Carlota se la pasa viendo por las ventanas. De hecho, por ser una observadora profesional, puede jactarse de ser sociólogo, preocupada por el medio ambiente y de saber (claramente) qué tanto se ve para dentro de su casa desde la esquina del frente. Cada vez que pasa un autobús con turistas, sabe que la pueden ver. Entendió que en Nueva York hay que descubrir un ritmo interno. Ella insiste en que simplemente le gusta ver para afuera, ver dónde está. Prefiere el transporte público. En 2004 participó en la Ruta Quetzal, una magnífica travesía acompañada de 350 jóvenes recorriendo espacios y sociedades en medios naturales.
¿Siempre quisiste ser sociólogo?
En verdad quería estudiar medicina o algo relacionado con la salud. Hice mi tesis sobre el labio leporino y de hecho tuve ocasión de asistir a una operación. Me desmayé. Me incorporé más tarde gracias a un agua con azúcar. Definitivamente no podía hacer eso.
¿Cómo ha sido estudiar la deforestación del Amazonas desde lejos?
Desde que me fui de Venezuela dije que quería trabajar para la zona o para el país. Estoy consciente de la importancia del Amazonas y aunque no es lo mismo, la Gran Sabana es uno de mis lugares favoritos. Empecé haciendo mis trabajos de la universidad sobre el Amazonas y me encantó el tema. He podido incorporar en esos estudios la sociología, al entender cómo funcionan las comunidades que hacen vida allí y cómo es su relación con la naturaleza.
La ranita de Rainforest Alliance te llamó y atendiste ¿cómo fue?
Llegué al Rainforest luego de un proceso de investigación en internet sobre posibles lugares para hacer pasantías. Me encantó la organización y apliqué para una pasantía en el semestre de primavera y terminé quedándome todo el verano. Se trató de un trabajo de investigación más que cualquier otra cosa. Hice énfasis en el rol de la mujer en los procesos sustentables de las cadenas productivas, en las áreas de agricultura, turismo y forestry.
El estudio de la mujer en América Latina y su “posicionamiento” han sido fundamentales en tus estudios ¿qué has concluido?
Sí, específicamente en el posicionamiento de la mujer en cuanto a su acceso a actividades y recursos que le permitan mejorar su estilo de vida. En América Latina todavía existe la dominación del hombre sobre los recursos productivos a pesar de que la mujer lleva la casa. Aprendí mucho de la importancia de incluir a las mujeres en lo que pasa en las comunidades. Son ellas las que se encargan de criar a los hijos, por lo tanto el futuro de las próximas generaciones está en sus manos, al menos en estas comunidades.
¿Las organizaciones ambientales también están atrasadas en cuanto a la inclusión de la mujer?
Sí. Revisando el trabajo de otro tipo de organizaciones de educación, Derechos Humanos, desarrollo económico, se pueden ver grandes proyectos dirigidos principalmente a la mujer y además son proyectos que ya llevan bastante tiempo. En el caso de las organizaciones ambientales estos proyectos empezaron hace unos 3 años y y queda muchísimo por hacer.
¿Por qué elegiste New School?
Me encantó el programa y el enfoque de la universidad. The New School está clasificada como una non traditional university y además enseñan con práctica. Intentan que todo lo que aprendes se aplique a casos reales, de hecho, en muchas clases trabajas directamente con clientes. También buscan que la relación profesor estudiante sea fuerte. Las clases son máximo con 30 alumnos y eso me encanta. Siempre tuve eso en la Universidad… al fin y al cabo somos pocos sociólogos. Es un ambiente bastante liberal y abierto, fue algo que me llamó la atención. Eso lo hace todo más real. En relación directa con mi Maestría, estamos muy involucrados con la ciudad y lo que pasa en temas de sostenibilidad.
¿Qué tropiezos ves en los jóvenes sociólogos hoy día?
Los sociólogos tienen un problema porque quieren cambiar el mundo o bien entenderlo de un modo más profundo. Me gustaría que la gente entendiera qué es, qué se hace y que sí se puede hacer algo estudiando eso.
¿Y qué es lo que se puede hacer?
Lo que uno quiera. Desde entrar en el área de deporte (la selección para el mundial de futbol de Costa Rica tiene un sociólogo en el equipo) hasta dedicarse al área de salud.
¿Qué conductas entre la gente joven te molestaban al momento de irte de tu país?
Sentí que no había lugar para mí. Me afectó mucho la inseguridad y que igual la gente dijera: “qué importa, vamos a pasarla bien”. Sentí una cadena de valores incomprensibles, hay cosas que uno no puede obviar. Un día vi a un niño de 5 años en una moto Fisher Price, haciendo “caballito” y haciendo que “sacaba” una pistola. Horrible que nadie diga nada ante algo así. Indistintamente de la posición económica se siguen generando esas actitudes. De todo se genera un chiste, unas ganas de hacerse los “Justin Bieber latinos”. Mucha gente prefiere una camioneta a vivir en una casa.
¿Blackberries y whisky?
El acceso a una botella genera status, es como la iconografía del reguetón: no es un tema de riqueza sino de status. “Fui para una casa y me ofrecieron una botella de Black Label, ese es mi amigo, voy mil veces a su casa”. Cosas así. Es igual que los matrimonios apoteósicos en medio de un país en una situación delicada. Yo entiendo la intención de la gente por celebrar, pero no me sentía cómoda con esas cosas.
¿Cómo percibes al newyorker, especialmente atravesado de culturas u obediente a un tipo cultural?
Es interesante porque no se puede comparar la sociedad americana con lo que veo en Nueva York. Acá la gente está muy internacionalizada y son más abiertos, la sociedad americana está muy aferrada a lo que ellos son y representan en el mundo. Hay un problema gigante de valores en cuanto a los niños, el tema del bullyng, los nerds, las categorías. Para mi Nueva York no es Estados Unidos.
VICEVERSA, PALABRAS DE IDA Y VUELTA
¿Qué opinas de Greenpeace?: Tiene que haber gente que haga lo que ellos hacen, gente radical y gente que sea expresiva y ataquen como ataquen. Awareness.
¿Te sumarías?: Sí.
Corridas de toros: Odio las corridas de toro, fui una vez en Mérida (no sabía qué estábamos haciendo) estábamos en plena corrida pidiendo como locas que no mataran al toro… cuando medio aporreaba al torero o cuando no le hacían nada gritábamos ¡el toro va ganando! Ganamos una ronda.
¿Qué te parecen las ratas de New York?: Una amiga dice que las ratas en los tracks son como “lindas” (asumiendo que por típicas). Nueva York está lleno de ratas, pero si no estuvieran las ratas, quién sabe qué habría.
¿Qué es lo más raro que has visto en el metro?: El otro día vi a un señor de esos que se mueven como robots y se pintan de plateado con gente alrededor hablando de lo fuerte que había sido su día de trabajo. Alguien se burló y se armó una pelea. Me bajé en la próxima estación.
¿Tienes pesadillas?: Tengo tiempo sin tener pesadillas. Me acuerdo de despertarme de pesadillas brincando en la cama.
¿Qué es lo más raro que te ha pasado en el metro?: Me he caído por las escaleras del metro y me he muerto de la risa ¡Subiendo!
Un miedo cuando llegaste: Temía que esta ciudad fuera demasiado, por ser tan acelerada y porque yo soy súper tranquila. Al final eso es lo que me encanta. Uno está “compitiendo” con gente de todo el mundo. Puedes hablar tres idiomas y alguien te dice: “vengo de una casa donde se hablaban 5 idiomas”. No tiene sentido competir con eso. Te vienes y esto no es tu casa. Te toca a ti, pues. Yo no soy nadie en esta ciudad.
¿Qué hiciste tus primeros meses en New School?: Trabajé en la universidad archivando. Me daba rabia cortarme con papel.
¿Qué deporte practicas?: Ninguno, me gustaría hacer yoga pero no tengo plata. Hice karate mucho tiempo y me gusta nadar. En karate era muy buena e iba a llegar a cinta verde. No presenté para el cambio de cinta por los nervios.
¿Otra actividad?: Hice flamenco, bailé hasta que me vine.
¿Qué es lo más arriesgado que has hecho?: Irme de mochilera al este de Europa con poquitísima plata, sin planes, a dormir donde llegáramos. Íbamos en tren y alguien se compadeció y nos regaló 5 euros. Dejamos los bultos en el vagón y bajamos a comprar unas Pringle´s y una botella de agua. En el despiste arrancó el tren y nos tocó saltar, casi nos deja llevándose todo.
Un día muy feliz de tu vida: No sé. Bueno, luego de comprometerme pero a los días, cuando entendí lo que estaba pasando.