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Analía Segal
Photos by: Flavia Romani ©

Prospect Park en Brooklyn con la artista Analía Segal

Ombligo del mundo, rascacielos, hoyo profundo, 9/11, caleidoscopio, aeropuerto, de kilómetros a millas, desgarre, esperanzas que aterrizan, nostalgias que se enraízan, espacio físico que se encoge, subterráneo, subir escaleras, bajar escaleras, ratas insolentes, ratas resueltas, ratas urbanas, olores que ofenden, grúas, alcantarillas que fuman, ruido, ambulancias, bomberos, policías, pobreza desesperada, riqueza infinita, tribus tatuadas, trabajo, ojeras, sueño, sueño que agota, sueño que despierta, morir de visa, garras,casas compartidas, anhelos compartidos, camas compartidas, encuentros fugaces, amores que nacen, amores que se apagan, culturas, vibraciones, música, vivir sin límites, prejuicios que se desmoronan, libertad a ras de piel, arte que nutre, innovación, movimiento, tesoros escondidos, bares, soledad, amistades, raíces arrancadas y vueltas a reanudar.

Nueva York es eso y mucho más…

 

LAS PAREDES DE LAS CASAS SON COMO LAS PIELES DE LOS CUERPOS QUE ALLÍ VIVIERON

 

Photos by: Flavia Romani ©

 

Nueva York nunca deja de sorprendernos. El pasado se fusiona con el futuro y la diversidad no solamente caracteriza a su gente sino también su arquitectura. Cual estupenda caja de sorpresas exhibe edificios de diseño osado y al mismo tiempo esconde en sus entrañas calles en las cuales pareciera que el tiempo se ha detenido. Es lo que pensamos mientras acompañamos a la artista Analía Segal en el recorrido que la lleva desde su casa hasta el estudio. En Brooklyn bordeamos Prospect Park, oasis de paz capaz de silenciar el incesante ruido del tráfico, para luego introducirnos en calles que parecieran pertenecer a otra ciudad, otra época. Aquí entre árboles, matas floreadas, escaleras de piedra, paredes de ladrillos, balcones antiguos y ventanas semicubiertas por coquetas cortinas bordadas, Analía Segal se relaja, piensa y va elaborando nuevas ideas. “La caminata es repetitiva, casi meditativa. Imagino a las personas que han subido y bajado las escaleras desgastadas, la vida que transcurre detrás de las ventanas. Construyo historias con la fantasía”.

 

Analía Segal
«Contra la pared», de Analía Segal

 

Cuando salió de Argentina Segal era ya una artista reconocida. Sin embargo quería más y soñaba Nueva York, meca de los artistas de todo el mundo. Llegó dispuesta a profundizar sus estudios y asumir nuevos retos, con su mundo encerrado en dos maletas. En el transcurso de los primeros diez años se mudó diez veces.  Cambiar de casa con tanta frecuencia ha modificado mi relación con el espacio doméstico y también mi forma de trabajar. Aprendí a observar detalles que antes no veía. Las paredes de las casas parecían las pieles de los otros cuerpos que habían vivido entre ellas. Unas rayas, unos rasguños, los huecos dejados por unos clavos, eran el testimonio de otras vidas. Ese paisaje interno y doméstico fue influenciando mi creatividad. Y el espacio que nunca me había faltado en Argentina, se volvió protagonista. Realizaba planos de los lugares en los cuales iba a poner mis obras y trabajaba con sistemas modulares que me permitían adaptarla a escalas diversas”.

 

Photos by: Flavia Romani ©

 

Muchas veces en sus recorridos Analía ve en las aceras muebles usados que quedan en la calle a la espera de otros dueños y esos encuentros, con objetos que hablan de vidas pasadas, también la llenan de creatividad. “Adolf Loos en su libro Ornamento y delito dice que cada mueble puede contar la historia de una familia. Es un concepto que me fascina y que me ha motivado a trabajar con la idea de la apropiación de los objetos dentro del espacio doméstico”.

Emigrar en una ciudad tan diferente ha cambiado su manera de expresarse. Con el paso del tiempo los idiomas español e inglés se han ido cruzando, intercambiando, no solamente en la comunicación externa sino también en la personal, la más íntima. Y Analía, atenta a las evoluciones que se iban produciendo en su interior, ha sentido la necesidad de expresarlas a través de un proyecto artístico. Tras extraer palabras de unos audiolibros en español y en inglés, las fue juntando más por sonido que por significado y ha ido creando con ellas una trilogía de animaciones en las cuales usa imágenes del entorno doméstico como cortinas, alfombras, empapelados, puertas, ventanas, para contar tres historias infantiles icónicas: Caperucita Roja, el Patito feo y Los tres chanchitos. “Cuando el idioma en el cual vives no es el propio, las palabras se intercambian en tu cabeza. Es lo que reflejan estas animaciones. Cuento unas historias en las cuales los materiales responden con movimientos mientras que las palabras aportan sonidos. Unos y otros funcionan de manera autónoma, separada. Con este trabajo he querido expresar algunas consideraciones: por un lado que el lenguaje es un mecanismo de comunicación que a veces falla aun cuando hablas el mismo idioma y que las personas, logran comunicarse también cuando no hablan el mismo idioma y por el otro que dentro de mi hay un constante diálogo bilingüe. En síntesis que el lenguaje, como medio de comunicación, es limitado”.

 

analia segal
«Contra la pared», de Analía Segal

 

Ahora Analía está elaborando la conclusión de la trilogía a través del cuento de Pinocho. “Quiero explorar el concepto de verdad que es algo intangible, un acuerdo entre dos”.

Es este el primer proyecto de animación realizado por la artista argentina quien lo considera “lo más parecido a la escultura por su tridimensionalidad”.

“Cada video dura 10 minutos pero el trabajo para realizarlo dura casi dos años porque dedico mucho tiempo a la investigación antes de escribir los guiones”.

 

Photos by: Flavia Romani ©

 

Muchos de los trabajos artísticos de Analía Segal tienen una relación muy profunda con los espacios. Parecen mostrar un mundo paralelo habitado por gnomos, hadas o pequeños monstruos que escondidos entre paredes o alfombras escudriñan el mundo a su alrededor. Parecieran bocas hambrientas o seductoras, narices, sexos. “Las formas que surgen de la superficie de distintos materiales no son figurativas o anatómicas sino abstractas. Sin embargo aluden al cuerpo porque lo que más me interesa es el sentido del tacto. Trabajo con la memoria de los objetos que, como los animales, se apropian de los espacios y establecen una relación física con las personas. Es una realidad escondida que transcurre en silencio. Mi trabajo está influenciado por la experiencia traumática que viví en Argentina durante la dictadura militar. En esa época uno sabía que había una realidad paralela, diferente de la que veíamos, una realidad de la que no se podía hablar. Con mis obras quiero navegar ese mundo entre lo erótico y lo siniestro, lo bello y lo perverso. El espacio doméstico puede ser ambas cosas. Traspasar el umbral del hogar encierra una promesa pero puede llegar a ser una pesadilla”.

 

Photos by: Flavia Romani ©

 

Tras explorar materiales, texturas y técnicas artísticas diversas, Analía Segal decidió asumir un nuevo reto: la realización de un libro. “Hace unos años volví a Argentina y durante una charla alguien me preguntó si había algún proyecto que no había hecho y que me gustaría realizar. Y dije una locura: antes de los cincuenta años me gustaría escribir un libro. Luego de esa declaración empecé a preguntarme qué era el libro para mi y descubrí que lo que más me interesaba era el objeto físico. Comencé a agarrar los libros que la gente dejaba abandonados en las calles y a romperlos para entender como estaban hechos. Generé la maqueta del libro que quería realizar y, al poco tiempo, me di cuenta que lo único que no sabía hacer era escribir. Decidí entonces generar una especie de coros de voces de otros que hablaran de mi trabajo desde lugares diferentes. Quería que la obra funcionara como un caleidoscopio y pedí a nueve críticos de arte, curadores, arquitectos, etc. de Argentina y de Estados Unidos que escribieran un texto”.

 

Photos by: Flavia Romani ©

 

Analía Segal
«Contra la pared», de Analía Segal

 

Nació así el libro/objeto El interior del interior, que es en sí una obra de arte con fotografías intervenidas y el lenguaje que se diluye y se mezcla entre el español y el inglés. Desarrollado en tres partes refleja la transformación artística de la autora. Los textos son de Susan Tower, Elizabeth Smith, Cecilia Fajardo Hill, Graciela Taquini, Laura Batkis, Federico Baeza, Saul Ostrow, Andrea Saltzman y Teresa Riccardi.

Ahora Analía está sumergida en una nueva experiencia: trabajar con su cuerpo. “Tras explorar la palabra desde la escritura, con el libro, y desde el sonido, con los videos de animación, empecé a sentir la necesidad de hacerlo físicamente. Empecé a colaborar con un bailarín pero no sé donde me va a llevar este nuevo camino. Sin duda es un proceso de transformación, es sentir el cuerpo como instrumento, como material para crear. Me interesa la idea del gesto, de lo táctil, de la comunicación que va más allá de la palabra e involucra el movimiento, la gestualidad”.

 

Photos by: Flavia Romani ©

 

Al hablarnos de Nueva York Analía Segal recuerda: “Realicé mi primera exposición en Nueva York en el año 1996 tras una invitación del Consulado Argentino. Y en 1999 regresé para hacer una maestría en New York University. Recuerdo la sensación física que sentí al subir los escalones del subway, la llegada a midtown y la energía increíble que me llegaba de esta ciudad que cada uno inventa según la versión que prefiere. Nueva York me ha permitido mejorar la preparación académica y aquí he ido armando mi vida personal y familiar aunque mantengo una relación permanente con Argentina. Como emigrante creo que vamos pasando por distintas etapas hasta llegar a un momento en el cual sientes que no perteneces a ningún lugar”.

¿Y si tuvieras que irte de Nueva York qué te gustaría llevar contigo?

No sabría donde irme. Creo que lo bueno de esta ciudad es que cada uno puede armar en ella su propia isla. Desde aquí pude entender que no soy nostálgica y eso me permite seguir explorando cosas y reinventarme continuamente.

 

Photos by: Flavia Romani ©

 

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