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Cine y apertura de miras: Nuevas percepciones de los premios de la Academia hollywoodense

Si la ceremonia de este año no tuvo un presentador que amenizara o, en algunos casos, amenazara el evento, tampoco se echó en falta. La agudeza y el humor de gran parte de los participantes que anunciaron las nominaciones y a los ganadores, bastaron para mantener la fluidez del espectáculo y la atención de los espectadores durante más de tres horas de función. Además, los premios se repartieron equitativamente entre las películas escogidas, haciendo también gala de una apertura de miras que le ha dado un vuelco a la percepción, por parte del público y la crítica, de la Academia hollywoodense, estigmatizada en el pasado por la ausencia en las premiaciones de actores de color, minorías y películas donde ellos estuvieran justamente representados.

De hecho, cuatro de los ocho films nominados contaron con protagonistas de color: Black Panther, BlacKkKlansman, Green Book y Roma; y una producción, Bohemian Rhapsody, giró en torno a la figura de Freddy Mercury, el polémico cantante del grupo Queen fallecido durante la crisis del sida. En tal sentido, la ceremonia se abrió con los integrantes de dicho grupo sobre la escena, con Adam Lambert, vocalista frecuente de la banda, interpretando algunos de los hits emblemáticos de Mercury. Y si bien Rami Malek, el intérprete de ascendencia egipcia y, en sus palabras, “norteamericano de primera generación”, no cantó en la película, su intenso papel como Freddy Mercury le valió la estatuilla al mejor actor.

Igualmente, el film de Brian Singer y Dexter Fletcher se llevó el premio a la mejor edición cinematográfica, la mejor edición de sonido y la mejor mezcla, convirtiéndose en la producción más premiada de la noche. Y aunque, en palabras de Singer, “es una película y no un documental”, la crítica se cebó con las imprecisiones y licencias históricas, en cuanto a la secuencia de los eventos en el devenir de la banda; y su posible idealización de la figura de Mercury, en cuyas fiestas no faltaban el sexo, las drogas y el alcohol, y cuyos excesos fueron legendarios.

Como película, Bohemian Rhapsody cumplió con las expectativas de los fans de Queen abarcando, la diégesis, desde sus inicios en los años setenta hasta sus actuaciones masivas a mediados de los ochenta. Una década de cambios, en cuanto al comportamiento de la sociedad occidental, que el film capturó mediante un excelente trabajo de edición; especialmente en los grandes conciertos como “Live Aid”, en el Wembley Stadium londinense, que consagró definitivamente a Mercury. Su temprana desaparición física pocos años después, como otra víctima de la pandemia, contribuyó a transformarlo en un icono del rock, que los miembros originarios de Queen han contribuido a preservar; y su presencia sobre las tablas y entre el público provocó la nostalgia de los actores más veteranos, energizando el resto de la ceremonia.

Spike Lee, nominado como mejor director por BlacKkKlansman, obtuvo el galardón al mejor guion adaptado, mostrando su proverbial acidez y espíritu iconoclasta tanto en su vestimenta como en su incendiario discurso contra el racismo norteamericano, el talante supremacista del actual presidente y la marginación de la población afroamericana desde los tiempos de la esclavitud hasta hoy: “Esta noche ante el mundo, quiero mostrar mi orgullo por nuestros antepasados quienes, junto a los indígenas víctimas del genocidio, construyeron este país”.

BlacKkKlansman, nominada igualmente como mejor película, quizás sea, tal cual apuntó Barbra Streisand durante su presentación de la misma, la mejor producción de Lee hasta el momento. Una producción calificada por ella como “su obra maestra”, al captar, con ironía y un cáustico humor, el clima racialmente prejuiciado de Colorado Springs durante los años setenta. Lo cual no significa que, en este nuevo milenio, las minorías hayan logrado equipararse a la población blanca.

Inspirada en The Black Klansman (1966), un film independiente de Ted V. Mikels con un tema similar, la película de Spike Lee, Gran Prix en Cannes, espejeó la autobiografía del primer policía afroamericano de Colorado Springs, quien telefónicamente se hizo pasar por un supremacista blanco para infiltrar a uno de sus compañeros, de origen judío, en el Kukuxklán.

Filmada en 35mm., con una fiel reconstrucción de la época, BlacKkKlansman recreó verazmente el caso, extrapolando simultáneamente la actitud y los prejuicios de entonces a este presente, donde las intolerancias se han visto incrementadas y azuzadas por los autócratas ocupando la silla presidencial en muchas naciones del mundo. El uso de material documental extraído de la violencia racial en Charlottesville en 2017, las citas a su película Malcom X (1992), las referencias a Rodney King —activista y víctima de la brutalidad policial en Los Ángeles en 1991— y los frecuentes comentarios veladamente racistas del presidente norteamericano, trajeron a un primer plano las deficiencias del sistema, en un tiempo donde los nacionalismos y los extremismos son cada vez más frecuentes.

Green Book, Oscar a la mejor película, se hizo eco de estas preocupaciones, mediante la relación entre un músico afroamericano y su chofer italoamericano, al principio de la década del sesenta, para desmenuzar las sospechas hacia el otro como componente de los prejuicios raciales. En la dirección de Peter Farrelly el reconocimiento, el respeto y, finalmente, la admiración de Frank Vallelonga, ajustadamente interpretado por Viggo Mortensen, nominado como mejor actor, llevan a una mayor comprensión entre los integrantes de grupos cultural y racialmente distintos, y el rechazo deviene amistad sincera, tal cual ocurrió en la vida real entre Frank y el estelar compositor y pianista Don Shirley.

Mahershala Ali, quien obtuvo la estatuilla como mejor actor secundario, logró transmitir al espectador el forcejeo entre el ser y el parecer de Shirley quien, a pesar de haber sido recibido en la Casa Blanca, no tenía derecho a comer en el mismo restaurante sureño con los patrones blancos. Su tour musical por el medio oeste y los estados de las grandes plantaciones algodoneras, acompañado por Frank, quien en ocasiones fue su guardaespaldas ante el acoso de los supremacistas, no solo por ser un hombre de color sino por su homosexualidad, fue también una lección de inclusión y buen entendimiento. Tal como asentó el director, quien obtuvo el Oscar al mejor guion original: “la historia es sobre al amor; acerca de lo que somos, es decir, la misma gente”.

Una certeza que Roma hizo suya desde la visión marcadamente feminista de su director, al mostrarnos la relación de una familia mexicana de clase media con las personas del servicio a principios de los setenta, y donde los hombres, independientemente de su clase social, estarán ausentes al abandonar a las mujeres a su suerte. Nominada simultáneamente como mejor película y mejor película extranjera, esta producción, ganadora del Oscar en la segunda categoría, es un excelente fresco del México de entonces; lo cual no significa que el de hoy haya llegado a un mejor entendimiento entre los sexos y construido una sociedad menos machista.

El hecho es que su protagonista Yalitza Aparicio, ha sido la primera mujer hispanoamericana de extracción indígena en ser nominada como mejor actriz, lo cual es en sí mismo un gran logro dentro del competitivo y enrarecido ambiente de Hollywood. Ello, como un reflejo de la sociedad hispana en general, tal cual la misma actriz sostuvo: “Desafortunadamente, en México hay discriminación. Pero siento que esta película es una oportunidad para dar a conocer nuestra diversidad, que no todos tenemos el mismo color de piel… ‘Roma’ no es una representación de México en su totalidad, sino de la diversidad mexicana”.

Otra polémica, la concerniente al mercado, envolvió la película de Alfonso Cuarón, premio a la mejor dirección, pues muchos arguyeron que el hecho de haber sido distribuida por Netflix le restó credibilidad entre los votantes de la Academia, quienes en su mayoría defienden la experiencia cinemática ante el control del gigante del entretenimiento casero. El director, por su parte, sostuvo que la principal razón por la cual firmó con Netflix fue el hecho de que ninguna compañía iba a distribuir globalmente un drama en español, y en blanco y negro, sin actores conocidos.

En el otro extremo del espectro Black Panther, superproducción basada en personajes del comic y una de las más taquilleras de la historia, ha sido la primera película del género en ser nominada como mejor film, obteniendo la estatuilla por vestuario, banda sonora original y diseño de producción. La película, dirigida por Ryan Coogler, contó además con un elenco internacional en su mayoría compuesto por actores de color, lo cual podría resultar paradójico si se contrasta con el racismo imperante en gran parte de las sociedades de donde ellos provienen y en aquellas donde fue exhibida; o, quizás, abre espacio a la pregunta de si la aceptación del otro es mayor cuando viene encarnada por acciones alejadas de la cotidianeidad, pues existe menos posibilidad de identificarse con lo que a priori se rechaza.

La ficción geográfica, en la cual los superhéroes realizan sus espectaculares hazañas dentro del universo creado por Marvel comics, le permitió al director sumergirse en el escapismo característico del género, que esta franquicia corporativa llevó a sus últimas consecuencias al incluir superhéroes de color de otras producciones como Avengers: Age of Ultron (2015) y Captain America: Civil War (2016). Ello, con la intención de mostrar el orgullo de la población negra en el cosmos utópico de Marvel y del film. Como indicó el guionista Joe Robert Cole: “Crear un superhéroe negro es una oportunidad histórica, ahora cuando los afroamericanos están afirmando su identidad, al tiempo de lidiar con taras como la vilificación y la deshumanización”.

Los tres Oscars obtenidos fueron igualmente históricos, pues ha sido la primera vez que una película de Marvel Studios es nominada por la Academia. Ruth Carter, premio al mejor vestuario, y Hannah Beachler, premio al mejor diseño de producción, también se convirtieron en hitos en sus respectivos campos, al ser Carter la primera mujer afroamericana en ganar el Oscar dentro de su categoría y Beachler, no solo en ganar, sino en ser la primera mujer afroamericana en ser nominada para la suya.

The Favourite, A Star Is Born y Vice resultaron ser las otras películas nominadas, cubriendo importantes temas históricos, sociales y políticos, respectivamente. La primera, recreó el reinado de Ana de Inglaterra, interpretada por Olivia Colman, Oscar a la mejor actriz, y las luchas entre sus dos favoritas por sus favores y el poder.

Yorgos Lanthimos, nominado por la mejor dirección, creó una comedia negra que trajo a un primer plano las sospechas, ambiciones, vejaciones, fracasos y triunfos de la aristocracia con una vuelta de tuerca muy contemporánea, al exponer abiertamente las relaciones amorosas entre la reina y sus cortesanas. Algo que carece de auténtico fundamento pero activó el desarrollo del argumento, atrayendo con ello a una audiencia interesada en las producciones de época, dentro del estilo de otros trabajos como Elizabeth (1998) de Shekhar Kapur y Marie Antoinette (2006), dirigida por Sofia Coppola, donde las heroínas se ajustan a los cánones feministas contemporáneos.

A Star is Born, por su lado, se convirtió en la cuarta versión de la cinta, anteriormente interpretada por Janet Gaynor y Fredrich March (1937), Judy Garland y James Mason (1954) y Barbra Streisand y Kris Kristofferson (1976). Esta vez fueron Lady Gaga y Bradley Cooper, ambos nominados por la mejor actuación, quienes se sirvieron del vehículo para llevar su carismática presencia a la pantalla.

Cooper, quien también produjo y dirigió el film, hizo uso de un ágil trabajo de cámara y del plano-contra plano, para mostrar la relación entre dos cantantes, cubriendo un amplio rango emocional desde lo privado a lo público. En tal sentido, fueron las escenas rodadas en la intimidad las más interesantes, por su poder de transmitir verazmente la carga sentimental, sensual y desafiante de los artistas. La química entre ellos también se hizo manifiesta en la ceremonia de entrega de los Oscars, cuando interpretaron a dúo la canción tema del film, ganadora de la estatuilla por la mejor canción original compuesta por ambos, con la colaboración de Mark Ronson, Anthony Rossomando y Andrew Wyatt.

Vice, premio al mejor maquillaje, escrita y dirigida por Adam McKay, nos llevó a los entretelones del poder mediante la figura de Dick Cheney, vicepresidente durante el mandato de George W. Bush. Christian Bale, en el rol de Cheney, realizó un extraordinario tour de force, que le valió una nominación como mejor actor, al mostrar las maquiavélicas componendas de esta figura, odiada y admirada con la misma pasión por el pueblo norteamericano.

El film polarizó igualmente la crítica, tal cual ocurrió con la presidencia de Bush, reproduciendo la incomunicación entre conservadores y liberales, que ha llevado a los Estados Unidos a una total fractura donde el diálogo no parece posible. Una realidad más agria hoy, debido a la funesta actuación del presidente en funciones; lo cual ha tenido negativas repercusiones a nivel global, enfrentando y separando a los pueblos. Los premios Oscar de este año, sin embargo, buscaron revelar una faceta más inclusiva de las sociedades que quizás logre conciliar a las naciones, aun cuando solo sea por el tiempo que dure la película.

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