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Fernanda Ivanna

Copa América: quiero mis antidepresivos

La Copa América 2015 se vive en Chile. El acontecimiento futbolístico y fenómeno cultural que la gente -y más que nunca, el gobierno- espera, se avecina.

Llegó el momento de la terapia. Durante el último tiempo el gobierno de Bachelet ha sido azotado por catástrofes, aun así son las mismas situaciones de siempre: desastres naturales, corrupción, desigualdad, cambios de gabinete, represión, etc.

Vivir en un país en el que si evades el pago del transporte público, eres multado con alrededor de 120 dólares, mientras que un grupo de empresarios evadieron impuestos millonarios durante años, parece increíble, pero es cierto.

Día a día la disconformidad de la gente se hace evidente. Por cualquier razón se desencadenan reacciones esquizofrénicas, el nivel de desencanto es tan alto, que cualquier ciudadano espera ser empujado, aunque no sea intencionalmente, aunque sea muy levemente, para salir a la calle y apretar el gatillo.

Con el pesimismo que existe en estos tiempos modernos, y a pesar de un sedentarismo que provoca poca liberación de energía y de la violencia de la que somos testigos diariamente, seguimos siendo un país bastante poco violento: aún no se incendian los canales de televisión, todavía no arde la Facultad de Derecho de la Universidad Católica. Es evidente que la cultura del terror post dictadura sigue vigente.

Considero legítimo, y aunque suene políticamente incorrecto, que nos den circo. Nos vendrían bien unas pastillas, estar un poco dopados.  Mucha realidad a veces, hace daño.

La Copa América simboliza un hecho de felicidad. Efímera, pero felicidad al fin y al cabo. Algunos, como yo, estamos esperando el fútbol, sabiendo que este deporte mueve millones y que es una de las industrias que concentra más poder.

Fútbol; es sentimiento, unidad, es poner la otra mejilla, todas las veces que sea necesario, reunirse, subirse al carro de la victoria, dejar de ser un perdedor.  

Olvidar, no para siempre, pero dejar en stand by tantos hechos desafortunados.

¿Vamos? ¿quién, no quiere gritar GOOOOOOOOOOL? Esperemos juntos frente al televisor, son  noventa minutos,  para vivir de verdad, un medio tiempo para compartir, noventa minutos, para sentirse vivo y no tan miserable.

Estoy  ansiosa esperando.

Al final del día, todos queremos nuestros antidepresivos.

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