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Aumenta la alarma por los suicidios de los adolescentes

Estadísticas recientes de los Centros de Control y Prevención de Enfermedades (CDC) de los Estados Unidos muestran un panorama alarmante. Mientras las tasas de suicidio entre varones y mujeres adolescentes han aumentado de manera constante desde el 2007, las tasas de suicidios entre las niñas adolescentes han alcanzado su punto más alto en el 2015. Se ha detectado que el grupo más vulnerable para los intentos de suicidio es el que oscila entre 15 y 24 años de edad y se estima que la cifra de quienes intentan el suicidio es diez veces más alta de quienes lo logran.

Los suicidios entre los jóvenes, en parte, son consecuencia de problemas no solo personales sino también sociales. La mayoría de los que intentan suicidarse sufre de un trastorno psiquiátrico subyacente y muchos tienen un trastorno de personalidad subyacente. La intimidación en la escuela, los estilos de vida estresantes y los problemas económicos se están convirtiendo cada vez más en importantes factores desencadenantes de suicidios entre los adolescentes.

En algunos países, el suicidio es la quinta causa de muerte y la principal causa de muerte entre los jóvenes. En 1987, Emile Durkheim, sociólogo francés, fue uno de los primeros en notar que hay una mayor tasa de suicidios entre los individuos que no están socialmente integrados y no tienen apoyo familiar y social. Sus observaciones pueden aplicarse a muchos estudiantes que intentan suicidarse, quienes van desde el interior a las principales ciudades y carecen del apoyo de sus amigos y familiares.

En muchos casos, quienes cometen suicidio tienen miedo de no tener éxito en sus exámenes escolares. Un gran número de adolescentes sufre las presiones combinadas de trabajo, estudio y problemas personales. Muchos estudiantes graduados son incapaces de encontrar trabajo incluso después de un año o más de haber concluido sus estudios.

En gran parte de las zonas rurales existe el problema adicional de que la mayoría de los jóvenes no tiene buen acceso a los ya escasos servicios de salud mental. El alto número de suicidios entre los adolescentes está relacionado, en algunos casos, con la fuerte presión de sus familias para que tengan un buen desempeño en la escuela y sobresalgan en sus estudios. Además, los adolescentes experimentan sentimientos de aislamiento y soledad.

¿Es posible reducir las altas tasas de suicidios de adolescentes, dada la complejidad del problema? Creo que es posible si los padres, maestros y amigos logran reconocer signos de angustia entre los jóvenes.

Ciertas características, como la depresión, los trastornos de la conducta y las crisis situacionales, están asociadas con un mayor riesgo de suicidio. Los jóvenes pueden tener algunos comportamientos particulares que indican su intención de suicidarse. Entre esos comportamientos se encuentran los cambios de apariencia y conducta hacia sus amigos. Otros también pueden hacer algunos arreglos finales tales como regalar sus posesiones más caras o lanzar amenazas suicidas a través de declaraciones directas o indirectas.

Debido a que los niños y adolescentes pasan una cantidad considerable de tiempo en la escuela bajo la supervisión del personal de la escuela, este debe ser entrenado en la importancia de los factores de riesgo y señales de advertencia de comportamiento suicida. Los factores de riesgo para cometer suicidio incluyen: intentos previos de suicidio; historia médica de depresión u otras enfermedades mentales; abuso de alcohol y drogas; historia familiar de suicidio y violencia; enfermedades físicas y sentimiento profundo de soledad.

Los maestros deben dar clases especiales sobre el problema de los suicidios de los adolescentes, alertando a los estudiantes sobre la necesidad de buscar ayuda cuando se sientan estresados ​​o incapaces de lidiar con sus problemas personales.

Al mismo tiempo, debería haber una mayor comunicación entre los padres, los maestros y el personal escolar. Un buen enfoque sería la creación de “Equipos de Prevención de Crisis” formados por representantes de estudiantes, padres y la administración de la escuela, que deberían estar a cargo de seguir a los estudiantes cuyo comportamiento suscita preocupación. Además, los estudiantes deben tener fácil acceso a recursos médicos y de salud mental eficaces. A través de un conjunto combinado e integral de acciones, se puede controlar eficazmente lo que amenaza con convertirse en un serio problema de salud pública a nivel mundial.

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