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El Cempazuchitl, el feo de Gael, y los 43

NUEVA YORK: La ciudad de New York pone su grano de arena en la protesta internacional en apoyo a los familiares de los 43 normalistas de Ayotzinapa, desaparecidos desde el 26 de setiembre del 2014. El pasado 26 de octubre, conmemorando un mes de la desaparición, la comunidad mexicana de New York y New Jersey se reunió en el parque de Union Square organizando una vigilia en protesta y unión. Estudiantes, líderes comunitarios, curiosos, artistas y hasta el personaje de La Catrina, fueron algunos de los asistentes a la manifestación. No es una novedad que en estos días México está en la boca de todos los idiomas.

Los asistentes a esta congregación tuvieron que aguantar los primeros estragos de la temporada fría, pero en estos días donde la tragedia anda en boca de todos y la indignación es efervescente en todo el mundo, hasta los niños soportaron los tempranos caprichos otoñales. Hombres y mujeres expresaron en inglés y español su indignación por la manera en la que el gobierno Mexicano ha reaccionado a las demandas de justicia y el retorno de los desaparecidos. Con pancartas y gritos como, <<Vivos se los llevaron, vivos los queremos>> o, <<Yo soy madre también y mi dolor es tu dolor>>. Los manifestantes levantaron gran euforia entre la gente que paseaba a los alrededores del parque y que no sabía ni de lo que se trataba la reunión. Con mayor alegría y una organización impecable, hubo manifestantes que se dirigieron al público no solo expresando repudio y desacuerdo al manejo de la situación por parte del Estado mexicano, sino manifestaron su apoyo incondicional a las familias de los desaparecidos y a manifestantes de todo el mundo. Somos todos compañeros unidos por la misma causa. La justicia. Por ahí se oía la voz.

Union Square es uno de los parques más peculiares y visitados de la ciudad. Con su mercado de Agricultores locales, que cada semana es visitado por cientos de personas, su enigmática estatua de Gandhi siempre decorada con todo tipo de ornamentas, su llamativo contorno corporativo y comercial: Best Buy, Starbucks, Barnes & Noble, Whole Foods, y su adorable y favorita de todos cercanía a la librería The Strand. Union Square es además de una atracción turística, un centro pintoresco de personalidades de todo tipo. Acróbatas, magos, jugadores de ajedrez, poetas que cobran cinco dólares por poema, artistas plásticos, actores y músicos. Deleite del que uno no puede dejar de soslayar inclusive si se trata de un indigente un poco chiflado.

Cuando llegué al parque, los gritos y la masa popular me golpearon con gran vehemencia. Las banderas Mexicanas eran incontables y de las pancartas se percibía la ilusión de una nube de papalotes en los que las cabezas humanas parecían un ejercito de hormigas sosteniéndoles. La más grande de las banderas estaba justo en el centro de los manifestantes que miraban hacia el sur y el público de frente podía darse el lujo de admirar tan enigmática fotografía. Debajo de la bandera había una joven disfrazada como La Catrina, alusión tradicional y personaje cultural que representa a la muerte, con un número pintado en cada palma de su mano. El 4 y el 3, aludiendo al número de desaparecidos, 43. A los pies de La Catrina había una ofrenda con las fotografías de los desaparecidos rodeadas de veladoras, oraciones escritas, pancartas con escritos de apoyo, juguetes de peluche, y fotografías emblemáticas como las del Che Guevara o las del presidente Mexicano Enrique Peña Nieto maquillado con pintura roja en las manos y palabras como <<Asesino>>, <<Corrupto>>. Más extensa y laborada con un esmero detalle, había un enorme lienzo con los nombres y fotos de los desaparecidos soportado de cada esquina por rocas o latas llenas de algún alimento para que el viento no se la robara. Y no faltaban por supuesto las hermosas flores, Rosas, y las representantes de la época, el Cempazuchitl, que con su particular fragancia transportaban a cualquiera al recuerdo de la infancia dejada en México y nos indicaba la cercanía a la fecha de día de muertos.

La coincidencia no podía ser mejor. Se aproximaba el día de muertos que es en México uno de los días más importantes, cultural y religiosamente hablando.

La pregunta de la discordia sería si accidentalmente Union Square se disfrazó de ofrenda de día de muertos, o si fue mera casualidad que sentimentalmente cualquiera puede expresar que la magia que nos conecta con el México del más allá en estas fechas, pueda ayudar a mantener la esperanza viva de que los normalistas serán encontrados con vida. La respuesta puede ser la siguiente: todos entendemos que unidos podemos dar mucho, sea de la manera que sea. Si pintorescamente nos congregamos en Union Square, pintorescamente seremos siempre un grupo de personas a las que se les ocurrió la gran idea de apoyar, recordar y solidarizarse de una manera única. Aquí no se trata de hacer algo diferente, se trata de apoyar. Y hermosamente la comunidad lo está haciendo. Utilizando todos los recursos posibles para que nuestra voz también se escuche en México.

—Compañeros. Fue el gobierno.

Uno de los oradores dijo algo que se quedó en la mente de todos los que estábamos ahí. Era un señor con poca expresión verbal pero que de inmediato al pararse habló con el corazón en la garganta, y se le escuchó decir que él no tenía mucha educación académica para decir lo que quería decir, pero que la indignación lo ayudaba a hablar. Eso se ganó no solo el aplauso, sino la admiración de todos los que le entendieron. ¿Y es qué de verdad se necesita ser una persona culta o de escuela pera sentir indignación ante una injusticia? La respuesta es no.

Aldo Resendiz se paró al frente y leyó un comunicado de apoyo a los familiares de los normalistas desaparecidos escrito por la Coalition of Teachers College and Columbia University Students in Solidarity with Ayotzin[apa]. El escrito también fue dirigido con protesta e indignación al Estado Mexicano y a la corporación Televisa, por su apoyo y complicidad a <<la dictadura y tiranía en México>>. Así como menciona también que después de cuarenta y seis años los pueblos indignados siguen derramando la sangre del recuerdo por la matanza de estudiantes en Tlatelolco el 2 de octubre de 1968. Y culpa al <<narcoestado Mexicano>> por intentar borrar de las memorias la tragedia.

La memoria aun sigue fresca. No solo por las injusticias y pérdidas ciudadanas que diferentes gobernantes en México han ocasionado durante diferentes mandatos, sino por las recientes atrocidades que ahora el pueblo sufre gracias al narcotráfico, la desigualdad económica y la inseguridad. En México todo se siente igual que hace cuarenta y seis años. Nada cambia, solo las caras. En Union Square, lejos de México y lejos de la violencia se respira en la comunidad indignación, cansancio; se vive preocupado por lo que pasa al sur de la frontera norte. Sin embargo, se unen las voces en apoyo. Muchas voces, aunque sea de lejos, siempre es mejor que nada. El escrito que Redendiz leyó, quien muy amable me proporcionó una copia, termina con la frase, que casi se escucha como un grito, ¡Su rabia es la nuestra!. Y es que desde lejos también da rabia.

¿Cómo no sentir rabia? ¿Como no unirse a la causa? En todo el mundo se están escuchando gritos como estos. En Union Square se escucharon no solo en español sino también en inglés. Siempre es posible contagiar a la gente de indignación cuando se trata de un caso de injusticia. En esta gran ciudad que es New York, los normalistas desaparecidos también son esperados con vida, también se les recuerda a sus parientes que no están solos. Se logró una colecta monetaria que fue enviada a México a los parientes que viajan al DF a reunirse con el presidente de la república. Y se acordó que el domingo 2 de noviembre se volvería a manifestar en el mismo lugar. Pero esto va para largo y se siente en el ambiente que como unos van a misa los domingos, en Union Square se congregará a manifestarse por muchos domingos más. El sentimiento de unión ya esta derramado por las calles de Manhattan y se expanden por toda la ciudad y cruza el Hudson a New Jersey.

Si de ofrenda se puede hablar, New York ha tenido una de las más emocionantes. Y poner una vela de esperanza siempre ayuda.

Los días que vinieron nos trajeron las noticias de que la cosa siguió hirviendo. Vinieron las agresiones a distintas sedes de gobierno. La reunión entre el presidente de la república, Enrique Peña Nieto y los padres de los normalistas desaparecidos. Vino el arresto del ex alcalde de Iguala, José Luis Abarca y su esposa María de los Ángeles Pineda Villa, presuntos culpables de dar la orden de la desaparición de los 43 normalistas y por otros delitos relacionados con el crimen organizado. Estos dos personajes fueron detenidos en la Ciudad de México. Clave curiosa que despertó en la ciudadanía y la comunidad internacional, que sigue los acontecimientos, sospecha. Ya que se les encontró en una zona rural que para mis recuerdos no es la mejor de las zonas rurales o urbanas de la capital, y en una casa abandonada, con muy pocos recursos para sobrevivir. La gente ya no cree en nada. La gente está harta del circo. Esa semana de acontecimientos cirqueros, a mí en lo personal me estaban ocurriendo cosas extrañas que me impedían trabajar. Me corté primero un dedo y fui a dar a la clínica y recibir tres puntadas. Antes de que terminara la semana, comencé a sentir los síntomas de un enorme absceso de pus en la entrepierna que no me dejaba caminar. Fui a dar a la sala de emergencia y por cinco horas estuve pensando en que México también tiene un absceso de pus, mucho peor que el mío, y que no lo deja andar. Ahí, bajo las frías luces del cuarto, en bata, desnudo por debajo, abierto de piernas, esperaba al médico que me rajaría la piel y me drenaría la infección. Que dolor pensar en México, en las muertes. Que dolor pensar que yo tenía acceso a un buen hospital, a anestesia, que me dolió literalmente hasta muy lejos la inyección, pero que me lograron atender. Que dolor saber que muchos sufren por ese absceso de pus infectado en un México que no quiere ser drenado por conveniencia de pocos y desgracia de millones. Al día siguiente, con gasa y una receta de antibióticos e ibuprofeno, anduve a paso corto y un poco doloroso, rumbo al hospital de nuevo porque mi hija de dos años también tenía un absceso infectado en su muñequita izquierda y nuestro hijo de un año tenía los pulmones atascados de flema. Mi esposa y yo no sabíamos ni que hacer, estábamos desesperados y la casa ya olía a hospital. Esa tarde recibí un mensaje de texto de mi padre que me informaba que se había localizado los cadáveres de los 43 normalistas en un basurero. Habían sido calcinados y arrojados a un río. Con todo y los problemas de salud le di la noticia a mi esposa. Ella soltó un suspiro seco de tristeza y rezó algo que no pude entender porque yo también me encontraba en el trance del dolor. Hubo un silencio en el cuarto del hospital, en lo que esperábamos al medico y yo intercambiaba mensajes con mi padre. Cuando revisé en las redes sociales lo que los periódicos decían todo indicaba que era verdad, pero claro, la versión de mi padre por obras de la sencillez que dictamina un mensaje de texto estaba un poco distorsionada, no eran cadáveres los que habían encontrado sino restos de huesos calcinados efectivamente y en bolsas negras de basura.

La indignación creció. Las versiones. La oficial expresada por la Procuraduría General de la República (PGR). Que nadie creyó. Que todo el mundo rechazó. Que aumentó, más que dar tranquilidad, la euforia de la comunidad. Nos quieren ver la cara de tontos. Se burlan de nosotros. La noticia aun así dio más ánimo a los parientes de los desaparecidos. No creen en los oficiales. Bola de mentirosos. Culpan a los que no son. Tontos esos. Se dio el arresto de tres presuntos sospechosos, o ya culpables, de la muerte de los 43 normalistas. Las declaraciones eran macabras. La versión que dieron de los hechos de verdad nos hace pensar si aun podemos apuntar con el dedo a Hitler y sus campos de exterminio. Si de verdad la historia de los horrores es cosa del pasado.

Mi padre me cuenta, mientras tomamos café, que en México la gente está harta de las manifestaciones. Hay un promedio de tres manifestaciones al día. La gente está hasta la madre del tráfico. Esto es una leve y exagerada estadística. En realidad, nosotros acá ¿qué sabemos?

Cesar Tzompantzi de 34 años, empleado, usuario de transporte colectivo así como dueño de auto, explica como su vida en el DF está ya acostumbrada a la situación de marchas.

—Las protestas. ¡Uff! ¿Te imaginas una pastelería sin pasteles? ¿Verdad qué no? Como podrías tener una ciudad sin marchas, protestas. Si nuestro amado México ha sido usurpado por líderes corruptos, ineficientes. La gente llega a confundir el derecho de protesta con el derecho a crear violencia. Ambas cosas son totalmente diferentes. Será que ahora tenemos que acostumbrarnos a contar desaparecidos. Así como si fueran cualquier cosa. No es posible que el gobierno no tenga el potencial para encontrar a 43 personas. Este es un gobierno oscuro, un gobierno malicioso. Da asco. Da tristeza.

¿Qué más necesitamos? ¿Qué sigue?

Yo le he dicho a mi esposa que las redes sociales están llenas de cosas tontas pero también te dejan conocer un lado de las personas un poco difícil de explicar. Es como una manera cibernética de percibir malas ondas o malas vibras o mala sangre de las personas que crees tus amistades.

—prácticamente me mandó a la Chingada.

Francisco Ramírez es un activista político-social. Vive en Brooklyn y lleva más de veinte años viviendo de este lado de la frontera. Sus recuerdos de México están llenos de injusticias, pena, rencor, abusos de autoridad, pobreza y siente mucha indignación por lo que sigue pasando allá. En él había un oscuro pasado que una vez superado lo llevó a convertirse en lo que ahora es. Francisco es originario del estado de Hidalgo, de un pueblo vecino a Tasquillo. Sus padres eran de descendencia Otomi. Los recuerdos que mantiene de su pueblo son de un lugar lleno de polvo, era una loma y muy pobre. Cuenta que en su infancia le daba vergüenza decir que era Otomi, que sus padres hablaran la luenga Otomi y que lo hacía por mecanismo de defensa en un México poco tolerante con la comunidad indígena. Ya en New York, todo eso quedó atrás. Ahora habla inglés, es un hombre corajudo con un enorme corazón luchador y enemigo de las injusticias. Dice que le duele ver que los blancos gringos lo han tratado mejor que los propios mestizos mexicanos. Y eso no es una demanda. Es una realidad que aun se ve en todo América Latina. Cuando conocí a Francisco nos dimos la mano, y el clásico <<quetalmuchogusto>> fue como un relámpago. Francisco estaba por toda la manifestación tomando fotos, filmando, hablando con personas. Activo, hiperactivo. Por eso ni se acordaba de mí después.

Y ese México poco tolerante con los indígenas se le vino a la mente el día de muertos, 2 de noviembre, cuando se vio cara a cara con el actor Gael García Bernal.

—No lo acuso de racista, pero cuando el güey me vio, me miró como si yo no fuera nada y me preguntó que yo quién era. Yo solo quería entrevistarlo. Cuando lo vi sentí que estaba ahí para apoyar la causa pero el pinche payaso iba solamente de pasada. No me quiso dar la entrevista. Me preguntó que de qué grupo yo era. Yo creo que si le hubiera dicho que era de CNN si me da la entrevista.

Pero Gael no pudo pasar desapercibido.

—A mi amigo sí le respondió las preguntas porque mi amigo prendió la cámara y de una lo acosó. Gael no tuvo escapatoria y tuvo que hablar. Pero que hombre tan frío, no mostró ni una gota de lástima, ni una gota de apoyo a la causa. En esos momentos estaba una muchacha dando un testimonio desgarrador y Gael no mostró ni un indicio de que se sintiera mal o conmovido. Fue muy frío.

Y Francisco no exagera. Yo cuando vi el video lo primero que le dije a mi esposa fue que Gael García Bernal no estaba en la manifestación apoyando. Se le veía que iba simplemente de pasada. Quizá de lejos vio y le dio curiosidad pasar, pero también existe la posibilidad de que anduviera de mal humor. ¿Entonces por qué carajos fue? Gael García Bernal es un hombre bajito de estatura, pero es reconocido por muchos. No iba a pasar sin ser reconocido. Porque después pidió que no se le involucrara con la manifestación. Lo que declaró en la entrevista improvisada fue redundante, nunca dio un punto de vista, daba más bien la impresión que ni siquiera sabía nada del asunto. Y Gael se merece un respeto a su privacidad, como toda figura pública. Es entendible que no quisiera participar en la manifestación. Pero después de que en México grandes personalidades del medio artístico, intelectual, y popular, mostraran su indignación y apoyo, lo menos que podía hacer Gael García Bernal era dar una palabra de apoyo. Si es que siente indignación por lo que está pasando. Yo en lo personal, lo he visto en vídeos y propagandas publicitarias desprestigiando al gobierno de Peña Nieto, y tiene que entender que en New York casi nunca se da una casualidad en la que una persona con su talla de zapatos, pequeña pero que tiene poder popular, pase por una manifestación de protesta contra el gobierno mexicano. Aun mejor, el cantante de la banda Calle 13, Rene, se presentó ese mismo día y por unos minutos brindó apoyo a los manifestantes.

Gracias Rene.

La desaparición de los 43 normalistas tiene a todos en modo de revolución. Se están dando muchas cosas y todas al mismo tiempo. Las agresiones a estudiantes, las cosas raras que pasan en la UNAM.

Ángel Argenis López Laredo de 24 años, estudiante de Historia en la Facultad de Estudios Superiores Acatlán de la UNAM, cuenta lo que se ve, se dice y pasa por allá.

—Somos víctimas de nuestro propio Estado. Los medios de desinformación solo sirven al narco Estado. No podemos expresarnos con total libertad sin ser acosados. Se nos quiere silenciar con violencia y muerte. Nos quieren intimidar a nosotros y a nuestras familias. Ser joven es un riesgo, se nos persigue por pensar diferente y ser estudiante es un crimen para el gobierno corrupto y controlador. Nos quieren desprestigiar ante toda la ciudadanía, nos acusan de marihuanos y revoltosos. La vida en el DF no ha sido sustentable incluso desde épocas prehispánicas y colonial. Las inundaciones por las lluvias y la violencia son nuestro pan de cada día. Día a día hay más autos y más cuerpos descuartizados sobre las aceras. Si no te asaltan seguramente serás secuestrado por las mismas autoridades que trabajan mano a mano con el crimen organizado. La ciudad huele a smog y a sangre. Pero cuidado y se te ocurra abrir la boca porque vienen, tocan a tu puerta y así de la nada desapareces. En el DF no somos libres, todo lo contrario, estamos amarrados al terror. El país entero está dividido, gracias a los medios de desinformación. Ellos son los que se encargan de dar las noticias mal intencionadas, las cuales dividen la opinión de la ciudadanía. La pobreza no es la que está matando a México, sino la indiferencia y la desigualdad económica. A los estudiantes se les acusó por los disturbios ocurridos en la UNAM, supuestamente ocasionados por ellos. Se quemó un camión del transporte colectivo, se ocasionaron daños materiales a la estación del metro. A esto, cabe destacar que el gobierno ha creado por décadas grupos de choque. Se infiltra a organizaciones civiles y porriles en las universidades. A veces son hasta policías disfrazados para que ellos sean los que actúen en las marchas con extrema violencia y seamos nosotros los estudiantes los desprestigiados y criminalizados por los actos. Cuando se quemó la puerta de Palacio Nacional, no había militares, no había policía, no había seguridad alguna pero sí había medios de comunicación. ¿Casualidad?

Acá en New York solo se escuchan las versiones que se dan en los diarios, en las redes sociales. Pero también existe un fenómeno de miedo en los activistas. Yo no podía creer cuando Francisco Ramírez me contó que cuando en diferentes manifestaciones afuera del consulado mexicano, después de ser recibido por la Embajadora Sandra Fuentes-Berain él temía que se le tomaran fotos. ¿Quién toma las fotos?, le pregunté, y me respondió que la misma embajadora. Y eso me llevó al año pasado cuando en una reunión en la casa de un escritor e historiador mexicano, residente en New York también, del cual no quiero mencionar su nombre para no involucrarlo, conocí a un estudiante del cual no recuerdo su nombre, el nombre de su universidad, ni de la beca de la que era orgulloso becado, solo recuerdo que era de San Luis Potosi. Que me contó que cuando se dio el movimiento Yo soy 132 NY, él fue quien entregó una carta al cónsul Carlos Sada, una carta dirigida al gobierno mexicano. Pues la beca que este estudiante tenía a las pocas semanas fue recortada. Y él asumió que había sido debido a una fotografía que encabezaba un artículo redactando en el momento en que se le entregaba la carta al cónsul y que al pie de la nota se mencionaba su nombre. Él piensa que el gobierno intervino para que su beca fuera recortada. Y así Francisco teme por su bienestar, pero más por el de su familia. Él afirma que sí cree capaz al Estado de obtener su información y causar un daño a sus familiares en México. <<Están en todos lados. Lo saben todo.>> me dice Francisco, con un mensaje Orwelliano.

La ofrenda sigue. La esperanza aun no muere. En las noticias se dio a conocer que 23 de los restos encontrados no pertenece ni uno a los normalistas. Son argentinos los forenses trabajando arduamente en el proceso. Pero ¿quién garantiza la veracidad de su trabajo? No por qué sean extranjeros dejan de ser corruptos o son más honestos. Así como a los ciudadanos se les inyecta miedo, a la gente envuelta en este desastre también se le tiene que inmutar cierto tipo de acoso. Lo que no para es la voz de los inconformes, de los que están hartos, de los que continuarán hasta que se termine esto. México en efecto huele a Cempazuchitl, a sangre, a pólvora, a plomo. Huele a revolución. Eso se grita por todos lados. Ya la gente no cree en nadie. Ya la gente está harta de injusticia. Ya a la gente no le dan chocolate con el dedo.

Cesar Tzompantzi dice —Da tristeza saber que nuestro México se haya perdido entre el narcotráfico y la violencia. Y que dichos males corrompan a nuestros gobernantes.

Ángel López dice —Como Mexicano estoy cansado de que mi pueblo no reaccione ante el abuso de la autoridad. Pero el gobierno va a caer y yo estaré ahí para presenciarlo.

Francisco Ramírez dice —Hasta que no les pase algo no actuarán. Gael se mostró muy frío, indiferente.

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