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Romina Serra

Con sello venezolano

El sello venezolano anda por el mundo. Pedacitos de nuestra Tierra se han ido esparciendo en los últimos años por rincones insospechados, llevándose consigo tantas vivencias, tanta nostalgia, tanto de aquí, que las palabras se quedan cortas.

Más allá de las cifras, de contar cuántos venezolanos han dejado su país en la era del chavismo, me gustaría conseguir una sola palabra que defina en su justa dimensión el vacío, la tristeza, la injusticia, el desconsuelo, las razones por las que hoy Venezuela vive un eterno duelo por ver partir a sus hijos.

Atrás quedaron los recuerdos de un país que abrió sus brazos a tantos extranjeros que encontraron aquí el paraíso terrenal,  el futuro esperanzador de una nación que lo tenía todo para brillar.

Cada venezolano que parte en busca de mejores oportunidades fuera de sus fronteras, lleva una maleta cargada de sueños y muchas razones que lo impulsaron a emigrar, pero todos  comparten algo en común: un sentimiento con sello venezolano, el mismo tricolor nacional, la misma nostalgia por la familia y los amigos, las mismas ganas de vivir en una Venezuela de progreso.

Ganas frustradas y despedazadas por 16 años de retrocesos, pero también de bellas vivencias imborrables que superan cualquier mal recuerdo; esas compartidas con los seres queridos…

Lejos del terruño muchos  tienen la satisfacción de recordar el sabor de una buena arepa, porque el sello venezolano de la Harina P.A.N,  encuentra más espacio hoy en día en los anaqueles de afuera que en los nacionales, así como tantas otras cosas que estaban a la vuelta de la esquina y que ahora se añoran.

Ser emigrante no debe ser nada fácil, pero estar en tu país vacío de tus afectos, de alimentos y medicinas, vacío de justicia, de seguridad y oportunidades tampoco lo es.

Ahora que se acerca diciembre no puedo evitar recordar aquellos años en los que llovían las campañas publicitarias de infinidad de productos que podían ser adquiridos por la familia venezolana en cualquier supermercado, (sin inflación asfixiante, sin colas y mucho menos sin preocuparse por un humillante turno de terminal de cédula).

Un súbito recuerdo viene a mi memoria, trasladándome a aquellos años en los que las cuñas navideñas de los principales canales de televisión nacional anunciaban el inicio de las festividades. ¡Los estrenos, las gaitas, las hallacas, el amigo secreto! Todo eso quedó en el ayer.

Tradiciones extinguidas por una crisis económica sin precedentes, por un gobierno que ha acabado con la producción nacional, que nos ha dejado huérfanos de país, sin muchos jóvenes  profesionales que afuera luchan por un futuro mejor y que han logrado destacar entre la comunidad latina con lo aprendido aquí.

Este éxodo debe tener su parte buena: surcar otros aires, enriquecerse de nuevas historias mientras los vientos de libertad llegan nuevamente a ondear el tricolor de SIETE estrellas (hace años sobra una), le aportará un toque nuevo al venezolano, cuando llegue el momento de volver a encontrarnos en un solo país. En la Venezuela a la que jamás podrán arrebatarle las playas más bellas ni la inmensa sabana con atardeceres de postal, paisajes que alimentan el espíritu y nos regresan la paz que nos han quitado.

Volver a rescatar

Esta nación adormecida

No será cosa sencilla

Está en nuestras manos, desde afuera o desde aquí

Zarpar en dirección al infinito del mar

Unirse es la clave para alcanzar la libertad

Es tiempo de avanzar sin mirar atrás

La lluvia ya ha caído, la oscuridad ya intimidó

A labrar un nuevo rumbo en el que alumbre el sol…

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Anna Maria
Anna Maria
8 years ago

Romina….las palabras no logran explicar todo lo que sentì leyendo tu bellisimo articulo…
Hablaste por cada uno de nosotros …(en Venezuela y en el mundo)…Que dono de Dios tienes: llegar derecho al corazòn… llorando de tristeza y amor infinito por nuestra Tierra tan amada: Venezuela

Gisela Martinez Giusti
Gisela Martinez Giusti
8 years ago

Que lástima tener que admitir cuanta verdad hay en tu reflexión. Sin embargo y a pesar de la tristeza que transmites, también hay optimismo, ilusión y esperanza en tus palabras. Que sorpresa tan bonita saber de ti. Aunque no me corresponda, me siento orgullosa de tu progreso. Un abrazo.

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