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¿Cómo aislarse del odio? Una entrevista con Tesa Montiel

Es un día común cuando la llamada se conecta y Tesa Montiel responde del otro lado, en Chicago. Es, como todas las comunicaciones, un milagro que resulta del entendimiento entre dos personas que no se conocen. Dirían los antiguos, una mente común donde caben todas las otras mentes.

Tesa es una chica trans que conocí porque mi hermana me mostró uno de sus videos. Estados Unidos, una nevada. Ella metiéndose nieve en el sostén y diciéndonos que “fue una mala idea”. Hay un objetivo primordial: sacarnos una carcajada.

Cuando la llamada acaba de conectarse nos dice que sufrió algunas quemaduras en los senos. Me imaginé a un Paul B. Preciado, orgulloso, alguien usa su cuerpo para el experimento, diría. Aunque lo haga en broma, “tuerce” un protocolo, y eso gusta.

Tesa Montiel. Si lo pienso podría caber entre las chicas que viven de YouTube y que han definido lo que es femenino en la plataforma en México. Yuya, Caelike y Victoria Volkóva, la más famosa chica trans de YouTube en el país.

Tesa acompaña a varias chicas en su transición, en un viaje de autodescubrimiento con el que pueden empatizar personas cisgénero. Me dice que la ven chicas de “18 y 29 años”; un público que no es solamente LGBTTTIQA. “¡Hola! Soy Tesa! Su princesa azteca favorita”, les dice a la cámara. Morena, labios rojos y pelo lacio. La veo y me parece que entre el personaje youtubero y la real Tesa no hay muchas fronteras. El carisma es uniforme.

Y se lo han dicho en comentarios de su canal. Un sondeo sencillo arroja los párrafos transfóbicos y de comparación con otras youtubers. Pero Tesa ha tenido su propio crecimiento. 315 mil suscriptores y 31 videos subidos en dos años. Comparado con otros canales que tardan 4 años o más en alcanzar esa cantidad, Tesa toca otra vez el techo con 19 millones de reproducciones.

¿Y su historia? Tesa cruzó a Estados Unidos. Venía de un pueblo en Oaxaca, Loma Bonita, donde todo tenía motivos de piña, “llaveros de piña, agua de piña, monumentos en el parque a las piñas, festival de la piña, reina del festival de las piñas”. Luego, ya en la Unión Americana, pudo hacer algo que antes le estaba restringido, ser ella misma: “Me daba miedo hasta moverme frente a un niño”, me dice. Le pregunto si es mucha la diferencia en cuanto a la tolerancia de un país a otro, “la diferencia es i-n-f-i-n-i-t-a -me dice-. Allá a nadie le importa lo que hagas, a nadie le importa cómo te vistas. La diferencia está hasta en cómo crían a los niños desde chiquitos. Tienes que hacer algo ejemplar para llamar la atención”.

Apenas hablaba inglés cuando cruzó, “my name es Paquito”, bromea sobre su anterior dominio del idioma. Así viajó, y ahora trabaja en una tienda de maquillaje. Le pregunto cuál es la diferencia entre la comunidad LGBTTTI de allá y de acá. “Yo tengo muchos conflictos con eso de comunidad”. Critica el hecho de unirse a un grupo en el cual puedes encontrar egoismo entre los propios miembros. “Es producto de nuestra necesidad de pertenecer a algo”.

Lo entiendo porque así pasa conmigo, quien sufre la represión, irónicamente, aprende a ser más libre. “Cuando me preguntan qué soy honestamente yo ya no soy nada. Me molesta, porque si eres trans lo único que dicen que conoces es lo de la hormona, oh my God, qué hueva”. Para ella hay temas más importantes: “Como qué hay en mi bolsa; como ir al baño, soy adicta a los taquis (también); temas un poquito más de peso, como más de profundidad, tú me entiendes”, bromea, y me río y ella se ríe conmigo. Hay confabulación porque intento pensar en que es así: el destello fashion vale más que el conflicto, y sobretodo, que la estupidez.

“Siento que los de la comunidad LGBT somos demasiado sensibles. Odio el victimizarse. Para la comunidad LGBTTTQA sólo está bien si eres hombre, si no se te nota que eres joto, todo lo demás está mal”.

Le pregunto, entonces, el eje de su canal, casi siempre vivencial: cómo vive su transición, con quién convive, y las salidas nocturnas y sus amigas y amigos. Entre los tópicos, por cierto, están los consejos para cuidar la galleta, porque Tesa aconseja dársela a alguien que valga la pena, obvio. Besos sí, pero galleta no. Ella se ríe porque dentro de la broma hay un cierto erotismo implícito. Habría que presentir, y saber cuándo es el momento más adrenalínico para dar la galleta, ja.

Le gusta explicar cómo va cambiando a través de los meses, “hacer la transformación para engañar al mundo y mostrar que eres más atractiva de lo que realmente eres”. Ama hacer sentir a la gente que es más bonita, a través del maquillaje puedes levantar a una persona, es su filosofía. Lo hace en su trabajo, entre rímel, lápiz labial y polvo para el rostro. Lo demás es grabar y contar frente a YouTube. Porque esa es la otra parte de la idea que ella modela en su cabeza: esto que eres es lo que hay, úsalo, muéstralo, presúmelo.

“De repente hago videos cuando siento la necesidad de expresar cosas importantes al mundo”. Para divertirse se junta con sus amigas y sale de fiesta. Dice estar pasando la crisis de los 40 pero como a los 20. Le digo que yo también. Y con la edad, como a todos, le nació una obsesión por cierto tipos de videos: en YouTube hay chicas que entran al antro, prenden el celular y se graban bailando frente al espejo. Ella ensaya lo mismo, le encanta.

Otro tópico recurrente en sus redes sociales, parte común de sus bromas y memes, es el sugar daddy, aquella figura de mecenas, mitad novio y mitad benefactor de regalos, bolsos y lencería que en realidad es un juego. Se vive, sí, parece estereotipo, sí. Pero no es más allá de una situación chusca que no habla por ella (aunque algunos internautas crean que sí).

“Este tipo que yo conocí, honestamente yo no sabía lo que era, obvio, no fue estoy buscando tal y tal. Pasó más orgánico. Él me preguntó de alguna necesidad que yo tenía. Y yo le dije bubis, porque sin senos no hay paraíso, obvio, cliché total pero cierto”. Era, como me cuenta, una especie de necesidad impuesta socialmente que fue desapareciendo con el paso del tiempo, “ahora en este momento sí. Bueno, no es cierto”. Ríe. La historia se hizo viral entre la comunidad trans mexicana en YouTube, un tema que antes se mantenía restringido en foros de Internet y páginas de encuentros de este tipo.

El tema de esa relación que difundió un tópico poco conocido fuera de los círculos trans, fue pretexto para que muchas de las preguntas sobre su canal por parte de usuarios se centraran en lo mismo:

“Internet es como un lugar donde uno puede decir cosas, y luego la gente piensa que eso es lo que tú eres. Hice un video de sugar daddies como contando mi historia y luego recibí correo de niñas de 16 años del tipo: Tesa, es que conocí a este tipo y qué hago, y yo así como oh my God, vete de aquí, no sé. Y es un poco triste que pase; mi mamá me odia y me dice quita esos videos, qué mal ejemplo, no sé qué, qué horror”.

Los temas trans en Latinoamérica y en la plataforma de YouTube son emergentes, y no libres de polémica. Este año, por ejemplo, conectivos trans y activistas, como Juan Jacobo Hernández, denunciaron los comentarios transfóbicos del titular del canal Double Trouble, donde se dijo “sentir asco” hacia la comunidad trans, “todos nacos y asquerosos”. Le pregunto a Tesa su opinión sobre este tipo de canales:

“Double Trouble me cae bien, no digo que esté en lo correcto, pero por lo menos es sincero. Él está trolleando a todo el mundo porque le encanta la atención». Me explica que no hay razón para alarmarse. Los temas LGBT se han vuelto recurrentes en YouTube México, son controversiales para muchos usuarios e incluso para la propia plataforma; un ejemplo fue la blogger Sury Fish, a la que Google sancionó por subir contenidos LGBTTTQA, o Victoria Volkóva, quien también recibió amonestaciones por su contenido trans.

Tesa sabe que estas cosas pasan, “llega un momento en que ya no te importa, ¿qué te pueden decir que no te hayan dicho ya?” Y efectivamente, a lo largo de los vídeos de temática trans se encuentran los mismos adjetivos por parte de haters. Cosas que no solo pasan en la red sino también en la vida real, “yo tengo amigos que se supone que son mis amigos, con quienes cuando pasamos a una plática más seria muestran que nada más me ven como un vato disfrazado de mujer”. Ella, firme, entiende que todavía hay sectores de la población, tanto en Estados Unidos como en México, que se niegan a aceptar a la comunidad trans. Tan solo en las cortes norteamericanas, ser soldado y trans parece algo que al presidente le gusta poner en duda.

Para Tesa, más allá de pertenecer, el asunto va hacia ser lo que uno quiere y superar los problemas habituales de la juventud temprana, “mi vida se resume en la comida y en los zapatos; soy una básica, lo siento”, me bromea. Luego, cuando salimos de la pregunta, me dice que quiere triunfar y que ser sencilla. ¡jamás!

Su canal entra en esa dinámica; una crónica sobre sus frustraciones y momentos felices. Ella sube un video, un poco después de nuestra plática. Está en una fase donde quiere escapar de sí misma, “no entiendo por qué la gente que más quiero es la que más me lastima”, platica mientras sufre colgada en un péndulo de vida que se mueve de una zona a otra. Ella moviéndose en diferentes partes de la ciudad para escapar de sí misma. Y como todos, al final termina encontrándose con la historia que nos sigue hasta el fin de nuestros tiempos. Espero en los siguientes días verla sonreír.

Porque dice que tiene esa sensación de conflicto donde nada llena, donde nada nace: le quema la intolerancia, y se pregunta, ¿cómo aislarse del odio? Y yo, que estoy lejos de ella, no sé deletrear la respuesta.

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