un liderazgo moral, vivir con principios morales en congruencia, con honestidad, compromiso, justicia y respeto. Todos, ciudadanos y clase política necesitamos ser y actuar como personas íntegras, educar con valores deja grandes beneficios.

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