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Benito Juárez de carne y hueso

Como todos los años, el 21 de marzo celebramos, en México, el nacimiento de Benito Juárez (1806) uno de los personajes más importantes y significativos, gracias a las reformas constitucionales que asumió durante su etapa como Presidente de la nación, las cuales decretaron la separación de los bienes públicos y del Clero, el triunfo sobre la intervención y el imperio; el sistema republicano por encima de la monarquía. Intelectuales, escritores, políticos europeos y americanos se encargaron de difundir su nombre en la historia universal. La República Dominicana lo proclamó “Benemérito de América”. Víctor Hugo fue su mejor publicista, una carta que difundió en periódicos: “un hombre arrojado de ciudad en ciudad, de rancho en rancho, perseguido, errante, acosado en el desierto, sin dinero, ni pan, ni pólvora, ni cañones, llamándolo bandido y un día después de cinco años de humo y de ceguera, la nube se ha disipado y se vieron dos imperios caídos por tierra, un hombre de pies, Juárez y al lado de ese hombre la libertad”. Después del triunfo de la República volvió a ganar las elecciones, permaneció como Presidente 14 años. Se escapó de morir fusilado como la mayoría. Su legado: la obsesión por la ley y la educación: fundó 50 escuelas rurales, institutos y fomentó la educación de la mujer, además la escuela Nacional Preparatoria en el colegio jesuita de San Idelfonso. Con todo el optimismo de la República restaurada, convocó a un plebiscito. Pretendía violar la Constitución en tiempos de paz y recibió severas críticas de la prensa y del Congreso. A pesar de la popularidad de la que gozaba, la propuesta fue rechazada. Fue un escándalo político. ¡Qué diferencia! Durante un siglo a la Constitución se le han hecho 696 modificaciones, ha quedado desfigurada. Nuestro héroe anduvo en su carruaje de la seca a la meca, la Ciudad de México estaba tomada por las fuerzas invasoras, también le tocó quitarle el poder a la Iglesia católica, que se había vuelto insensible, inhumana, estaba empoderada de los bienes económicos, de la consciencia, la culpa y el pecado eran sus mejores armas. Sus frases quedan como un legado a la historia de México: “entre los individuos como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz”. “Libre y para mi sagrado, es el derecho de pensar”. “La educación es fundamental para la felicidad social; es el principio en el que descansan la libertad y el engrandecimiento de los pueblos”. “Como hijo del pueblo nunca podría olvidar que mi único fin debe ser siempre su mayor prosperidad, el pueblo que quiere ser libre lo será. Hidalgo enseñó que el poder de los reyes es demasiado débil cuando gobiernan contra la voluntad de los pueblos”. “No deshonra a un hombre equivocarse. Lo que deshonra es la perseverancia en el error”. No fue perfecto, cometió errores, enfermó de poder, cometió fraude en las elecciones, le tocó gobernar en tiempos bastante complicados, sin ejército, sin recursos, con traiciones. Pero a pesar de su condición de indígena, huérfano de padres, el resultado es positivo, ningún Presidente de la vida moderna lo ha superado, llegan al poder con la mesa puesta, a servirse más que a servir.

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