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Consideraciones lingüísticas sobre el término Asperger

Si introducimos la palabra Asperger en el buscador de la versión en línea del Diccionario de la lengua española, de la Real Academia de la Lengua (RAE), recibiremos de vuelta la conjugación del verbo asperger, equivalente a asperjar (‘rociar’).(1) Eso nos dice mucho sobre la deficiencia que existe en cuanto al estudio lingüístico del término, pese a que entró de lleno en el argot médico en 1981 cuando la psiquiatra británica Lorna Wing lo acuñó en honor a Hans Asperger, psiquiatra vienés que estudió la condición.

El término no está aceptado por el Diccionario de la RAE, lo que nos coloca en una situación difícil y ante la necesidad de que se extienda su uso lexicalizado, a fin de que se justifique su aceptación académica como un extranjerismo adaptado. Por consiguiente, vamos a estructurar este artículo en cuatro partes, no sin antes decir que nos acercamos a una palabra de complejo tratamiento lingüístico: 1) uso del término Asperger como antropónimo extranjero, 2) uso del término asperger como extranjerismo crudo, 3) uso del término ásperger/aspérger como extranjerismo adaptado y 4) consideraciones fonéticas y finales.

 

Uso del término Asperger como antropónimo extranjero

Comencemos por decir que la RAE, en su Ortografía de la lengua española, establece lo siguiente:

En los nombres de enfermedades y síndromes que presentan un complemento preposicional que incluye el nombre propio de su descubridor o investigador, se mantiene la mayúscula característica del antropónimo, pero el sustantivo genérico debe escribirse con minúsculas: enfermedad de Alzheimer, enfermedad de Parkinson, síndrome de Down, mal de Chagas.(2)

En el caso del síndrome de Asperger (forma correcta), se trata de un complemento preposicional con antropónimo (nombre de persona), en el que se debe escribir con mayúscula inicial el apellido del descubridor (Asperger) y en minúsculas el sustantivo genérico de la condición (síndrome). Esto significa que si no está explícitamente la preposición, no corresponde la escritura de la mayúscula inicial del antropónimo: «síndrome de Asperger/condición asperger».

Ahora bien, el apellido del que hablamos es alemán, así que la RAE sugiere que echemos mano del uso actual y generalizado para tales casos. Por tanto, se aplica la transferencia y no la traducción, es decir, el uso del antropónimo tal y como se lo escribe en su lengua de origen: «Johan Sebastian» en lugar de «Juan Sebastián».(3) Por consiguiente, en el caso de la expresión síndrome de Asperger, no representa ningún problema la utilización del apellido alemán en español.

 

Uso del término asperger como extranjerismo crudo

No siempre utilizamos el antropónimo en un sintagma preposicional. En ocasiones, el apellido del investigador pasa a denominar la condición o enfermedad propiamente. Veamos lo que dice al respecto la RAE:

Solo cuando el nombre propio pasa a designar por sí solo la enfermedad, se convierte en un nombre común, que debe escribirse con minúscula inicial y someterse a las reglas ortográficas del español: Su padre tenía párkinson; Trabaja en una fundación para la investigación del alzhéimer.(4)

Esto es lo que se conoce en lingüística como lexicalización, es decir, que un término cualquiera pase a formar parte del inventario léxico de la lengua, lo que supone que tendrá la capacidad de funcionar como núcleo de un sintagma nominal (en este caso, en calidad de nombre común) o adjetival. En consecuencia, se escribirá en minúsculas y redondas, y se someterá a las reglas ortográficas del español: acentuación, correcto uso de las letras, formación del plural y concordancia de género y número.

En los ejemplos ofrecidos en la cita precedente, se puede apreciar que las formas párkinson y alzhéimer están escritas en minúsculas y con acento, distinto de los apellidos originales (Parkinson y Alzheimer) porque han sido adaptadas al español como nombres comunes. Además —no se nota por la cursiva del ejemplo—, deben ir escritas en redondas: «Su padre tenía párkinson».

Párkinson y alzhéimer están incorporadas por la RAE a su Diccionario. El término ásperger/aspérger, por el contrario, no está indexado, lo cual, en caso de que se lo utilice como nombre común o adjetivo, ofrece un problema lingüístico que debemos resolver, ya que, al menos en teoría, no deberíamos hacer uso de un extranjerismo adaptado si no está en el Diccionario.

Para estos fines, rige en la ortografía académica el uso de los extranjerismos crudos, es decir, aquellos que no han sido adaptados al español y que se utilizan conforme a la ortografía original (salvo la mayúscula cuando pasen a funcionar como nombre común o adjetivo), los cuales deberán escribirse sin acento y en cursivas: «Los asperger suelen sufrir de bullying en la infancia».(5) Esta es la solución ortodoxa —que se puede seguir sin temor a infringir la norma— y la más recomendada para académicos y correctores textuales.

 

Uso del término ásperger/aspérger como extranjerismo adaptado

Ya hemos dicho que lo correcto es el empleo de de asperger como extranjerismo crudo, por tanto, ¿a santo de qué hablar ahora de un extranjerismo adaptado al respecto? No siempre los escritores somos respetuosos de la norma. También hacemos nuestras propuestas —que, en ocasiones, recoge la RAE—, y en este caso bien valdría la pena forzar la barra para que el extranjerismo crudo asperger corra con la misma suerte de las voces lexicalizadas párkinson y alzhéimer.

Si queremos escribir asperger como un extranjerismo adaptado, debemos saber primero que conviven dos formas acentuales: una esdrújula (ásperger), propia de América, y otra grave (aspérger), de mayor uso en España, y que cada una se escribiría en minúsculas, redondas y con arreglo a normas ortográficas distintas para la formación del plural.

Así, la forma esdrújula ásperger se mantiene invariable al hacer el plural, como corresponde a las palabras esdrújulas que terminan en -er: «el mánager/los mánager», «el ásperger/los ásperger». La forma grave, por el contrario, varía al hacer el plural, como todas las palabras graves terminadas en -er. En estos casos, al pasar al plural, se hace esdrújula y suma el morfema flexivo de número -es: «el escáner/los escáneres», «el aspérger/los aspérgeres». Personalmente, me inclino más por la forma esdrújula, ya que ofrece menos dificultades y es la más próxima a la fonética original del alemán.(6)

 

Consideraciones fonéticas y finales

El apellido Asperger tiene en alemán dos pronunciaciones: una esdrújula [‘aspɛʁɡɐ] y otra grave [as‘pɛʁɡɐ], la primera de mayor circulación, lo cual explicaría la existencia de ambas formas en español. El panorama se complica más en nuestro idioma porque a cada forma acentual corresponde, a su vez, y según las zonas, dos expresiones fonéticas distintas: una en la que la -g- se pronuncia como jota: [‘asperxer]/[as‘perxer] y otra en la que suena como gue: [‘asperger]/ [as‘perger] (para los que no entiendan el alfabeto fonético internacional, la transcripción literal sería: ásperjer/aspérjer; ásperguer/aspérguer). Esto no afecta la escritura (que siempre será con -g-), sino la pronunciación.

Como hemos insinuado, la RAE no hace en el Diccionario ni en la Ortografía ni en el Diccionario panhispánico de dudas algún desarrollo teórico sobre el término, al menos no por los momentos. Pese a ello, y con base en lo explicado y en la ortografía académica, podemos decir que una postura ortodoxa partiría de escribir el término como un extranjerismo crudo: asperger, con pronunciación esdrújula y grave indistintamente. Una postura de avanzada —y que con el tiempo seguramente será la que asuma la RAE— consistiría en escribir el término como un extranjerismo adaptado de doble acentuación: ásperger/aspérger, al estilo de las parejas período/periodo, cardíaco/cardiaco, cuyas formas, a veces, se reparten equitativamente España y América.


(1) Real Academia Española, Diccionario de la lengua española, versión 23.3, 2019, https://dle.rae.es/asperger

(2) Real Academia Española, Ortografía de la lengua española, versión beta, 2020, p. 501, http://bit.ly/2V7uvZh

(3) Real Academia Española, Ortografía de la lengua española, versión beta, 2020, p. 633, https://bit.ly/2UH7xqU

(4) Real Academia Española, Ortografía de la lengua española, versión beta, 2020, p. 501, http://bit.ly/2V7uvZh

(5) Nótese que bullying también es un extranjerismo crudo.

(6) La menor dificultad en la articulación del habla es esencial a su evolución, y se la conoce como ley del menor esfuerzo o economía de la lengua.


Jeronimo Alayón Gómez: Poeta, narrador y ensayista. Editor independiente y corrector textual – https://jeronimo-alayon.com.ve/

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