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Amy, de Asif Kapadia, 2015. Otra más que entra al “club de los 27”

Un día con Amy Winehouse, dice por ahí un artículo sobre la estrella del canto desaparecida hace pocos años (2011), reinventada para todos los públicos en el documental biográfico  y musical de Asif Capadia, Amy, anunciado para que usted conozca a la cantante y compositora, de blues, regueton y jazz, del Norte de Londres.

De marcada influencia del grupo Los shangri Las, que a los 15 cantaba como Sara Vaugh, sus tíos era músicos del jazz, en fin que a los 19 envuelta en el jazz, y con su guitarra escribió las canciones de su primer albún (Frank, 2013). No era ajena al micrófono esta mujer geniecito para el arte de los dioses, cuando saltó a la fama con los 5 Grammys, a sus 24 años, con su nuevo trabajo discográfico, Back to Black.

Cuándo te preguntan,- esa drogadicta era judía? viene la sensación de alivio a la boca, nadie puede odiar a una mujer judía al menos que sea tu victimaria. El mal ejemplo para las adolescentes y chicas de los 25, no allá, pues al concierto de Glastonbury  asistieron un millón de personas. -Pero quién era ella: la expresión de una mujer enamorada “Black, blaack, blaack, blaack”, revienta un blues en el Missisippi.

Sus amigos negros en la música, no los vemos mucho en el documental, son casi toda su orquesta, con los músicos blancos invitados. El regreso del negro (Back to black), son parte de su conciencia de diosa nueva en el firmamento. La gente se ha tratado de enloquecer con su voz, y se corta en la interpretación.

Al comienzo el documental pierde a la Amy de sus conciertos por una construcción biográfica que en nada ayuda a comprender lo que pasa con la nueva artista, suicidada aparentemente con drogas y alcohol, acompañadas de su bulimia, murió anoréxica (forrada en billete, según mi amiga Lola).

La música del filme es de Antonio Pinto y de Amy. No hay buenas versiones pero si los ensayos originales, sus letras que aparecen en pantalla en inglés, ayudan al espectador a entender los giros del jazz negro. -Inglaterra es negra, dijo a un reportero callejero, su raza blanca fea y descompuesta es ahora con color. Nadie humille a un expatriado, a un desterrado, que son en su mayoría por la Europa de las islas.

Su estilo, su apariencia clásico del jazz negro, su postizo en la cabeza como una negra del Rhythom an blues, la reguetonera juguetona, y su incorporación al A%R, la catapultaban como la mejor en sus raticos.

Otro artista más que conocemos y que con su muerte prematura, se acaba todo a su alrededor, y se enrola en lo fatídico; el club de los 27,  Jimmy Hendrix, Janis Joplin, Jim Morrison, Kurt Cobain,  ahora Amy Winehouse, muertes tristes y violentas a sus 27 años, y dentro de la música.

Winehouse stuggles, así la vemos en su pequeño mundo en las drogas y la música, por su existencia, por ser nadie para los sionistas, su padre queda mal parado en el filme pues hace de antagonista, pues solo con los premios vemos su aparición y su abrazo.

Algo que nos lleva al alma de la artista es su solidaridad, no solo con los negros, sino con el pueblo palestino, es una palestina en el escenario, en uno de sus conciertos memorables la vemos vestida a su usanza y su bandera. Canta rocanrol, y todos sus éxitos que sumaran unos 20, marcaran de nuevo la historia de la música, y sobre todo del documental para cine como lo ha hecho Asif Capadia.

Quedan sus grandes amigos, sus productores Salaam Remi, Marc Ronson, Shymansky, que decía tener un sueño con Amy, de convertirla en la mejor cantante del mundo en su género.

El filme ha recibido buenas críticas, como una “tragic masterpiece”, según The Guardian, uno que se pregunta porque esa misión, ese destino, esa voz, y esa embriaguez que de seguro la llevó a la felicidad aunque fuera clandestina.

El hecho de acercarnos tanto a su vida con esta película, a pesar de las censuras de su padre, no le pasó lo mismo a Janis, que en su primer documental sobre su vida, la familia censuró lo más esencial, su desesperación, que más tarde apareció en otro filme más desgarrador.

Sale tumultuosa su voz, su escasa voz de humor, pero sueltan los rayos de su demonios lujuriosos, la tergiversación de todos los valores. Si no era nadie por su corta vida, lo dio todo, pues ya parecía una vieja a los 24 años.

Verla por último enlagunada en los escenarios atiborrados de fans, solo a ella se le perdonaría, aquella tarde de verano en Belgrado, cuando se canceló el concierto y se acabaron todos sus contratos, de regreso a su apartamento en Camdem (norte de Londres) donde viviría sola, a pesar de sus dos exmaridos, enfrentando sus frustraciones o preparada para morir como una máquina rebelde.

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