Experta en crear matrices de opinión, la industria hollywoodense siempre ha sido de temer. Pero como toda generalización es mala, ella también se nutre de realidades ajenas para construir ficciones cuyo resultado se asemeja mucho a la realidad
El antagonismo internacional siempre ha sido pilar de la industria cinematográfica norteamericana. Para no caer en aguas más profundas dejemos de lado la Alemania nazi, los Yacuzas y los árabes. Remitámonos a América Latina: el peso de figuras como Pablo Escobar y el cartel de Medellín, el cartel del Golfo de México y las pandillas puertorriqueñas que atentan contra la paz de un barrio tranquilo en Los Angeles, California, pasó a segundo plano para los escritores de las nuevas tramas americanas.
Corren tiempos en que las series de televisión marcan la pauta de la nueva narrativa. El staff creativo detrás de estas historias generalmente disímiles entre sí necesitan de villanos y conflictos y en Venezuela han encontrado ambos.
Person of interest
Shadow Box se titula en 10mo capítulo de la segunda temporada de Person of interest, cuya trama gira alrededor de una exitosa estudiante de ingeniería y su novio, un joven ex marine que participó en la guerra de Irak. Ambos intentan destapar una red de corrupción que desvía los fondos destinados a las familias de los soldados caídos al Banco de Venezuela. El equipo salvador de la serie ayuda y redime a la pareja, eximiéndolos de haber expuesto tratos ilícitos entre figuras clave del gobierno norteamericano y venezolano.
Homeland
Es la serie favorita de Barack Obama desde su primera temporada. Si bien el entramado villanesco es el terrorismo islámico, Venezuela no se quedó atrás. El primer capítulo de la tercera temporada Tin man is down sitúa a Peter Quinn, un black op de la CIA que tiene como misión asesinar en Venezuela a un personaje político involucrado en el financiamiento de terroristas árabes.
Pero el verdadero queso de la tostada se vio en el tercer capítulo, Tower of David -el episodio está repleto de errores geográficos (ubicar la frontera colombiana cerca de La Guaira) e ingenuidades propias de quien no cuidó los detalles- donde el Sargento Nicholas Brody despierta en la favela vertical más famosa de América Latina, cuya construcción iniciada en 1990 aspiraba a ser una suerte de Wall Street caraqueño en el centro de la capital venezolana.
The Newsroom
Sin demasiada alharaca, la serie que narra los intríngulis del departamento de prensa de un canal de televisión muestra en sus monitores al entonces candidato presidencial Henrique Capriles Randonski.
Legends
Hasta ahora la mención más frontal a Venezuela fue hecha en esta serie que en el tercer capítulo de la primera temporada muestra una escena en la que un mercenario es interrogado y torturado por un agente encubierto de la CIA que lo increpa sobre la compra de armas biológicas. El nombre del comprador es “Maduro, PSUV. Preocupado por las protestas estudiantiles en Venezuela”.
La escena dura poco más de un minuto y despertó la ira de altos funcionarios del gobierno venezolano. TNT, cadena responsable de la serie, emitió un comunicado disculpándose con el agraviado presidente, alegando que todo formó parte de un escenario de ficción.
Como hoy se queja el gobierno venezolano, también se quejaron alemanes, vietnamitas, chinos, negros y mexicanos. Las protestas contra el gremio cinematográfico y televisivo por ‘discriminación a minorías raciales’ están a pedir de boca. Pocas series norteamericanas tienen compatriotas como villanos, pero empieza a hacerse autocrítica. Eso es material de otro trabajo.
Mientras, para bien o para mal, Venezuela seguirá dando de qué hablar.