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América, siento vergüenza. Haití, África siento vergüenza

Siento vergüenza, no pude dormir agobiado por ese sentimiento horrible que hace sentir la boca amarga, que hace que uno se sienta sucio, que uno se sienta manchado, que den ganas de vomitar.

Siento vergüenza por no haber marchado más, por no haber alzado más mi palabra cuando era necesario romper el silencio, por haber dedicado tiempo a escribir un poema cuando era necesario escribir un manifiesto.

Yo acuso, y no acusé con la fuerza necesaria.

Confieso que he vivido, y he escapado de la muerte cuando otros no tuvieron esa suerte, y siento vergüenza de estar vivo.

Siento vergüenza puesto que no quiero ser la voz de los sin voz, quiero unir mi voz a los sin voz, pero mi grito lo silenció la angustia.

Siento vergüenza de pensar que otros no sentirán vergüenza, u ocultarán su vergüenza y al salir a la calle tendrán un rostro de nada ha pasado, de “qué otra cosa podía esperarse de él”.

Siento vergüenza de esperar, de que mi garganta se agarrote y el grito no salga a unirse a otro grito.

Siento vergüenza de que en mi corazón no quepa más amor por los perseguidos, por los humillados.

Siento vergüenza de escuchar esta noticia y que el mundo siga girando cual si nada pasara y, sin embargo, se salió de su eje de cordura y de decencia.

El presidente de los Estados Unidos tronó en la Casa Blanca durante una reunión de ambos partidos para acercar posiciones y buscar una solución a la situación de los soñadores:

Por qué tenemos que recibir a los haitianos, quién quiere a los haitianos, por qué no dejarlos fuera. Por qué aceptar a los que vienen de África, añadiendo, con un lenguaje vulgar, “por qué tenemos que recibir gente que viene de esos países de mierda en vez de recibir a los noruegos.” Recordemos que vulgo es pueblo y que en el caso del Presidente, es el lenguaje más refinado que en su poca cultura puede alcanzar.

Siento vergüenza de hablar del nivel del lenguaje y no de lo que esa declaración implica en términos de racismo, de los derechos humanos y concepción de una sociedad.

La pureza de la raza aria regresa del pasado y resuena marchando en mis oídos, el racismo cotidiano avanza ya de no tan sigilosos pasos por los barrios de América.

Siento vergüenza al ver que algunos intentan justificar lo injustificable, defender lo indefendible y me pregunto qué sentirán cuando sus hijos los miran a los ojos.

Siento vergüenza de que América sienta vergüenza, pero que al amanecer en un nuevo viejo amanecer la vergüenza se oculte y alguien baje sus ojos por temor y no se atreva a gritar, sí, yo también vengo de un país de mierda y estoy aquí y este país lo construiremos en conjunto o estaremos construyendo un Estados Unidos con pies de barro, una sociedad que se desmoronará y en polvo mal oliente nos convertiremos.

Y si es así, roguemos que Noruega nos acepte y no nos diga que venimos de un país de mierda.

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