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Con atole de demagogia

Al llegar a su segundo informe de gobierno, Morena y López Obrador confirman lo que ya sabíamos: que el deterioro conducirá a México a empeorar gradualmente en sus cuatro costados.

Hay dos Méxicos, detrás de lo que el equipo presidencial llama II Informe: el del salivazo y el palabreo, que no va más allá de las pestañas del poder, y el real -de carne y hueso- que a diario hace de la callada voz del drama su verdadera conciencia.

El primer México es al que le habla el titular del Ejecutivo: el bonito por rosa, el de quienes confunden fantasía con utopía, el adormilado por anestesia ideológica y clientelar, el de la economía de la clase ociosa, el que se ha puesto a modo para el gobierno transexenal de la 4T.

El segundo México, verdaderamente real y por ello complejo, compuesto por más de 80 millones de mexicanos que realmente estudian y trabajan, es al que no le habla ni quiere hablarle el presidente de la República, porque sabe que ahí -entre gente informada, crítica y consciente- no tiene ninguna credibilidad.

Rehén de un pequeño grupo que le maneja todo, lo mantiene encapsulado y aprendió de Lenin y Goebbels que “una mentira que se repite mil veces se convierte en verdad”, AMLO se dedicó, durante 45 minutos de lavado de cerebro a su feligresía, a perfilar el México “maravilloso” que le ordenaron sus perversos asesores, no el que se cae a pedazos por sus pactos con el narco, su mal manejo de la pandemia, su ignorancia de la economía y su pésima conducción de la vida nacional.

Es -dice él- el segundo presidente mejor evaluado del mundo, lo cual es una invitación a la carcajada o a la alarma, porque querría decir que su megalotimia y su megalomanía son verdaderamente pavorosas. Hay enfermedades que tienen cura, pero hay otras en las que la medicina y la psicología clínica nada pueden hacer.

Hay en la historia destrucciones constructivas, que se caracterizan por rehacer una herencia maltrecha o implantar un mejor modelo ahí donde la realidad lo requería. El ejercicio de la 4T no es uno de ellos: ahí lo que cuenta es consagrar los rituales del rencor y el odio a potenciar la pulsión destructiva de los dirigentes y la masa.

Nada bueno, nada positivo qué informar: sólo tirar carnadas y placebos a ras de banqueta, para mantener entretenida la víscera caliente de los de arriba y de los de abajo.

Mientras, el México real va a pique.

Caen los indicadores de gestión gubernamental y de actividad económica, pero AMLO sigue obstinado en encabezar un gobierno de humoradas, ocurrencias y caprichos sin importancia.

El titular de la SHCP, Arturo Herrera, que agacha la cabeza todas las mañanas para no parecer disonante en el redil de ovejas, dijo muy claro -según un audio en poder de REFORMA- que “se prevé la peor crisis desde 1932”, tras culminar la Gran Depresión de la economía mundial.

Tras conocer el panorama presupuestario para 2021, la bolsa mexicana cayó el pasado lunes 2.52.

De acuerdo con INEGI, ya se perdieron 11 millones de empleos y la economía mexicana registra una caída de 18.8 al cierre del primer semestre del año. Pero al presidente le alegra que el empleo haya crecido 0.3 en plena pandemia.

Hay más datos, para documentar la negrura de las tinieblas.

En los primeros siete meses de 2020 los ingresos del sector público cayeron 4.7; tan sólo en julio la caída fue de 10.7, según la SHCP, lo cual significa que el gobierno de la 4T no sabe recaudar ni gastar, pero sí sabe cómo quebrar una economía en poco tiempo.

Según el Coneval, poco más de 14 millones de mexicanos podrían sumarse a las filas de la pobreza, si no se toman medidas contracíclicas que detengan el deterioro.

Según Banxico, el crédito al consumo cayó 8.9 en julio, que es el menor registro para un séptimo mes desde 2009. Lo que esto explica es que la 4T no entiende la importancia del gasto público y el desarrollo de infraestructura como lubricantes de la economía, porque tampoco entiende para qué diablos sirve la “austeridad” cuando la gente se ha quedado sin empleo y padece hambre.

Joseph Stiglitz, Premio Nobel de Economía, a quien la izquierda respeta y lee desde hace años, sostuvo que “ningún país ha salido de la crisis con austeridad”. Por su parte, lo que Jhon Maynard Keynes aconsejó para salir de la Gran Depresión y superar la Posguerra, sigue vigente: intensificar el gasto público en obras y desarrollo de infraestructura, es el camino más corto para preservar y crear empleos y nivelar el bienestar de la gente.

Sin embargo, al llegar a su segundo informe con hoyos económicos y financieros por todas partes, AMLO desdeña esas fórmulas para reactivar la economía, porque son “recetas” neoliberales.

Con un titular del Ejecutivo como el actual, cualquiera comprende que lo peor para México está por venir.


Pisapapeles   

La masa de incautos que creyeron haber resuelto en 2018 el destino nacional, tendrán más del destino nacional del que venían huyendo.

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