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Alejandro Varderi

Christian Dior en Brooklyn

Como fue con Pierre Cardin en 2019, el Brooklyn Museum ha alojado en sus salas a otro gran modisto, diseñando nuevamente un evocador escenario donde las creaciones de Christian Dior son los personajes idóneos para contar una historia que comprende 75 años consagrados a la alta costura y el prêt-à-porter. El recorrido teatral y cinemático, puesto a desembocar en un jardín encantado, de la muestra “Christian Dior: Designer of Dreams”, brindó al público asistente un acabado perfil, no solo del artífice sino de quienes han seguido desarrollando sus ideas, incorporando los cambios de gustos y preferencias acaecidos en el mundo de la moda desde la desaparición del fundador.

Si bien Pierre Cardin dirigió personalmente los destinos de su imperio —rigiendo además el atelier de Dior (1947-1950)— hasta poco después del cierre de la exposición en Brooklyn, este modisto solo reinó durante una década, pero la fidelidad a su filosofía del vestir ha seguido incólume gracias al talento de los realizadores que le sucedieron. Yves Saint Laurent, Marc Bohan, Gianfranco Ferré, John Galliano, Raf Simons, y Maria Grazia Chiuri han logrado mantener vivo el espíritu del “new look”, que le dio a la mujer de postguerra el control sobre su imagen, realzándola sin atenuarla. Más bien incorporó elementos propios de la estética masculina, como las líneas rectas y las caídas verticales, suavizándolas con volados y tules a fin de perfilar a una mujer capaz de dirigir una nación, pero sin perder su feminidad; no extraña entonces que Eva Perón fuera una de sus musas.

La princesa Margarita de Inglaterra, Grace de Mónaco, Jacqueline Kennedy, la duquesa de Windsor y Diana de Gales, igualmente favorecieron sus creaciones, llevando a los espacios de poder tradicionalmente masculinos una nueva manera de mirar, que igualmente influyó sobre la percepción de la mujer como ente independiente y ejecutor. Ello, cual revisitación de su estratégica importancia durante la Segunda Guerra Mundial, cuando ocupó los puestos de trabajo de los hombres que habían sido llamados a los frentes de batalla.

“En la era de las máquinas, la confección es uno de los últimos refugios de lo humano, lo personal, lo inimitable”, apuntó el modisto, refrendando la importancia de la alta costura para realzar lo singular de la mujer, especialmente si ella tiene un papel clave en la vida económica, surgida de la revolución industrial. Ingrid Bergman, Marlene Dietrich, Ava Gardner, Sophia Loren, Marilyn Monroe, Elizabeth Taylor, hicieron realidad tales ideas, insertando desde la gran pantalla sus creaciones en una modernidad fílmica caracterizada por la porosidad de los roles y la inclusión de las diferencias. Algo que la cinematografía contemporánea ha profundizado mediante el trabajo de actrices dables de privilegiar las otredades, como Lady Gaga, Lupita Nyong’o y Awkwafina, quienes también han hecho suyo el estilo Dior.

La completa muestra en el Brooklyn Museum hizo un excelente uso de los enormes espacios y los techos de gran altura, a fin de mostrar la evolución de la Casa Dior de manera cronológica. Empezando con su fundación y la década cuando el creador la transformó en el referente mundial de la moda, la exhibición puso a dialogar las creaciones de Christian Dior con las de los modistos que le sucedieron, enfatizando así la atemporalidad de un estilo siempre actual y sugerente. La inclusión de los perfumes y accesorios en el marco de la firma realzó los contenidos, y la sala dedicada a los fotógrafos que han retratado a modelos y celebridades luciendo las creaciones, mostró la versatilidad de la alta costura para entrar en el imaginario de la cultura popular.

De hecho, los clips de películas y anuncios sincretizando elegancia, fama y comercio le dieron al espectador las claves para desentrañar los entretelones de la moda para tener éxito como arte y como negocio, a fin de no sucumbir a los excesos y derroches cual ha ocurrido con grandes diseñadores que debieron cerrar sus atelieres o vender su nombre a las corporaciones, perdiéndose la filosofía del artista en el proceso. Como parte del conglomerado LVMH, la compañía dedicada a los artículos de lujo más grande del mundo, la Casa Dior ha seguido creciendo exitosamente, pero sin perder el halo de magia y fantasía que la caracterizó cuando su fundador vivía.

La exhibición rindió homenaje a esta visión de Christian Dior transformando una gran sala en un jardín encantado. Vestidos de noche colgando como racimos de flores en las paredes donde se proyectaban imágenes alusivas a la naturaleza, plataformas ofreciéndolos cual ramilletes y pedestales mostrándolos en cascada crearon una serie de efectos en los cuales arte, moda y tecnología dialogaron con el público, integrándolo al espacio lúdica y poéticamente. Aquí se destacó el placer del artista por los trajes de gala y los suntuosos disfraces para bailes tan legendarios como el de máscaras, que Carlos de Beistegui organizó en su palacio veneciano en 1951, y donde Dior llevó un traje ideado por Salvador Dalí, mientras este vistió de Dior.

Y es que para el modisto, “la noche es el momento cuando escapamos de las realidades de la vida”, favoreciendo así el lujo en los tejidos, brocados y encajes, aún en plena postguerra cuando el racionamiento impedía a la gente obtener lo más básico. La gran cantidad de tela necesaria para crear un vestido de Dior entonces fue motivo de críticas, incluyendo la de Coco Chanel, quien sostenía que el diseñador no sabía cómo vestir a las mujeres pues nunca había tenido una. Con todo, el éxito fue instantáneo a nivel mundial, llevándolo a abrir una tienda en Nueva York en 1948. Joyas, corbatas, medias y demás accesorios con su nombre empezaron a venderse en tiendas exclusivas en las principales capitales, lo cual contribuyó enormemente a transformar la moda en un producto a ser comercializado a gran escala.

A diferencia de Halston, quien fue apartado de su propia empresa por la corporación que la compró, o Cristóbal Balenciaga, quien ha sido convertido en una marca completamente ajena a la estética del gran modisto, Christian Dior sigue estando muy presente en los diseños de sus sucesores. Una certeza que la gran retrospectiva en el Brooklyn Museum ha refrendado con sensibilidad y buen gusto, tal cual el artista hubiera querido.

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