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gabriel jaime caro

Café Society de Woody Allen, 2016

 

Baja la audiencia, la vida intensa de los artistas, así estén a punto de claudicar

Baste decir que esta vez no volé, que es soñar en el cinematógrafo. No me volé. La voz en Off del otro no me dejó concentrar, ni las entradas a la moda de la consagrada y apetecida Kristien Stewart (Café Society de Woody Allen), la nueva Diva del glorificado autor judío, que a esta hora debe de estar echando chispas crispis y más chispas. ¿Ir a Hollywood para ser vegano?

Si claro tenía al fotógrafo Storaro, El último emperador. Stewart es un fantasma de Hollywood, para él, Bobby Dorfman, Jesse Eisenberg, con cara de autorretrato, con aquellos vínculos que ni los Hermanos Marx de humoristas en épocas del fascismo-nazismo. Hollywood encantaba, ahora que tiene su diosa medio judía, Marylin Monroe, anglicana, menos que los paralelos de mujer, sobre todo aquellas de Alá, que se van bravas para la casa.

W.A. es el clarinete vinculante, New York, pero nada de esto es Café Society. Sin premios internacionales, Cannes 16, no pidió permiso para presentarse en vacaciones del verano. ¿Un filme light como te gusta a ti? Nada como el negocio judío de Hollywood. Podrías ser la judía alcohólica de Jasmin, 2014, con el Oscar para la australiana, Cate Blanchett. Por encima de New York-Hollywood como una aplanadora. Con el filme Café Society entra y sale del oscurantismo, del mismísimo hueso de roer, con un final a lo Steven Spielberg, nada más solo que el amor. Podríamos dejar en paz a la familia.

La última noche de Boris Grushenko, ah, sí, el mismo. Diane Keaton. Si fuera de él, todo es light. Septiembre, con Mia Farrow, la preferida. Ahora con sus estrenos en la televisión W.A. da un vuelco, subirá su rating, más de una se quitarán la vida, y las del club de fans del Hotel Carlyle de Manhattan.

Queda claro que no me perdí de la película, hasta un John Huston se dormiría. Los hermosos vestidos de Kristin S., la voraz complicidad de las aventuras amorosas. Café Society se instala en el historial como de judíos aventureros y gángsteres de los años veinte. Rodolfo Valentino. El Woody de Brooklyn todavía no se asomaba, ni el antisemita, por favor. El semita Dión, mitad pagano, mitad semita.

¿Son todas las cenas memorables como en el cine?, si, son todas las cenas memorables. Hay filmes que son copia de otros, o la continuación de las sagas con las estrellas de antemano decapitadas para el estrellato como Kristin Stewart, ahora en comedia. Star system, amadas por los vampiros, protegidas por ellos. “ Marilyn Monroe fue una star system, tan poco para la hipocresía”, me dijo un amigo de paso. Los clubes nocturnos de los filmes de W.A., casi siempre sin derramamiento de sangre a lo Darío Argento, Clase B., son la tregua. La fachada a la impunidad.

Alabanza de lo lejano, por Paul Celan.

En el venero de tus ojos
viven las redes de los pescadores de la mar errabunda.
En el venero de tus ojos
el mar mantiene su promesa.

En ella arrojo yo,
un corazón que entre los hombres ha morado,
lejos de mí mis vestiduras y el resplandor de un juramento.

Más oscuro en lo oscuro, más desnudo estoy.
Tan sólo al desertar soy fiel.
Yo soy tú cuando soy yo.

En el venero de tus ojos
derivo y sueño un rapto.

En una red, una red queda apresada
y nos abandonamos enlazados.

En el venero de tus ojos
estrangula su cuerda un ahorcado.

(De Mohn und Gedáchtnis, 1952.)

Versión de José Ángel Valente

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