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Cleo y Yalitza

Queridas Yalitza y Cleo:

A pesar de que son la misma persona, me dirijo a las dos, porque cada una de ellas merece una felicitación por separado. A Yalitza Aparicio por su espléndida actuación en la película Roma de Alfonso Cuarón, y a Cleo porque es la trabajadora doméstica y nana más entrañable que he conocido. Qué hubiera dado, de niña, por haber tenido una nana como ella: así de solidaria, tierna y comprometida con esos niños que cuidaba en la colonia Roma. Los baña, los lleva al colegio, les sirve sus comidas, les lleva su chocolate a la tele, los acuesta, los arropa y por último, los despierta con una sonrisa en los labios. Cuántas «Cleos» no han de haber educado, sentimentalmente hablando, a tantas generaciones de niños y niñas mexicanos no atendidos por sus mamás. Benditas «Cleos», discretas y calladas, que siempre están allí para la familia, que saben cómo actuar en momentos de crisis y que son, con sus niños, de una lealtad ejemplar.

Si Yalitza Aparicio, oaxaqueña nacida en Tlaxiaco, en su primer papel cinematográfico, supo interpretar tan bien a Cleo, fue porque como maestra en educación preescolar le gustan los niños, disfruta su compañía y su mayor deseo es transmitirles amor. Así es Cleo en la película que acaba de obtener dos Globos de Oro, uno como el mejor filme extranjero y el otro como la mejor dirección, una nana que tiene sus propios problemas, que sufre en silencio y que está dispuesta a dar su vida por sus niños; no los de ella, sino los de la patrona (Marina de Tavira): Sofi (Daniela Demesa), Toño (Diego Cortina), Paco (Carlos Peralta) y Pepe (Marco Graf). Cleo no sabe nadar y sin embargo, al ver que los más pequeños están a punto de ahogarse en el mar, se introduce, poco a poquito, entre las olas, con un solo objetivo, salvar a sus niños. «Mamá, mamá, Cleo, nos salvó la vida», dice uno de ellos, mientras su nana los seca con la toalla. La mamá, los escucha como si nada, como si diera por sentado que esa es precisamente la misión de Cleo, «salvar a sus hijos» del abandono del «señor Antonio» (Fernando Grediaga) un padre irresponsable quien desaparece de su casa, dizque para asistir a una conferencia en Quebec, cuando en realidad es por otra mujer; «salvarlos» de una madre que no sabe manejar (literalmente hablando, doña Sofía siempre choca su coche…) la depresión, ni su rabia, ni sus «copitas» que se echa de vez en cuando, y finalmente, «salvarlos» de un país injusto cuyos gobiernos represivos y autoritarios no nada más meten a estudiantes disidentes a la cárcel, sino que los matan.
A pesar de la diferencia de clase social y de color de piel, Cleo y su patrona, sin saberlo tal vez, son víctimas del mismo machismo. Están unidas en su soledad como las dos «Fridas», ambas han aprendido el verbo «aguantar» en todos los tiempos, que se jodan al fin que son mujeres, les dicen sus machos. «Fermín» (Jorge Antonio Guerrero), novio de Cleo, la abandona embarazada. «Eres una pinche gata. ¡Chinga tu madre…!», le grita en plena cara este futuro «halcón», entrenado para reprimir no nada más a una sociedad inconforme, sino a la mujer, sobre todo si ésta es indígena y pobre.

He visto y escuchado varias entrevistas de la actriz Yalitza Aparicio. Me gusta su aplomo, la manera como contesta a las preguntas, su inteligencia, su femineidad pero sobre todo, su frescura. Para Yalitza, todo lo que le ha sucedido desde que fue elegida como protagonista de Roma, ha sido como «un sueño que nunca soñé», «cuando veía la tele nunca veía mujeres como yo». Sabe que lo que más le gusta es ser maestra, pero también sabe que su destino ha dado un vuelco de 180 grados. Aparece en la portada de la revista Vogue, el semanario Time la ha nombrado «la mejor interpretación del año», es vestida por Dior, Vanity Fair le dedica un reportaje, el periódico El País elogia mucho la película y hace mención del racismo de los mexicanos: «‘Fea’, ‘Prieta’, ‘Naca’. Este tipo de adjetivos racistas y clasistas, aparecen con frecuencia en las redes sociales cuando se habla de la figura de Aparicio». Cuántas fibras mueve esta maravillosa película, de Alfonso Cuarón, seguramente ganadora de un Oscar: la nostalgia, el racismo, la empatía, el machismo, una dulce tristeza, la universalidad de la historia y al mismo tiempo un amor por un México en el que parece que todo cambia, para que todo siga igual…

Entre Yalitza y Cleo, ¿a quién de las dos quiero más? ¡A las dos!

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