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Bolsonaro le dice no a la democracia

“El Mandamás suprimió todos los periódicos, que arriesgaban tímidos reparos a su gestión, y prometió que las fábricas producirían major papel de envolver. Luego clausuró las revistas, incluidas aquellas dedicadas a la apicultura y a los tejidos invernales. Por último se deshizo de las publicaciones escolares, que como se sabe inficionan las impresionables mentes infantiles. Concluidas estas tareas, el Mandamás envió emisarios a los organismos internacionales de crédito para solicitar subsidios que detuvieran el inexplicable aumento del analfabetismo”. Así escribió David Lagmanovich (1927-2010) en su libro Historias del Mandamás.

En enero de 2010, Jair Bolsonaro, presidente de Brasil, sugirió que el estado debería censurar los libros de texto para promover valores conservadores. Este fue solo uno de los muchos ataques a la democracia llevados a cabo por el gobierno de Bolsonaro. El 7 de febrero de 2020, una amplia gama de intelectuales brasileños, incluidos Sebastiᾶo Salgado, Arnaldo Antunes, Djamila Ribeio, Caetano Veloso, Chico Buarque y Petra Costa, entre 2.000 otros, escribieron un artículo de opinión en el que denuncian la intención del gobierno de Bolsonaro de censurar los libros de texto, espiar a los maestros y reprimir a los grupos minoritarios. Los intelectuales brasileños pidieron apoyo internacional para neutralizar estos abusos.

Citan, entre muchos otros hechos, que el 16 de enero de 2020, Bolsonaro y Roberto Alvim, el entonces secretario de cultura, filmaron una transmisión conjunta que expuso sus planes ideológicos para el país. Durante un video que anunciaba un premio nacional de arte, Alvim hizo menciones a principios nazis y usó frases de Joseph Goebbels, el propagandista nazi. Alvim renunció solo después de la indignación y condena internacional.

Los ataques contra los medios por parte del gobierno de Bolsonaro son sistemáticos. Solo en 2019, se informaron más de 208 ataques contra medios de comunicación y periodistas en Brasil. En enero de 2020, la oficina del fiscal realizó una investigación carente de fundamento sobre el periodista estadounidense Glenn Greenwald por su participación en una supuesta conspiración para hackear los teléfonos celulares de altos funcionarios del gobierno brasileño. Greenwald había estado llevando a cabo una investigación sobre corrupción y prejuicios políticos en fiscales y jueces brasileños.

Al mismo tiempo, el gobierno de Bolsonaro ha dirigido un ataque sistemático contra instituciones culturales de prestigio a través de recortes de fondos y censura. En una extraña semejanza con lo que está sucediendo en los Estados Unidos, el gobierno de Bolsonaro niega el calentamiento global y sus peligrosas consecuencias para el medio ambiente como los incendios forestales, cada vez más frecuentes y devastadores. Además, minimiza los esfuerzos de preservación ambiental llevados a cabo por las comunidades indígenas. No puede sorprender entonces que Bolsonaro sea un admirador abierto del presidente Donald Trump.

En un movimiento evidente para fortalecer sus características dictatoriales, los principales funcionarios del gobierno, más los hijos del presidente, abogan por un retorno a la ley de la era de la dictadura militar AI-5 (Ley Institucional Número 5) originalmente emitida en 1968 por el régimen militar que gobernaba el país. Según esa ley, las autoridades gubernamentales pueden clausurar el congreso, ignorar las órdenes judiciales y suspender los derechos constitucionales, todo en nombre de la restauración del orden en el país.

El gobierno de Bolsonaro tiene la intención de crear desorden social y violencia para justificar la implementación de medidas duras contra los opositores políticos y recuperar las medidas de la era militar contra la democracia y los derechos humanos. Esto fue subrayado por el hijo del presidente, Eduardo, cuando admitió que anhelan la violencia y el desorden para justificar medidas represivas.

Estos son tiempos difíciles para el pueblo brasileño. Si el Mandamás de Brasil continúa sus ataques contra personas e instituciones progresistas, dañará irreparablemente la democracia y los derechos humanos en ese castigado país.

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