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Bachaqueros al ruedo

¡Mira esa cola! ¿Qué estarán vendiendo? La mayoría de esa gente será bachaquera…

¿Cómo hacen para pasar horas ahí?, ¿no trabajarán? O peor aún: posiblemente en Venezuela ese sea su trabajo. “Bachaquear”, es el nuevo oficio de la economía informal dedicado a la reventa de alimentos, medicinas y cualquier otro artículo necesario que da mucho más que un salario mínimo.

Estas preguntas surgen de inmediato en cualquier ciudadano que vive en Venezuela y observa, cada vez que sale a la calle, una situación que no se puede esconder: filas interminables a las afueras de los supermercados y farmacias en busca de productos básicos.

No todas las personas que hacen fila son bachaqueros, algunos son cabeza de familia que tratan, en la mayoría de los casos sin éxito, llevar a casa artículos de primera necesidad a precio regulado: leche, café, pasta, arroz, aceite, azúcar, huevos, papel higiénico, champú, desodorante, jabón, toallas sanitarias, pañales y pare de contar…

Otro sector de la población, (con un poder adquisitivo más elevado), que no tiene tiempo, que se niega a hacer cola o a peregrinar de establecimiento en establecimiento, acude a los bachaqueros, pagando con descontento e indignación el artículo que necesita hasta 10 veces por encima del valor regulado. Es un círculo vicioso que grafica la degradación social en la que vivimos.

Es una dura realidad que se repite a lo largo y ancho del territorio nacional y que lejos de mejorar, empeora día a día, cuando el gobierno anuncia el precio regulado de un producto determinado y lo condena a desaparecer de los anaqueles.

El gobierno insiste en que la culpa de la escasez es de la guerra económica y continúa restringiendo las compras por terminal de número de cédula.

Por un lado el gobierno restringe, por el otro, los bachaqueros se aprovechan de la situación y venden a precios exagerados.

 

Los precios y la inflación

Es un tema complejo, pero más allá de un análisis económico lo que hay que decir es que los precios de los alimentos, medicinas, ropa, calzado y de todo lo que se pueda mencionar, están totalmente fuera de órbita, si tomamos como referencia el salario mínimo (Bs. 11.578), lo que corresponde a 9,87 $ al mes. Es necesario hacer la equivalencia en dólares porque a pesar de que en Venezuela se gana en bolívares y de que impera desde hace años un férreo control de cambio, todo, absolutamente todo, se calcula tomando como referencia el dólar paralelo que al momento de escribir este artículo se ubicaba en 1.172 Bs. por dólar.

La canasta básica familiar de febrero se ubicó en 176.975 Bs, es decir, más de 15 salarios mínimos. Ningún bolsillo soporta esta situación. El gobierno se escuda afirmando que va a castigar a los bachaqueros con la ley, pero no ataca el problema de fondo, apoyando a la empresa privada para que pueda producir más, generando confianza para invertir en el país y frenando la inflación.

El “bachaqueo” se acabará el día en que los venezolanos consigan en cualquier supermercado, farmacia o comercio el producto que necesitan, el día en el que lo quieran comprar y en la cantidad que deseen. Entonces lo harán al precio real y no al falso costo que tienen actualmente los productos regulados. Sin número de cédula, sin captahuellas, sin colas, sin humillaciones, así como ocurría en nuestro país hasta hace pocos años, así como ocurre en todas las naciones libres, que hoy vuelcan su mirada a Venezuela con asombro, un poco incrédulos de que estemos como estamos.

Igualmente de incrédulos estaban muchos venezolanos de que llegáramos a este absoluto desastre. Llegamos… Con interminables colas, con el bolívar que no vale nada, con la inflación más alta del mundo, con supermercados y farmacias desabastecidas, con familias que no logran hacer las tres comidas del día porque el dinero no les alcanza. Con la tristeza de ver el sufrimiento de tantas personas enfermas sin esperanza de conseguir la medicina que le cure o alivie el dolor, con neveras vacías, con bachaqueros en las calles, en los supermercados, en cualquier esquina y ¡hasta en Instagram! Estos son los “bachaqueros digitales” que en su mayoría le compran a otros bachaqueros, revenden en la red social y realizan envíos a cualquier parte del país.

Allí están en fila india, como hormigas se les ve, esperando conseguir productos para poder revender…

La anarquía impera, la desolación asfixia, la paciencia se convierte en costumbre. No más colas, no más bachaqueros; esta etapa oscura de Venezuela debe y tiene, ojalá más temprano que tarde, quedar atrás, tan atrás que no alcance ni para el recuerdo.

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