Últimamente está muy de moda publicar a través de los medios de comunicación y de las redes sociales presuntas cartas de alumnos que critican el sistema educativo. Aunque a priori pudiéramos pensar lo contrario, la realidad es que este tipo de falsedades tiene mucho éxito entre los críticos de la escuela pública, maestros incluidos. Sin embargo, para ser honestos, hay que decir que los textos son de tal calidad que, si es cierto que los han redactado alumnos -con esa perfección gramatical, esa ausencia de faltas de ortografía, esa fluidez de términos, esa coherencia, esa capacidad crítica- nuestro sistema educativo es una pasada. Como no podía ser de otro modo, todos esos textos se basan en la idea cada vez más creciente de que hay que cambiar la escuela. Así. A lo bruto. Sin reflexionar. Cambiar la escuela. Sin más. En fin.
Sea como fuere, como yo también creo que hay que cambiar la escuela, quiero aportar mi granito de arena, así que me he animado a escribir una carta fingiendo también que soy un niño. En este caso, un niño de tres años. Esta es la carta.
Queridos adultos:
Dejad de decir que hay que cambiar la escuela para trasformar el mundo: lo que tenéis que hacer es transformar vosotros el mundo para que así nosotros podamos tener una mejor escuela. No esperéis a que seamos nosotros los responsables de cambiar un mundo que vosotros estáis destrozando. No carguéis sobre nosotros una responsabilidad que es vuestra. No seáis tan irresponsables. No seáis tan hipócritas.
Nos decís que debemos eliminar la competitividad de la escuela, pero vuestra vida está llena de competencia, de envidia, de prejuicios, de enchufismos, de amiguismos, de pisotear al más débil, de machacar al que se esfuerza y tiene éxito, de reírse del diferente. Sois vosotros los que juzgáis por el poder económico, por el aspecto físico. Nosotros, los niños de 3 años, no diferenciamos entre un blanco y un negro, entre un rico y un pobre, entre un interesado y un amigo. Nosotros jugamos y nos divertimos, y sabemos ganar y perder sin quemar contenedores a la salida de un partido de fútbol.
Nos decís que cuidemos el planeta, pero sois vosotros los que estáis exterminando a los animales que ya solo podremos conocer por fotos, los que los maltratáis para vuestro ocio, los que abandonáis a vuestras mascotas como si fuesen un trapo en mitad de la carretera. Sois vosotros los que tiráis las colillas en los parques, los que dejáis las litronas en las calles, los que taláis el Amazonas, los que contamináis nuestro aire, nuestros ríos y nuestros mares.
Nos decís que no tomemos drogas, pero sois vosotros los que las vendéis en las proximidades de los institutos, los que ponéis una casa de apuestas a diez metros de un centro educativo, los que fomentáis la ingesta de alcohol como un medio de ocio.
Nos decís que nos alimentemos de manera saludable, pero sois vosotros los que nos lleváis a comer a lugares de comida basura, los que llenáis los alimentos de productos cancerígenos, los que hacéis una explotación brutal e insana de animales, vegetales, frutas y verduras, los que fomentáis que nos quedemos en casa jugando toda la tarde a videojuegos.
Nos decís que tengamos valores, que seamos humanos, pero sois vosotros los que vivís todo el día en los móviles, los que buscáis vuestra identidad a través de la moda. Nosotros aprendemos del ejemplo que vosotros nos dais día a día; al cruzar un semáforo en rojo, al aparcar cinco “minutitos” en zona de personas con movilidad reducida, al colaros en la fila del supermercado, al emborracharos en las fiestas patronales, al no decir “buenos días”, al no pedir perdón, al pegar al árbitro en un partido de niños, al valorar a los futbolistas por encima de los sanitarios que os han salvado de la enfermedad y de los maestros que os han salvado de la ignorancia. No nos eduquéis para un mundo maravilloso sin violencia, sin intereses económicos, sin contaminación, sin competitividad, sin abusos … un mundo que no existe porque vosotros lo habéis creado así.
Queridos adultos: dejad de decir que hay que cambiar la escuela para trasformar el mundo. Cambiad el mundo vosotros para transformar la escuela. Dejad de hablar en medios de comunicación con palabras que no nos alimentan y que lo único que hacen es engordar vuestra cuenta corriente. Haced vosotros ese mundo maravilloso que nosotros merecemos. No tengáis la desvergüenza de decir que la esperanza del mundo está en niños como yo, que solo tenemos tres años, mientras vosotros, los adultos, estáis cómodamente sentados en casa sin hacer nada. No esperéis 20 años a que yo cumpla 23 para que pueda empezar a cambiar el mundo. Empezad vosotros. Y empezad ahora. Es responsabilidad vuestra.