Se quitó la camisa apenas entraron. No tenía sostén. Estaba nerviosa, sudorosa, intranquila; todo, menos excitada. La premisa seguía en pie: decidió ser escritora, experimentar lo que escribiría. Arriesgarse más que cualquiera. Convencer a un extraño de que debían mantener relaciones sexuales con un tercero, un tercer desconocido, como si no fuese suficiente uno. Para ello, por primera vez, creó un perfil en una página de citas online, aseverando que deseaba tener su primer trío.
Cientos de jóvenes de entre 25 y 35 años de edad se alistaron para ser reclutados, disparaban sus mejores atributos al chat. ¿Obscenidad o locura?…
En el año 435 A.C, el acto amoral de exponer los deseos sexuales al viento habría roto con las reglas implantadas por la sociedad. Habría sido juzgada ipso facto en el Campo de Marte. Habría sido tildada de “obscena” por el Censor romano, al tiempo que, Servio Tulio – el sexto rey de Roma- gritaría: ¡merece la muerte!
El Censor, no sólo se encargaba de la realización del censo, también supervisaba la moralidad pública. De ahí, el término “censura”. Un dato curioso, puesto que sin sexo no habría población y sin deseo no habría sexo y, los mismos que registraban la cantidad de habitantes, eran quienes se encargaban de silenciar los deseos, que, debían mantenerse en la intimidad.
Imaginen una Roma repleta de anuncios: “se busca un trío”; un escándalo, ¿cierto? Inexplicable si recordamos que 28.000 años A.C, la Venus de Willendorf fue esculpida “como Dios la trajo al mundo”. Siglos después, fue celebrada al regresar al lugar de su descubrimiento y conmemorada. Incluso, sus enormes senos, junto a sus –aún más- enormes caderas, presidieron su primera exhibición en el Museo de Historia Natural de Viena, donde permanece.
Senos al aire
¿Senos al aire? ¡ni para amamantar! A pesar de que la prioridad de toda especie es sobrevivir, en algunos lugares de nuestro Continente, la ley prohíbe amamantar a los bebés en público, pero consideran un derecho individual el porte de armas. Sin embargo, el Papa Francisco, dijo: “Incluso ahora, si ellos (los bebés) lloran porque tienen hambre, allattateli, no se preocupen”. ¡Mandó a las madres, públicamente, a amamantar a sus hijos!. ¿A caso los bebés, mientras son alimentados, no disfrutan del alimento?. Del mismo modo, ¿no deberíamos disfrutar del proceso que nos trajo al mundo?. El mundo está cambiado o quizá volviendo a su curso. Estudios demuestran que cada vez son más las personas que han experimentado o desearían experimentar tener relaciones sexuales con dos personas a la vez.
Para el 2004, una encuesta realizada por ABC News, mostraba que un 57% de jóvenes norteamericanos habían tenido sexo “al aire libre”.
En el 2013, otro estudio mostraba que 20% de hombres y mujeres, entre 18 y 39 años, habían experimentado un trío. A finales del 2014, las prácticas BDSM (Bondage; Disciplina y Dominación; Sumisión y Sadismo), y otras alternativas sexuales se popularizaron: entre 1.500 adultos entrevistados acerca de sus fantasías sexuales, el 56% fantaseaba con tener sexo con dos mujeres a la vez; el 59% le excitaba pensar ser atado, mientras el 56% dijo que les gustaría dominar a su pareja en la cama.
¿Será que los millennials formamos parte de una generación hedonista, preocupada sólo por la búsqueda del placer? Siendo así, lo heredamos de nuestros antepasados: en la Antigua Grecia, se crearon las dos escuelas clásicas del hedonismo. En la Antigua Roma, la “religión romana promovía la sexualidad como aspecto de la prosperidad para el estado”, la prostitución era legal y pública, y las pinturas “pornográficas” eran parte de la colección de arte de hogares respetables de la clase alta. En esta misma época, en Roma, los términos “homosexual” y “heterosexual” no existían, y las relaciones entre personas del mismo sexo eran aceptadas. Y es que, ¿a quién no le gustaría tener un ménage à trois con Max Ernst, Paul Éluard y Gala, quienes mantenían éste acuerdo doméstico?. Soy partidaria del sexo con “contenido”. La creación es un arte, su realización y contemplación son un placer.