No sabe uno si es un fanático del cine de Alejandro G.Iñarritu, que así se da en llamar en los créditos de este filme tan esperado como ingrato. Mentira, se saborea la obra maestra y se cae al nivel de un niño. Imperdonable, pero válido sí está en el trabajo constante del autor, que apenas disfruta de sus cincuenta años y con 5 largos, todos grandes, a excepción de Biutiful, 2010 (que no sé si a alguien no le gustó), a mí, personalmente, mucho más que Babel, 2006. Meta cine, metabolismos en las mentes de ficción de los fanáticos del Cómic, Birdman, 2014, es uno de ellos, que te atormenta hasta hacerte volar, renco, acabado como gran actor. En fin, los que juzgan no siempre son los mejores.
Es sorprendente que este autor hispano americano, conserve el rigor más que vigor, o Viceversa, llevando a escena el famoso Broadway de Manhattan trabado con actores tan consagrados como Michael Keaton, Naomi Watts, Edward Norton y Zach Galiflanakis, entrando con una metafísica de Comedy negra de los años cincuenta. Como a Hollywood le gusta premiar al que la haga mejor de alcohólico, ahí está Riggan interpretado por Keaton, basado en un cuento de Raymond Carver (“What we talk about when we talk”).
Magistral la locación, frente al Majestic, o la vida tormentosa de Broadway como un teatro para recoger y exterminar. Armando Bo (“El último Elvis”), el director de cine argentino, nieto del Gran Armando Bo (de las pelis de Isabel Sarli), que Iñarritu ha convocado para entre cuatro guionistas hacerse el pastel de marihuana.
Bo había escrito el guión de Biutiful, descrestando a todo el mundo, pero dentro de esas mentes pétreas que nada deciden. Los jurados de los festivales de cine, prefirieron ignorarla, por pura ignorancia.
Mi amiga al lado del teatro, reía (como Nataly) todo el tiempo hasta el final, que le pareció salido de foco de la comedia para convertirse en un vórtice de esos que nos suceden y nos dejan fríos, pero fríos del alma tal vez no. Fíjate que no se había hecho un filme sobre este tema, sino a medias, así Iñarritu tiene cerradas todas las puertas a Broadway como anarquista del cine.
Los ojos del cine en el los ojos de Emma Stone, la afortunada hija de Riggan Thomson, y su versión del super hero de Birdman con alas de destrucción. Cuando el movie te da sorpresas, pensando en Robert Altman, y sus comedias negras que llegan hasta el asesinato, aquí pura ilusión de literatura en el cine. ¿Qué sucede por memoria más que adaptación de un clisé?. Ay, Hidalgo y Costilla, como homenaje. Pero son los videos-juegos los que resisten la edición final.
Qué bueno que el cine no se está acabando en las carteleras muertas de Manhattan en los últimos meses y que con Birdman vienen otras sorpresas. El cine clásico negro, ha triunfado siempre, por el que se mantiene el séptimo arte, entre bambalinas, la tienda de licor de Times Square en el 2050, al lado del S.James Theater. Ojo con los ojos de Emma. Viene Turner, para volver a los teatros.
Mi amiga había visto Amores perros, 2000, dos veces, no gustándole la segunda vez, y es porque confundían los rollos. La pregunta es, dónde pensarán más los fanáticos del cine de Iñarritu, se colgarían en el patio de los dominicus?, que se había retirado a Roma al lado de Bruno, pero se dicen cosas, como tú eres Michael Jackson, o si viene Scorsese en tono de burla, para avalar y seguir con la rutina pitecamtropa.
Sus rostros son pragmáticos, no maquillados como los de ahora. Mike-up, cero Oscar, pero los destapes de Keaton y Norton están ahora al orden del día. Un Oscar para Michael Keaton. Lo de la bata atascada en el portón de salida da para dicho premio.
Alejandro González iñarritu está más loco que una cabra vasca, a celebrarnos con nuestras seudo religiones, solícitos para el que pase igual a nosotros. La mística de Naomy Watts (alcanzó para este otro filme) del autor mejicano, ya había aparecido en (“21 gramos”, 2003). El amor, el deseo, la carne.
Concluimos que asistimos con la música del filme a un concierto de jazz con percusión y magias que el espíritu desborda hasta el delirio.