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Cesar Alvarez Alonso
Cesar Alvarez Alonso entrevista

César Álvarez Alonso: La internacionalización es el máximo exponente de la sociedad del conocimiento

 

Ideas para el futuro latino desde Harvard University

César Álvarez Alonso es Investigador en la Harvard Law School a través del Institute for Global Law and Policy. Ha desarrollado su carrera profesional en los ámbitos de la internacionalización de la educación superior y la diplomacia pública. Su aproximación a América Latina le viene dada desde su época en el corazón mismo de la Unión Europea. En Bruselas dirigió proyectos de cooperación en materia de educación superior cuando estuvo al frente de redes universitarias europeas en colaboración con EuropeAid. Asimismo, ha sido Observador de la Unión Europea en procesos de armonización e integración regional. Actualmente dirige el comité de Estrategia de la EAIE, con sede en Amsterdam, y ejerce como Consultor externo en diversas organizaciones internacionales.

 

Cesar Alvarez Alonso

 

César, ¿cómo definirías el sistema de conocimiento en América Latina?

Lo más fundamental, como punto de partida, es entender que América Latina constituye una realidad muy diversa en la que las universidades están llamadas a convertirse en auténticos artífices del desarrollo de la sociedad del conocimiento. A pesar de que ha habido avances importantes, la realidad es que América Latina aún se encuentra lejos de alcanzar su máximo potencial, a diferencia de algunas regiones del planeta como Asia, que han escalado posiciones de una forma muy marcada en los últimos años.

El sistema de conocimiento, entendido como bloque, se halla considerablemente fragmentado, ya que en algunos países existe una fuerte disparidad entre educación pública y privada. También se producen diferencias de gran calado a nivel de transferencia del conocimiento, investigación y criterios de evaluación de la calidad. Creo que nos encontramos en un momento apasionante, dado que existe la necesidad de proporcionar respuestas a las nuevas necesidades del mundo globalizado. Es aquí donde la universidad ha de ejercer su protagonismo en el triángulo del conocimiento.

 

¿Quieres decir que eres partidario de reformas?

La evolución es consustancial a todo organismo vivo. Sin duda, la adaptación a través de reformas parciales es fundamental. América Latina ya ha vivido varias fases de reforma a lo largo de la historia. La primera de ellas se produjo a principios del siglo XX, cuando los Estados fueron conscientes de que la industrialización requería una democratización de los órganos universitarios. Así fue como se aprobó la Reforma de Córdoba en 1918, precursora de todos los movimientos reformistas. Más tarde la lógica de la reforma se centró en la mercantilización del modelo, lo que dio lugar a la aparición de universidades privadas. Ahora nos encontramos inmersos en un tercer movimiento, marcado por la internacionalización y la necesidad de dar respuestas a los retos de las nuevas tecnologías y la globalización. Es aquí donde América Latina aún tiene un importante recorrido que efectuar. La internacionalización es el máximo exponente de la sociedad del conocimiento. 

 

¿Los países latinoamericanos se esfuerzan en que sus universitarios estudien en el exterior?

Es necesario promover una internacionalización en la doble dirección; haciendo por un lado más atractiva América Latina para que jóvenes estudiantes extranjeros se formen en universidades de la región; y por otra vía fomentando que los universitarios latinoamericanos se beneficien de sistemas de conocimiento e investigación foráneos.

Es de justicia reconocer que ha habido esfuerzos loables a cargo de presupuestos nacionales. Ejemplo de ello fue el programa “Ciencia sin Fronteras” del gobierno de Brasil, que se vio seriamente perjudicado en los últimos años por la crisis económica. Hasta fechas recientes, los Estados latinoamericanos no eran tan conscientes de la necesidad de invertir en formación que acentuase la dimensión internacional, y dependían más bien de la ayuda exterior vía programas de cooperación, a través de sistemas articulados de becas de formación. Estas estrategias integrales de internacionalización son instrumentos muy necesarios para mover ese componente exterior tan fundamental para dinamizar los sistemas universitarios y potenciar sus niveles de calidad.

 

¿Qué grado de conexión existe entre las universidades latinoamericanas y el mercado de trabajo?

La conexión entre ambos ha de mejorar, pues a veces no se percibe del todo adecuadamente el papel que las universidades desempeñan en el mercado laboral por parte de las empresas, que son quienes generan riqueza y protagonizan el desarrollo del tejido productivo. Que las universidades han sido epicentro del crecimiento en los países latinoamericanos es un hecho. La Organización Internacional del Trabajo maneja datos muy concretos que acreditan que en América Latina el porcentaje de empleados que han completado estudios universitarios creció de un 14,5% a un 20,5% en la última década, desde el 2005 al 2014. Ciertamente, las instituciones de educación terciaria son artífices de la evolución del modelo productivo y facilitan la incorporación de recursos humanos cualificados al mercado laboral. Sin embargo, este grado de interacción entre universidad y empresa ha de fomentarse para que el papel central de la universidad sea eje sistémico de un modelo mucho más avanzado. Iniciativas como las prácticas obligatorias para estudiantes, así como la creación de agencias nacionales que representen tanto a las universidades como a organizaciones empresariales y a otras administraciones públicas, son instrumentos que pueden facilitar una comunicación más fluida.

 

Dado que te encuentras en Harvard actualmente, ¿cómo consideras que la universidad puede ser puente entre la población latinoamericana y los Estados Unidos?

No tengo la menor duda de que la universidad es centro neurálgico de conexión entre América Latina y Estados Unidos. Lo es en diferentes formatos y a distintos niveles. Por ejemplo, a través de programas específicos de formación consolidados como Fulbright, instrumento de diplomacia pública que acentúa la vertiente de formación de estudiantes latinos en universidades estadounidenses. De igual modo un importante número de latinos son influyentes en Estados Unidos desde las tribunas universitarias, como lo demuestra la presencia de académicos de primer nivel en la Universidad de Harvard.

La conexión es fuerte, pero se debe trabajar en algunos sentidos para que la universidad sea puente de unión más sólido, pues en terrenos como los programas Study Abroad, América Latina está muy lejos de ocupar la posición que, por interés en el público estadounidense, y por cercanía, debería tener. No debemos olvidar que el 55% de los estudiantes que se benefician de este programa realizan estancias de formación en Europa, y América Latina, aun siendo el segundo destino tras Europa, solo ocupa el 16%. Mi recomendación es que se trabaje por hacer una oferta formativa más atractiva desde las universidades latinoamericanas, pues los estadounidenses que viajan en el contexto de estos programas, se convierten en auténticos embajadores del país donde realizan su formación, y este es un ejemplo manifiesto de cómo la conexión a través de la universidad afianza las relaciones y abre nuevos nichos de interacción.

 

¿De qué manera crees que el mundo latino puede influir en que la universidad mejore la transferencia del conocimiento?

Mi experiencia hasta la fecha en el entorno académico es que hay grandes ideas a nivel de tecnología, pero a veces quedan en un mero conato de proyecto. Considero que es fundamental encontrar vías para externalizar los procesos de gestión, como en el caso de las startups. La población latina de los Estados Unidos tiene un enorme potencial y caudal de ideas. Ahora bien, si el mundo latino quiere buscar un espacio propio con capacidad de influir en el tercer vértice del triángulo del conocimiento, tiene que construir ecosistemas propios y buscar vías para customizar los modelos que han funcionado en otros espacios para sus ideas y productos. Es inequívocamente fundamental profesionalizar procesos a la hora de acudir a convocatorias de concurrencia competitiva a nivel internacional

La idiosincrasia de la sociedad latina en Estados Unidos, tanto desde una perspectiva cuantitativa como cualitativa, tiene la potencialidad de generar un espacio propio que, además de servir a la misión sociocultural, sea rentable en términos económicos. Creo que las manifestaciones culturales en la música y en la televisión han demostrado que esto es perfectamente factible y que no hay ninguna cuestión de principio que evite que dichos procesos se desarrollen en otros ámbitos de conocimiento. Es necesario romper el complejo existente en algunas ocasiones de identificar que el mundo del conocimiento ha de responder a criterios estrictamente anglosajones.

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