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Guadalupe Loaeza

Arribistas

En la crítica a las clases medias que hace constantemente López Obrador en sus Mañaneras desde que Morena perdió una gran porción de la Ciudad de México, el Presidente omite mencionar una actitud de la que los integrantes de su propio partido hacen gala, nos referimos ¡¡¡al arribismo!!! Para entender mejor este comportamiento describiremos seis diferentes categorías.

Arribista morenista: Si de algo están orgullosos y orgullosas estos funcionarios de la 4T es de asumirse de mejor estrato social que sus padres, que sus tíos, hermanos y primos, por eso procuran vestirse bien con ropa de marca comprada en barata. Cuando visitan a sus familiares, quienes generalmente viven en colonias populares, en su coche del año conducido por el chofer, de pronto les cae encima su origen que, aunque digan que no, prefieren olvidar. Allí está la mamá con su eterno mandil, el papá en camiseta y los hermanos vestidos de forma muy modesta. Claro que estos arribistas son recibidos como verdaderos héroes: «Siempre te vemos en la tele». «¿Cuándo nos invitas a tu departamento de Polanco?». «Gracias por las fotos que nos mandaste con AMLO». «A ver tu celular…». «Nos invitas un día a una de las Mañaneras…». «Aquí todos en la casa votamos por Morena…». «A mi mamá nada más le falta una vacuna…». Cuando salen de la casa familiar y atraviesan las calles llenas de baches y basura, siempre se sienten deprimidos y con cierta culpa…

Arribista cursi: Los que pertenecen a esta categoría no se saben vestir. Sin embargo, a ellos se les nota menos que a ellas. Cuando una de estas funcionarias es invitada a las Mañaneras a Palacio, le pide a su peinadora, que vive lejísimos de su condominio en Polanco, que llegue a peinarla a las 4:30 am. Se pone pestañas postizas, se enchina su pelo largo pintado con muchas luces y se viste con la ropa que le acaba de traer una amiga, hermana o prima de San Antonio.  A las “gorditas”, siempre se les olvida ponerse un saquito encima de su conjunto, para ocultar lo que ellas llaman, frunciendo ligeramente la nariz (generalmente operada) “mis llantitas”. Suelen recurrir a las inyecciones de bótox. Siempre que hablan de AMLO, dicen: «Nuestro Presidente precioso…». «Hay que apapacharlo mucho, pobrecito con tantas críticas y broncas…». «El otro día me hizo el enorme favor de permitirme una selfie con él… ¡¡¡Lo amo!!!».

Arribista de izquierda: A ellos les encanta, generalmente en la sobremesa de una gran comilona en uno de los tantos restaurantes de moda, y siempre acompañados de un magnífico vino rojo, contarles a sus invitados (siempre pagan la cuenta con su tarjeta dorada) cómo conocieron a AMLO: «Fue en casa de Martí Batres. Acababa de suceder lo de Bejarano. Andrés estaba encabronadísimo. Me dijo: ‘Dime, Ricardo, tú que eres tan buen político, ¿cómo vamos a salir de ésta…?’. Estuvimos platicando hasta las tres de la mañana… Al otro día le mandé El 18 brumario de Carlos Marx. Desde entonces, seguido me habla para que lo asesore…». Entre más elevado sea el salario de este arribista de izquierda, más le pone acento a su imagen: se manda a hacer sus camisas con algodón egipcio, sus trajes con muy buenos casimires y siempre usan relojes carísimos. Quién sabe cómo le hacen, pero siempre se ven bronceados y muy bien peluqueados.

Arribista corrupto/a: Marta Sahagún, Rosario Robles y Elba Esther Gordillo, aunque ninguna de las tres pertenece a la 4T, son ejemplos perfectos tanto de arribismo como de corrupción. Ejemplo serían también funcionarios y funcionarias de la 4T bien arribistas y bien corruptos: Manuel Bartlett, su hijo; Ana Guevara, Eréndira Sandoval, Pío López Obrador, etc. etc. Como dice el psicólogo Julián Calero, en esta categoría: «se vuelven cínicos y sociopáticos, solo quieren ascender y caen en la corrupción…» (El País).

Arribista que no sabe que es arribista: Estos funcionarios de la 4T viven en la absoluta confusión: aunque se comportan como tal, ignoran que son los típicos arribistas, no saben si pertenecen a la clase media, media o media baja o, más bien, media alta. Mientras pienso en esta categoría de arribistas hipócritas, se me aparecen cinco nombres: Julio Scherer (le petit), Alfonso Romo (el millonario), Alejandro Gertz (el coleccionista), Esteban Moctezuma Barragán (el amigo de Salinas Pliego) y Hugo López-Gatell (el mentiroso). He de decir que a ninguno le compraría un coche.

Arribista narco: Emma Coronel, esposa de El Chapo. Invierte mucho dinero en ropa, zapatos, bolsas y anteojos negros de marca y de última moda. Es tan arribista esta narcotraficante; a lo único que aspiraba era a ser «fifí», de clase media súper, súper alta.

Por último diremos que: “Las personas que logran escalar a un mejor nivel socioeconómico en su vida tienen niveles menores de hipertensión y sus problemas asociados.” Después de diversos estudios sobre el arribismo, se concluyó, que: “Descubrieron que aquéllos que nacieron en un nivel socioeconómico bajo y que posteriormente ascendieron a un mejor estatus mostraron una menor incidencia de sufrir alta presión arterial que aquéllos que permanecieron en su clase más baja”.

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