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Arturo Serna
Arturo Serna

Historias de una pandemia. Santa Fe (Argentina) desde la ventana

Reflexiones, vivencias, aprendizajes, temores. Así vivimos el coronavirus en ViceVersa Magazine.

 

Arturo Serna: filósofo

Argentina es un país tan extenso y variado que cada ciudad, cada región tiene características propias. Si bien sea cierto que, en estos tiempos de emergencia, la pandemia haya nivelado hasta países muy lejanos y diferentes, enfrentándo a la humanidad entera a una misma, dramática realidad, también es verdad que en cada ciudad encontramos algunas diferencias. Y, en cada persona, el encierro, el miedo, la preocupación por el futuro, han generado reacciones y reflexiones diversas.

Argentina es un país que no solamente tiene que enfrentar las consecuencias del covid-19 sino también una grave crisis económica. En cuanto supimos que nuestro apreciado colaborador Arturo Serna, estaba en Santa Fe, hermosa ciudad del centro-este del país, le escribimos para organizar una entrevista.

 

Arturo Serna

 

Fiel a su personalidad esquiva, más dada al silencio y la reflexión que a la charla, Arturo Serna nos contestó que hubiera preferido enviarnos por escrito sus consideraciones. Lo hizo con esa amabilidad de antaño que tanto lo caracteriza, reflejo de una cultura profunda, esa que permite viajar a través del tiempo y del espacio con la sola compañía de los libros. Quizás sea también esa incolmable avidez de conocimiento y de introspección, la que lo lleve a rasgar el velo de las ilusiones y a diseccionar, en toda su desnudez, y con un dejo amargo, la esencia profunda de los seres humanos.

Este es el texto que nos envió Arturo Serna:   

En los días previos a la declaración de la cuarentena estuve en Santa Fe.

Lo primero que hice fue meterme en la habitación y disfrutar del encierro como una bendición. La vida provinciana tiene un plus que me gratifica, tiene un tinte y un aire que me llevan a la infancia, ese pasado feliz y dudoso que viví en Moreno, junto a mi madre huidiza y mi tía amada. No asocio la provincia a mi padre pero sí al ring, al boxeo como lección filosófica, a ese fuego que aún perdura en mí.

En la habitación del hotel, fumé como un loco y luego alcancé el balcón. Había un temblor en el aire. Se respiraba un viento insufrible, un hálito, un cielo que desprotegía. Sentí la palpitación del desastre.   

Caminé por las calles del centro. Había unas pocas personas. Un muchacho paseaba con su hijo en una plaza desierta.

 

Arturo Serna

 

Yo había ido a despedir a un amigo que estaba enfermo. Felizmente, se murió antes de la cuarentena. Para mi amigo la muerte fue un salvoconducto, un salvavidas curioso, lo apartó de la otra agonía, la que estamos viviendo ahora.

¿Qué esperaba yo del mundo antes de la pandemia? Nada. Lo mismo que ahora. Algunos hablan de la lección del encierro. Otros se quejan de la falta obvia de libertad. ¿De qué sirve quejarse? Frente a lo abominable, solo tenemos la opción de acomodarnos o de recluirnos.

No habrá lección. No habrá una mejoría en el género humano. Nadie aprende nada. Todo seguirá igual. El mundo seguirá girando desde los goznes del consumo y el desprecio hacia el otro.

Estamos entregados al albur del encierro y la monotonía. Disfrutemos de esto. No hay ni habrá otra cosa: la realidad es una grieta absurda.

 

Arturo Serna

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